Unas diapositivas de hace más de 20 años volverán a manos de sus autores. Es lo que han logrado un grupo de fotógrafos tras una batalla legal de más de seis años, que les permite recuperar un material original del que no tenían noticias hasta 2011. El proceso comenzó cuando se enteraron de que una casa de subastas sacaba a la venta un conjunto de imágenes que ellos tomaron entre finales de los 80 y principios de los 90 y que ya habían dado por desaparecidas. Los autores aseguran que intentaron recuperar el material por medio de acuerdos con el demandado, pero que él se negó. Ahora, y salvo que el condenado recurra, se les devolverá el archivo y tendrán que ser indemnizados.
Uno de los afectados y miembro del grupo de fotógrafos que impulsó la demanda es José Manuel Navia, que lleva más de 40 años en la profesión. Cuenta que él y sus colegas se enteraron en 2011, “después de que la casa de subastas sacara su catálogo y anunciara que disponía de un gran conjunto de diapositivas, con miles de imágenes tomadas en Madrid entre 1990 y 1994”. Lo que más les sorprendió es que la casa de subastas usase sus nombres para promocionar el lote cuando ni se había puesto en contacto con ellos. “También mostraron algunas de las fotografías, que eran nuestras, y de las que hasta entonces no sabíamos nada”, explica Navia.
Antes de la llegada del formato digital, los fotógrafos de prensa cedían a los periódicos para los que trabajaban como freelance las fotos que habían tomado en formato de diapositiva. De ahí, el medio extraía la imagen para usarla y después tenía la obligación de devolverla a la agencia o directamente a los autores. Esto no ocurrió con estas miles de fotografías, de las que son autores históricos como Gervasio Sánchez, Carlos Carrión, Paco Elvira o el ya fallecido Juantxu Rodríguez, muerto en 1989 por los disparos de un soldado estadounidense mientras trabajaba en la invasión de Panamá.
Retratos y zonas de conflicto
Los fotógrafos que se organizaron ante esta situación fueron, además de Navia y Sánchez, Javier Rodríguez, Juan Carlos Barberá y Carlos Carrión, además de los herederos de Juantxu Rodríguez. Su primer paso fue contactar con la casa de subastas, que no les atendió. Poco después, el caso llegó a manos de la abogada Marisa Castelo, que les representó, y que optó por la vía penal para un caso de propiedad intelectual. Tras denunciar a la Policía, esta detuvo la subasta y un juzgado de instrucción de Barcelona abrió diligencias. Una actuación que evitó que el proceso se complicase, ya que si las imágenes llegan a venderse habría sido muy complicado localizarlas, como explica Navia.
Las pesquisas permitieron idenficar al supuesto dueño de las fotografías, un particular que alegó que se las había vendido la propietaria de un piso desocupado de Madrid. La misma vivienda en la que tuvo su sede uno de los medios ya cerrados que publicaron las imágenes.
La temática de las fotografías es variada, ya que el pack incluye desde fotografía política y social a imágenes de zonas de conflicto. “En esos años estuve en países como Guatemala, Nicaragua, Chile o Perú, y también en los Balcanes. Algunas de las diapositivas contendrán fotos de mi trabajo en esos países”, cuenta Gervasio Sánchez a eldiario.es. El fotoperiodista aragonés estima que las fotos que iban a ser subastadas son, como mínimo, de 1989, cuando murió Juantxu Rodríguez.
Este material, que está almacenado en 15 cajas, también contiene retratos. Como uno de Miguel Delibes tomado por Navia que fue premiado. “En mi caso había mucho de los inicios de la Comunidad Económica Europea, en Bruselas, con los viajes de Felipe González”, señala Navia. Las de Sánchez son, mayoritariamente, de lugares que sufrían conflictos bélicos en esos años. Con la particularidad de que las tomó en color y no en blanco y negro.
Sin posibilidad de acuerdo
Navia y Sánchez aseguran que hasta el último momento intentaron llegar a un acuerdo con el denunciado. Pero éste siempre se negó, hasta el punto de calificar su actitud de “desagradable”. “Él dio varias versiones. Llegó a decir que se las había encontrado, hasta que admitió que las había comprado”, explica Navia. Además, este hombre dijo a la jueza que vendía las diapositivas como objetos, lo que según él no suponía poner en venta los derechos de reproducción de las mismas. Algo que no era cierto y que ha sido desestimado en la sentencia, como relata la abogada Marisa Castelo: “Un cuadro está hecho para ser expuesto, pero esa diapositiva estaba hecha para ser reproducida. Esto además tiene un valor negativo, ya que te tienes que gastar dinero en cuidarlo, almacenarlo...”.
Castelo recuerda que otra de las alegaciones del ahora condenado fue la usucapión, por la que alguien puede lograr la propiedad de una obra si pasado un tiempo nadie lo reclama y ha actuado conforme a la ley y con buena fe. “Esto hubiese sido injusto. Cómo íbamos a reclamarlo, si no sabíamos dónde estaba”, lamenta el fotoperiodista. “La propia jueza intentó que hubiese acuerdo, pero se negó, y ahora mira el lío en el que se ha metido”, dice Sánchez, que junto a sus cinco compañeros deberá percibir 5.000 euros de indemnización.
La sentencia también obliga al condenado y a la casa de subastas a devolver todas las diapositivas, con la excepción de dos cajas, que contienen material que no es de los demandantes. Además, el que dijo ser dueño de las diapositivas tendrá que pagar una multa de 10 euros diarios. Si no cumple con alguna de estas decisiones de la jueza y no se declara insolvente, tendrá que ingresar en prisión para cumplir los cinco meses a los que le han condenado.
Sentencia pionera
Los fotógrafos optaron por la vía penal tras ser asesorados por Castelo, que veía el riesgo de que las diapositivas saliesen a subasta y fuese imposible recuperarlas. La rápida actuación de la Policía y del juzgado de instrucción impidió ese extremo.
“La jueza ha tenido la sensibilidad suficiente y ha hilado muy fino en un caso de derechos de propiedad intelectual”, dice Castelo, que califica la sentencia de “pionera”. “No recuerdo otra sentencia que reconozca los derechos de los fotógrafos, que normalmente no se respetan. Y más aún tras el movimiento arriesgado que hicimos de ir por la vía penal”, dice la letrada.
José Manuel Navia espera que puedan cobrar todo además de recuperar su material. “Han sido unos años muy duros, con muchos quebraderos de cabeza, con compañeros que hasta han tenido que vender su material...”, cuenta el fotógrafo, que desvela que varios amigos de profesión le han mostrado su sorpresa porque creían que esto se resolvió años atrás. Para él, lo más importante es que el fallo no distingue entre originales y copias, además del reconocimiento a sus derechos. “Ahora, cualquiera que haya visto comprometida su propiedad intelectual puede estar más protegido”, sentencia Gervasio Sánchez.