- El formidable argentino llega a España para presentar Séptimo, película que rodó en Buenos Aires a finales del año pasado junto a Belén Rueda | Es uno de los tres estrenos recomendados esta semana
Como actor tiene lo más respetado que podría desear: crítica y público le han aupado a una posición privilegiada para poder elegir papeles, habiendo trabajado en filmes inolvidables como Un Cuento Chino, El Aura, El mismo amor la misma lluvia, Kamchatka, Carancho, Elefante Blanco, Nueve Reinas, Luna de Avellaneda, El Secreto de sus Ojos, etc. Ha trabajado con figuras como Campanella, Bielinsky, Trapero, Cuerda, Trueba... y ahora llega a España para presentar Séptimo, película que rodó en Buenos Aires a finales del año pasado junto a Belén Rueda. Completan el reparto otros reconocidos actores argentinos como Jorge D'Elia, Osvaldo Santoro y Luis Ziembrowski.
Darín se involucró en este thriller de suspense porque se sintió atraído “por la posibilidad personal de poder realizar un trabajo distinto a lo que había hecho hasta ahora, con un personaje al que le sucede todo en un período de entre 14 y 16 horas. El papel exigía comprometerse emocional y físicamente”. Si bien Darín ha realizado casi 50 películas, probablemente nunca había interpretado a nadie parecido al Sebastián de Séptimo, un abogado bien posicionado que se ve sumido por la desesperación al perder a sus hijos en lo que parece un juego trivial mientras debe lidiar con su ex esposa.
El argentino, que había reconocido anteriormente en rueda de prensa “tener los pies en la tierra porque soy así y ni quiero ni puedo cambiar”, parecía sensato y sincero al afirmar que para él lo importante de un proyecto es “si la historia me atrapa, si logra interesarme”. Con Séptimo sucede que hay similitudes con casos reales pero Darín se aviene a aclarar que: “La realidad supera ampliamente a la ficción muchas veces. Esto se trata de una historia concreta de la desesperación de una pareja, un matrimonio en crisis, cuyos hijos desaparecen”. Si bien la película habla del secuestro express de los dos pequeños (los niños que interpretan a los hijos de los personajes de Darín y Rueda son hermanos en la realidad), todo surgió como una idea del director tras jugar con sus propios vástagos a bajar corriendo las escaleras y “no hay que tomarlo como inspirado en nada concreto”.
Darín se siente orgulloso del trabajo junto a Rueda y la química que logró junto a ella, sobre todo en la parte final de la cinta: “Nosotros, los actores, confiamos en el impacto de una mirada, en lo que uno siente en la piel. En la escena final de la película hay una economía de palabras y nosotros confiábamos en nosotros mismos para darle la mayor veracidad posible...”
¿Largo adiós en la gran pantalla?
Aunque es un todoterreno que ha pasado por todos los medios posibles era interesante conocer en qué lugar se siente más cómodo y si volveremos a verle pronto en el cine. Larga y directa respuesta: “No es un buen momento para preguntarme a mí sobre cine porque he hecho muchos trabajos con una frecuencia un poco agobiante y necesito un descanso. Y creo que el cine de mí. Sobre el cine, me gusta mucho ir a ver películas pero hay que aclarar que el trabajo para los actores es un poco complejo. Nadie te explica nunca ciertas cosas, que se aprenden sobre la marcha, y aunque hay una metodología, es muy complicado aún a la altura de los mejores. Hay que encontrar un equilibrio entre todo ese cosmos que está girando alrededor tuyo en pleno rodaje. Convivir con eso para luego poder borrarlo es atractivo e interesante como desafío pero es muy complicado”.
Sobre el resto de medios aclara que: “Mis cuentas están saldadas ahora mismo con la televisión. He hecho muchísima aunque eso no significa que no pueda volver a hacerla, pero siempre que me enamore el proyecto. Eso es más difícil que ocurra con una tira diaria, por los tiempos de trabajo. En una serie semanal uno tiene un poco más de chance para trabajar con profundidad en los conflictos del personaje”.
Entonces, ¿qué hará Darín a partir de ahora?, se podrían preguntar muchos de sus seguidores. En Buenos Aires ha vuelto a las tablas con la versión de Secretos de Un Matrimonio de Ingmar Bergman (Escenas de la Vida Conyugal). “Estoy disfrutando de una etapa actual haciendo teatro. Para mí el teatro es un poco como el taller, como volver al ejercicio cotidiano de mejorar lo que hiciste ayer. Es el medio que a mí me moviliza más... pero por razones obvias porque todo ocurre ahí, en una función. Para bien y para mal. El teatro tiene esa peligrosidad, que no tiene el cine, en el que un espectador en medio de la sala puede levantarse y decirte no estoy para nada de acuerdo y tú me pareces un gilipollas (sic). Ese riesgo, esa membrana fácilmente traspasable da un vértigo y una identidad al hecho teatral que me atrae mucho y me apasiona”.
El lado positivo de la crisis
Volviendo a Séptimo, más de un millón de espectadores han visto la película en Argentina. Allí, su director Patxi Amezcúa ha podido comprobar cómo la gente respaldaba su cinta, algo que no ocurrió en ningún lugar con su debut cinematográfico, 25 Quilates. Las críticas fueron excelsas pero la película salió sin apenas promoción ni copias. Ahora Séptimo es justo el lado opuesto de una jugada comercial que tiene la baza de dos actores consolidados, aunque no son ajenos al mundo de la crisis.
“La crisis obliga a encontrar otras fórmulas. La única parte positiva de una crisis es que te obliga a repensar y la creatividad no se detiene. Al contrario. Muchas veces la crisis es un territorio en el que uno puede levantar muchos elementos para disparar nuevas historias. Yo quiero ver cuáles son las historias que van a venir ahora. Es más trabajoso y mucho más complicado trabajar ahora porque a causa de la crisis se acortan un poco las posibilidades de proyectos. Pero también gracias a ella es un momento en el que pueden surgir muchas otras cosas”.
Terminamos la charla recordando el extraordinario talento de su compatriota Fabián Bielinsky, realizador fallecido en 2006 que solo tuvo ocasión de dirigir dos filmes, ambos con Darín al frente (Nueve Reinas y El Aura). Se nota la admiración del actor por él. “Le llevo aquí dentro”, dice señalándose el corazón y con semblante serio. “Falleció un miércoles. Hablé con él la noche anterior y el lunes nos habían dado multitud de premios en una gala”.
Con este emotivo recuerdo termina el encuentro. Tras la despedida, el actor coge su oscuro chaquetón de invierno -ya hace algo de fresco en Madrid-. Se pone sus gafas de sol y sale por la puerta de Casa de América, perdiéndose entre la muchedumbre, que cruza por los pasos de peatones hacia el centro de la ciudad. Ningún curioso entre la multitud repara en que ese hombre que transita junto a ellos entre coches y asfalto es uno de los mejores actores vivos de la actualidad. ¿Cómo se llamaba ese tipo de ojos azules que era argentino y actor?