Maruja Torres: “Dejaría de escribir con tal de que volvieran mis amigos”
Maruja Torres habla de Diez veces siete (Ed. Planeta), sus últimas memorias, sentada en un sofá de un hotel de Madrid muy parecido al de la portada de su libro. No hay tiburones alrededor pero ese sofá parece que muerde. “La espalda”, dice. Sería mejor un taburete. Colocamos varios cojines de forma estratégica y ella mejora. Pedimos un gintonic y mejoramos los dos. La Maru (casi) siempre está de buen humor aunque lo module hacia la mala hostia para hablar de las cosas importantes. Mientras preparan la cámara y la grabación, le canto la canción “si los curas comiesen piedras del río/ no estarían tan gordos/ los muy jodíos” y se ríe. Se ríe con su risa de siempre, esa risa de siempre que ya sabéis cómo suena. Comienzo.
¿Diez veces siete se podría considerar la tercera parte de tus memorias (tras Un calor tan cercano y Mujer en guerra)?Diez veces sieteUn calor tan cercanoMujer en guerra
Casi segunda parte porque Un calor tan cercano iba disfrazada de novela y, además, tenía mucha parte de invención. Lo bueno, suele ocurrir, era lo inventado. Mujer en guerra reflejaba una época de mucha actividad y acababa en final feliz porque a finales de los noventa todavía no había venido el batacazo. Diez veces siete es un libro que se gesta justamente cuando salgo de El País para siempre y que voy escribiendo en un año conforme voy preguntándome cosas.
¿Por qué diez veces siete?
Porque con setenta años me veo en la calle. Digo “tengo que salir de aquí, del hoyo”, si es que estoy en un hoyo... Me obligo a mirar atrás y ver cómo me he ido reinventando cada siete años.
Tu salida de El País estructura el libro...
... y nada más que eso. Afortunadamente, no es un libro de rencor con ese diario porque hay muchas cosas a las que les tengo gratitud y cariño en esa casa y hay muchas personas que han sido mis compañeros allí. Quería contar otras cosas: mis carencias, mis defectos, mis vacilaciones, mis momentos de caída y de subida y en qué punto estoy.
Hablando de tus subidas y caídas, ¿qué te pasó con tus acciones de Prisa?
El dinero para mí nunca ha sido importante. Siento decir esto.
Sí, es vergonzosa tu actitud.
(Se ríe) Yo ahora vivo con el 10% de cuando trabajaba para El País y vivo mucho más feliz, no porque no tenga dinero sino porque ese ha sido el precio a pagar por tener una gran independencia y por meterme en el futuro de este país. Estoy mucho más cerca de la gente ahora que cuando estaba en El País.
Las acciones de Prisa.
Puse un millón de pelas en el año 2000 y me dijeron que podía poner hasta diez. Hubo gente que les dio mucho dinero pero yo no porque soy muy catalana para estas cosas. Puse el milloncito y a los pocos años ya no tenía nada: exactamente cuarenta y siete euros que me liquidaron virtuosamente. Con no menos virtud, me dirigí a una carísima casa de bragas de la Diagonal de Barcelona y dije “deme unas bragas de cuarenta y siete euros”. Tal como me las dio, me las puse, saqué foto y tuiteé. Esa es mi actitud, nada amarga. La vida es así.
En este libro están muy presentes las clases sociales.
Quiero que este libro sirva para los jóvenes que ahora lo tienen tan mal. Que vean que uno puede superar situaciones fastidiadas tanto del país como particulares de su clase social. Quiero que quede claro que tengo el corazón en el mismo lugar y que voy al mismo sitio. Quiero un mundo mejor que el que encontré. Casi nadie ha visto terminado aquello con lo que soñó pero es evidente que ahora vivimos mejor que hace cincuenta años y eso se debe al esfuerzo de todos, bueno... De todos los que han hecho esfuerzo, no de aquellos que cuando nos vieron más débiles, han salido y se han aprovechado de la situación. Después de las elecciones europeas, estoy mucho más contenta porque el jodido sur ha votado para casa con un “aquí estamos”.
Con rabia.
Con rabia.
Tu madre marca Diez veces siete.Diez veces siete
Mi madre es la mujer a la que por llevarle la contraria lo hice todo, que por no ser como ella fui como soy. Yo, que era muy espabilada ya desde niña, vi que cómo me preparaba para el mundo que ella quería que fuera mío. No me interesaba ni lo uno ni lo otro, porque mi madre había seguido esas reglas y era muy desgraciada.
Más nombres importantes en el libro: Ana María Moix.
Ana, mi gran amiga y último testigo de mi adolescencia, fue, entre muchas cosas, la que me descubrió a Carson McCullers y a toda la gran literatura femenina. Es una de tantas ausencias importantes de mi vida porque lo peor de la vejez es eso que decía Ventura Pons “lo malo de la vida es que es un campo minado que, de pronto, estalla”. Para envejecer hay que tener muchos huevos: conlleva muchas restas pero quedan sumas porque sabes que, cuando te vayas, quedará gente moviendo el bombo.
La Transición...
Estoy hasta los huevos de la Transición.
Pues tendremos que hablar de la Transición porque hoy (lunes, dos de junio de 2014) ha fallecido, perdón, ha abdicado el rey.
Podemos abdicar y abdicamos.
¿Te gustaba como hombre ese rey juvenil que vemos en las fotos?
A mí con doce o trece años me gustaban hasta las alfombras. Le fui a ver una vez de joven en Barcelona y era guapísimo. Si llego a saber que se podría haber casado con una periodista, aunque entonces yo no supiese que iba a ser periodista...
Dejemos tu hipotético futuro como reina de España y vayamos a otra cosa importante de tu libro: dirigirte al lector y pedirle que lea.
Sí, el libro es una reflexión íntima y también una conversación con el lector y la lectora en segunda persona para confiarles mis preocupaciones. Les digo “leed porque pobres vais a ser seguramente, pero no seáis doblemente pobres”. Yo vengo de una infancia y de una adolescencia en la que me di cuenta solita de que la lectura, pero no con cualquier lectura, sino leyendo con cierto método, investigando y reflexionando, te aprovechará y la disfrutarás. Eso es leer. Eso es lo que necesitamos para armarnos no solo contra la crisis sino contra el dolor de las pérdidas.
¿El dolor de las pérdidas también se alivia contándolo?
Sí, pero no compensa. Yo dejaría de escribir con tal de que volvieran mis amigos. Escribir solo alivia un poco.
¿Escribes enfadada?
Qué mal si no me enfadara. El libro está escrito con dificultad pero en caliente. Nunca creí que a mi edad me tendría que manifestar por el aborto, por los derechos que habíamos conseguido... y estoy harta y cansada del fariseísmo y de la hipocresía de los tíos con faldas que han vuelto, de los que se creen que pueden controlar el comportamiento personal y particular de la ciudadanía. ¿Qué es esto? Que no estamos con los Reyes Católicos...
Pues hay un miembro del Gobierno que va a meditar al Valle de los Caídos, como contó eldiario.es.
¡Y condecora vírgenes! ¡Eso ralla la psicopatía! Esto no es en tiempos de Franco, esto ocurre en un Gobierno democrático... ¿existe la separación de poderes?
Tu décima vez siete: dejas El País y te vas a medios que no conocemos de nada como eldiario.es o Mongolia.
Tú lo sabes perfectamente, cuando me echan de El País, os llamo a Mongolia para que avisarais por Twitter que mi cuenta (@mistrals) no era un fake y ahora ya tengo casi 60.000 seguidores. Mongolia me gustó desde el primer número y la apoyé siempre que pude porque yo soy de eso: de ese tipo de irreverencia, de ese tipo de sátira, de ese tipo de ironía. Entonces no había salido eldiario.es o infoLibre y yo ya tenía territorio quemado detrás de mí. Sabía de la servidumbre de los grandes medios a la banca, a los políticos, a las grandes empresas... ¿qué iba a pintar yo, que cada vez quería ser más irreverente y más rebelde? Para mí esto ha significado una continuación del buen periodismo: a medida que tengáis más medios, esto mejorará. Lo otro se está quedando muy antiguo, a mi me cuesta hasta retuitear cosas de los diarios oficiales porque no me interesan.
¿Nuestra situación es trágica, cómica o qué es?
Encuentro que estamos menos asiniestrados que hace unas semanas. El triunfo inesperado de Podemos y el hecho de que muchos de nosotros votamos otras opciones que no fueran los dos partidos, además parece que hay voluntad de empezar a amalgamarnos como sea... ojalá no salgan las viejas rencillas cainitas que siempre han hecho de la izquierda española un coladero, cuando la derecha siempre tiene tan claro que se tiene que unir. Y cuando digo la derecha, digo la extrema derecha del PP y la derecha del PSOE.
Tú y las redes sociales. Es increíble la cantidad que escribes: Facebook, Twitter...
Son indispensables. Me encanta comunicarme, es lo que más me gusta de la profesión periodística. Y el hecho de que la reacción sea inmediata es fantástico. Me encanta escribir en 140 caracteres porque exige que titules. Todo el rato son titulares y tienes que jugar con la reacción de la gente en virtud de un adjetivo o una coma más o menos.
¿Qué te queda para la undécima vez siete?
Me queda vivir. Me queda esto. Me queda enterarme. Me queda leer. Me queda conectarme cuando llego al hotel y miro qué ha pasado y comentamos. Me queda el aliciente de cada día y tener la esperanza de que no se trabaja en vano por las cosas.
Y nos queda terminarnos el gin tonic.
Sí, otro trago no estaría mal.