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Circos de toda España varados en medio de “ninguna parte” ante su Día Mundial
Desde que el Gobierno de España decretó el estado de alerta el pasado 14 de marzo, son más de cuarenta los circos ambulantes que permanecen varados en diferentes lugares del país sin posibilidad alguna de escapar al confinamiento. Una cuarentena que les ha pillado muy lejos de sus hogares.
El confinamiento es obligatorio para todos los sectores que han parado y los espectáculos están completamente paralizados desde hace un mes. Pero el hashtag #QuedateEnCasa no es aplicable a todos: son muchas las compañías que, llegado este sábado, Día Mundial del Circo, continúan confinadas en medio de ninguna parte.
“Hace ya tiempo que se nos acabaron los ingresos”, cuenta a Efe Javier Segura, el dueño del Circo Nevada, uno de tantos afectados por esta problemática.
“Estamos aquí parados, sin poder hacer nada y, como todo el mundo, subiéndonos por las paredes”. Lastrados en Monforte (Lugo) con tres niños y una mujer de 93 años, son catorce los integrantes del Circo Nevada que no han podido quedarse en casa con la llegada del coronavirus.
“La alcaldesa nos ha dado su apoyo, y gracias a la ayuda de Cáritas, de la Cruz Roja, de los vecinos y de algunos restaurantes estamos sobreviviendo”, explica, agradecido, el dueño del Nevada. “El problema va a ser, una vez que todo esto acabe, empezar otra vez de cero: el seguro de Responsabilidad Civil se nos va a caducar y habrá que ver cómo lo pagamos esta vez”.
Confinados en sus caravanas, los artistas circenses no han aparcado, sin embargo, su rutina de ejercicios diarios para mantenerse en forma. Lo mismo sucede en el Circo Raluy, según cuenta Emily, perteneciente junto a su hermana Niedziela a la cuarta generación de los Raluy.
“La cosa es que antes se hacían entrenamientos conjuntos, y ahora hemos tenido que estructurar unos horarios para evitar que haya más de tres personas al mismo tiempo ejercitándose”, señala.
Varados en Reus (Tarragona) desde el comienzo de la cuarentena, son un total de cincuenta los integrantes de este circo que inicialmente preveía mantener durante dos semanas su espectáculo en este municipio catalán.
“Solo trabajamos el primer día; desde entonces, cada uno vive encerrado en su caravana. A algunos les dio tiempo a irse antes de que comenzase la cuarenta, pero la mayoría tuvimos que quedarnos”, explica Raluy.
En su caso, son dos los grandes pilares que les permiten mirar con optimismo la triste situación que está pasando el mundo del circo: la emisión de sus espectáculos a través de las redes sociales, con los que han llegado a mucho más público del que podrían acoger de forma presencial, y su colaboración con la ciudadanía de Reus a través de la confección de mascarillas.
“Aquí somos todas medio costureras, y tenemos tanto el espacio como el material necesario para ello, por lo que estamos cosiendo mascarillas para dárselas al Ayuntamiento de Reus y a todo aquel que pueda necesitarlas, ya que en todas partes está agotadas”, cuenta Emily, agradecida por el buen trato que han recibido en la comunidad.
“Y los domingos retransmitimos en nuestro Instagram, @circoraluy, shows de comicidad para aquellos que, desde sus hogares, quieran pasar un buen rato en familia”, anuncia, optimista.
Otro ejemplo es el trabajo de Malabaracirco, compañía cántabra que, a pesar de tener que cancelar todas sus actividades previstas para la celebración del Día Mundial del Circo, continúa activa desde sus redes sociales.
Emite tutoriales de circo específicos para el confinamiento y clases on line de su Escuela de Circo y Teatro Físico, en busca de la diversión y la estimulación creativa tanto de espectadores como de alumnos.
“Hace 251 años, en un terreno abandonado cerca de Waterloo, en Londres, el showman, empresario y jinete ecuestre Philip Astley dibujó un círculo en el suelo y lo llenó de asombrosos actos físicos. Este espectáculo fue el primer circo del mundo”, recuerdan desde Malabarcirco, que continúa en Torrelavega con el mismo espíritu de aquel 1768.
El Nevada, el Raluy, el Malabaracirco: tan solo tres ejemplos de familias que, imposibilitadas para “quedarse en casa”, permiten arrojar otra luz sobre el confinamiento en el hogar, quizá un “encierro” no tan desafortunado como podría parecer.
Pelayo Sánchez
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