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Egiptólogo español pide más recursos para acabar con “indigencia científica”
El arqueólogo español Alejandro Jiménez, que lleva diez años excavando en la necrópolis de Qubbet el Hawa, en el sur de Egipto, asegura haber sufrido lo que describe como “indigencia científica”, por lo que lucha para que su equipo consiga más recursos en España.
“La indigencia científica la ves aquí, en el terreno”, asegura Jiménez en una entrevista a Efe, en referencia a la falta de recursos económicos y materiales que sufre la investigación en España desde la crisis de 2008.
Desde la necrópolis situada en Asuán, donde busca reconstruir la vida de los gobernadores y clase secundaria de Elefantina, antigua frontera meridional de Egipto, el arqueólogo matiza que en la actualidad no se queja de su situación ya que cuenta con la financiación del Ministerio de Economía y Competitividad a través de un proyecto de I+D+I, además de instituciones privadas.
Incluso asegura que con los recursos que cuenta compite “de tú a tú” con otras misiones extranjeras.
Sin embargo, sí se muestra preocupado por el futuro de su equipo multidisciplinar.
“Son varias vidas las que están, en cierto modo, en mis manos”, afirma, mientras enumera a varios expertos que se encuentran en la misión -liderada por la Universidad de Jaén- y que posiblemente “vuelvan a estar en el paro” una vez termine la excavación, el próximo 17 de marzo.
“Somos la generación de la crisis. Si no conseguimos estabilizarlos vamos a encontrarnos con especialistas, de 40 y poco años, que son increíbles y que cualquiera pegaría tortas por tenerlos porque llevan años y años trabajando, en el paro”, afirma.
A dos metros de profundidad, sentado junto al pequeño hueco donde se encuentra la momia de Shemai -uno de los hallazgos más importantes de la misión-, Jiménez explica que “en el ámbito científico falta el toque humano”.
“En este proyecto, primero somos personas y luego, científicos”, afirma.
El arqueólogo y su equipo, que representa “la mayor excavación extranjera (en Egipto) en cuanto al número de investigadores” -42 europeos y cinco egipcios-, comparten casa durante los meses que dura la misión, en un ambiente relajado en el que las bromas son continuas.
Desde la superficie de la excavación, una voz interrumpe la entrevista para interpelar a Jiménez: “¿Qué hacéis?”, y Jiménez bromea: “Aquí, hablando con Shemai”.
Este tipo de “ratitos” -como los llama el jienense- son los que han creado un “buen rollo” durante la pasada década, algo que el arqueólogo asegura haber logrado gracias a la elección minuciosa de sus colaboradores.
“Yo planteo la excavación como una batalla. Tengo cuatro frentes abiertos y no puedo dejar que caiga”, asevera Jiménez, quien además de liderar el proyecto administra el material para la excavación y elige a los especialistas que la misión necesita en cada etapa.
Estos diez años “no han podido ser más positivos, y sobre todo, por la gente que hemos formado. En cuanto pueda estabilizar a mi gente y tenga el 'chambao' montado, daré el relevo”, adelanta el arqueólogo.
Dentro de diez años, se ve “viniendo (a Egipto) unas semanas a estudiar” la necrópolis para seguir comprendiéndola, aunque indica que nunca podrá llegar a entenderlo todo.
“Se ha excavado mucho (en Qubbet el Hawa). Agotaré siete vidas y no la veré nunca terminar. Y es frustrante, me gustaría entenderlo todo. Alguien me seguirá”, apostilla entre risas.
El arqueólogo, que también se formó durante tres años en Londres, alienta a la generación más joven a que salga al extranjero y se forme porque los requisitos para conseguir este sueño -en concreto en el mundo de las excavaciones- son “tener buena nota media, idiomas e intentarlo”.
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