El día que Elvis desató la locura por televisión
Septiembre de 1956. Los televisores son redondeados y emiten shows de variedades en blanco y negro presentados por locutores de radio y antiguos boxeadores. Los programas los ven las familias enteras y hay que cuidar mucho el contenido para contentar a todos. Ed Sullivan, un presentador bajito y malcarado, bate todos los récords de audiencia. La noche del día 9, un guapo camionero de Memphis con los ojos pintados va a hacer historia en su programa cantando sus adaptaciones de baladas tradicionales y de música negra.
Septiembre de 2016. Han pasado 60 años. Ya no hay programas musicales en televisión, pero hasta los ídolos musicales más ñoños saben que han de imitar a los negros para subir en las listas y para que las pistas de baile se muevan con sus canciones. Por supuesto, todo el mundo se cree obligado a vestirse como un negro para pasar el filtro de lo hip y lo cool.
El primero que lo hizo fue Elvis, un hombre que cambió para siempre la música popular e indirectamente las vidas de mucha gente.
Elvis interpretó cuatro canciones en el más riguroso directo en el show de Ed Sullivan la noche de aquel lejano 9 de septiembre: Don't Be Cruel, Love Me Tender y sus versiones de Ready Teddy y Hound Dog en dos apariciones dentro del programa. 60 millones de espectadores se quedaron boquiabiertos ante la pantalla y el programa alcanzó el mayor share en la historia televisiva hasta entonces. Hubo que esperar a 1964 para que los Beatles lograran superar esa cifra.
Llegado el nuevo milenio, los concursos de noveles y las series sobre grupos de rock adolescentes engulleron la televisión musical. Un episodio de Glee, la serie de Fox, llegó a tener en 2011 un pico de audiencia de casi 40 millones después de un acontecimiento deportivo. Pero esta misma primavera, Vinyl de HBO ha tenido que suspenderse por falta de público. Solo la MTV de los 80 emitiendo videoclips tuvo un impacto en la música y la sociedad comparable al de una sola actuación en directo de 1956.
Presley y su mánager cobraron por aquel entonces 50.000 dólares, aunque sería por tres actuaciones en el show en septiembre, octubre y enero del año siguiente. El resto de los artistas invitados fueron Sarah Vaughan, Ella Fitzgerald, un niño prodigio del órgano, dos humoristas, un número de acróbatas y un chimpancé amaestrado.
No se trataba de la primera actuación de Presley en la televisión. Desde que RCA adquirió el contrato de Elvis con Sun Records a finales de 1955, las apariciones del joven sureño en los programas de variedades se iban sucediendo con regularidad al tiempo que se expandían el escándalo, los cotilleos y crecía la expectación.
El Stage Show de Tommy y Jimmy Dorsey le había recibió ya en enero, y el cantante y su grupo prácticamente se convirtieron en fijos del programa actuando hasta seis veces en los meses siguientes. El humorista Milton Berle, pionero en programar actuaciones de cantantes negros en la TV generalista, recibió a Elvis en dos ocasiones en la primavera de aquel año. Su interpretación de Hound Dog en la segunda de las mismas, acompañado por los habituales Scotty Moore, DJ Fontana y Bill Black, en absoluto directo como era habitual en televisión, dejó clavados en su sitio a los adolescentes de todo el país. Ed Sullivan juró que semejante vulgaridad nunca se vería en su programa.
Vestido con frac y rodeado de columnas dóricas, Elvis cantó Hound Dog, el tema de Big Mama Thornton que acababa de grabar para RCA, a un perrito basset en el programa del pianista y actor Steve Allen. Fue la primera vez que el cantante tuvo la sensación de venderse y pronto se arrepintió públicamente del número. Pero las audiencias ascendieron hasta los cielos y el Ed Sullivan tuvo que tragarse sus palabras y multiplicar por diez el dinero que había ofrecido al Coronel Parker para conseguir que Elvis se presentase en su show.
Nacido en la miseria, hijo de jornaleros, Elvis tuvo un hermano gemelo que nació muerto. Sus padres solo pudieron enterrarle en una caja de cartón. Apenas se recuperó del parto, Gladys, su madre, se ató al bebé superviviente a la espalda y se fue al tajo a recoger algodón. Su padre, Vernon, cumplió condena en Parchman Farm por un cheque falso. Los Presley vivían en el lado malo de la vía y eran considerados basura blanca (white trash), marginales y despreciados con sus únicas posibilidades de redención social en la explotación laboral y la religión.
El niño Presley disfrutaba en la iglesia cantando himnos religiosos. Sobreprotegido, mal alimentado e inadaptado, la música era su única riqueza. En la radio escuchaba las canciones de los negros y también baladas románticas. Cuando cumplió 11 años, su madre le compró una guitarra por 6,95 dólares. La llevaba a todas partes y, como se observa en los innumerables vídeos y filmaciones posteriores, se convirtió en un cantante compulsivo que aprovecharía cualquier momento para montar jams con sus músicos o enredarse en cualquier versión interminable de alguna de sus canciones favoritas.
La pobreza era la compañera habitual de la familia que, sin embargo, no vacila en ayudar a otros del clan Presley todavía más pobres que ellos. Los gastos se multiplican. Gladys trabaja en una lavandería pero pierden su casa. Acaban instalándose en una humilde cabaña del barrio negro. Siguen siendo despreciados pero allí cerca están los clubs donde las orquestas tocan éxitos de Louis Jordan, Jimmy Lunceford y Earl ‛‛Fatha“ Hines.
En 1948, se trasladan a Memphis donde consiguen una vivienda de protección oficial. Su afición musical permite a Elvis hacer amigos con bastante facilidad. Siempre elige vestirse con ropa llamativa parecida a la de los negros a los que admira e imita. Se toma muy en serio sus clases de guitarra.
Cuando termina la secundaria, Elvis comienza a trabajar como camionero para un establecimiento eléctrico. Un buen día, decide gastar sus ahorros en un regalo extraordinario para el cumpleaños de su madre. Por tres dólares y 95 centavos graba un disco con dos canciones, That’s When Your Heartaches Begin, que él conoce por los Ink Spots, y My Happiness, que había cantado hasta Ella Fitzgerald.
Una mujer llamada Marion Keisker, directora del estudio de Sun Records, se acordó de aquel chico alto, tímido y extravagante cuando su jefe se propuso buscar a un blanco que cantase como los negros. Sam Phillips era el propietario de los estudios, del sello discográfico y del servicio de grabación de discos por encargo. Hijo de terratenientes, se había enamorado del blues con las canciones de los trabajadores de la plantación familiar y estaba decidido a dar a conocer al mundo aquella música maravillosa costase lo que costase.
La historia de cómo nació el rock & roll es casi una novela. Marion organizó una sesión de grabación con Elvis y otros jóvenes músicos, pero Sam no estaba satisfecho con lo que oía. En un descanso, mientras tomaban unas Coca-Colas, Elvis se puso a imitar medio en broma a los cantantes negros: Well, that's all right, mama, That's all right for you… La canción de Arthur Crudup destapó algo en los oídos de Sam que puso en marcha de nuevo el magnetofón.
Esa misma noche llevó el resultado a la radio. Los oyentes pensaron que era un nuevo cantante negro, las tiendas empezaron a pedir el disco y su joven intérprete tuvo que profesionalizarse a marchas forzadas recorriendo los escenarios de teatros y ferias de la zona.
Un feriante casi sin experiencia en el showbiz que se hacía llamar Coronel Parker, se hizo su mánager y explotó su talento y su fortuna con muy poco respeto hacia la integridad artística de su cliente. La presentación de Elvis Presley ante el gran público tuvo lugar en televisión, hace ahora 60 años. Un fenómeno nuevo que surgió de un medio también muy nuevo.
La figura de Elvis es discutida y cuestionada incluso hoy día, tan discutida como como admirada e imitada. Convirtió la música negra norteamericana y el country en patrimonio de la humanidad y supo dotar incluso a las canciones ligeras y más peteneras de una fuerza hipnótica, contagiosa y fascinante. Pero cuando su bella voz de barítono perfectamente afinada y emotiva interpretaba un buen tema, hacía que las notas y las palabras se clavasen como espadas en los corazones y los lagrimales de quienes escuchaban en todas las partes del mundo y a pesar del paso de las hojas del calendario.