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La hermana de uno de los titiriteros encarcelados: “Mucha gente sigue pensando que son etarras”

Más que un cuento: los Titiriteros, La Bruja y Don Cristóbal

José Antonio Luna

Los cinco días que Alfonso Lázaro y Raúl García pasaron entre rejas convirtieron su parodia en realidad. Aunque criminalizar la ficción es propio solo de las peores dictaduras, eso fue lo que ocurrió cuando la Audiencia Nacional acordó prisión sin fianza para los dos titiriteros por supuesto enaltecimiento del terrorismo. ¿El motivo? Mostrar un cartel con “Gora Alka-ETA” durante una representación infantil en el Carnaval 2016 de Madrid.

A pesar de que poco después decretaron libertad para los artistas, aquello no fue suficiente para que dejaran de comparecer diariamente en los juzgados e incluso para que les incluyeran en el Fichero de Internos de Especial Seguimiento (FIES). De esta manera, pudieron intervenir sus comunicaciones alegando su “capacidad criminal y la peligrosidad”.

Tres meses después, la “peligrosidad” de esa representación con marionetas dejó de existir y el juez Ismael Moreno archivó el caso. Lo cual, solo significa algo: que no había delito.

“Todo este proceso ha tenido consecuencias a nivel profesional y personal, de ellos y su entorno”, explica a eldiario.es Alba Lázaro, hermana de uno de los artistas. Fueron unos meses intensos, marcados por la impotencia de una situación que define como “kafkiana” y “surrealista”, pero que en realidad no tenía nada de ficción.

Como no podía ser de otra manera, qué mejor forma de pasar página que con un libro. Como la propia allegada comenta, Más que un cuento: los Titiriteros, La Bruja y Don Cristóbal es una obra que nace para intentar poner “punto y final a un capítulo que ha sido muy doloroso”. A través de hojas, llenas de ilustraciones, narra el caso como si de una fábula infantil se tratara.

“Aparte de servir como terapia para nosotros también intenta enseñar que detrás de todo hay sufrimiento, vida, ilusiones, esperanzas, y gente cuya vocación es el arte”, afirma Lázaro. Ella se ha encargado de preparar el texto, mientras que su madre, Adelina de la Fuente, echó mano de lápices e ingenio para aportar color a una historia gris. “Es la guinda de algo bonito para intentar recordar el apoyo de la gente”, sostiene la escritora, quien matiza que no por ello han querido “quitar peso a un caso tan dramático”.

Algo de color para una historia gris

Más que un cuento: los Titiriteros, La Bruja y Don Cristóbal probablemente no aparecerá en el estante de lo más vendido ni será tan popular como Juego de Tronos, pero hay algo que convierte a este libro en único: su relato entre bambalinas. Todo comenzó, según Lázaro, tras buscar algo especial para que Alfonso y Raúl se sintieran apoyados al salir de prisión. “Me puse en contacto con amigos músicos y con artistas que nos habían apoyado a través de las redes para sacar un disco que llamamos Música desde Abajo”, menciona.

La primera canción de ese álbum destaca por el sonido del piano o la flauta, pero también por la voz de un niño que sobresale por encima de los dos instrumentos para narrar un cuento escrito por Alba Lázaro. “Después mi madre pensó que ilustrar la historia podía ser un bonito regalo para mi hermano y para mí”, aclara la autora. La sorpresa llegó en Navidad, cuando Adela enseñó todos los dibujos durante una fiesta que hicieron en casa. “Como el libro quedó tan bonito, nuestros amigos nos animaron a editarlo y a sacar unos cuantos ejemplares”, señala.

Aunque se intenten poner barreras a la creatividad, al arte y a la libertad de expresión, este termina encontrando un rincón para florecer. De hecho, Alba Lázaro cuenta cómo los dos titiriteros pensaron en preparar un taller de marionetas durante su estancia para instruir en la materia a otros presos. “Intentaron encontrar un poco de luz dentro de todo lo que estaba pasando, y eso es lo que hemos intentado trasmitir con el disco o el cuento”, apunta.

Al igual que la obra teatral, el gran enemigo del libro es Don Cristóbal, un personaje creado por Federico García Lorca que impone su voluntad a base de cachiporra y que, en este caso, representa un lobo de dientes afilados hambriento de corazones libres. Lázaro considera que “por desgracia hay muchos Don Cristóbal, y cada día más”.

A pesar de que los titiriteros ya están absueltos, las secuelas del caso continúan afectándoles. “Mucha gente sigue pensando que ellos son etarras, terroristas, y bueno, miles de cosas”, lamenta la autora, quien añade que incluso hoy día les siguen “rechazando y amenazando”.

No es país para la sátira

La libertad de expresión no pasa por su mejor momento. Revistas como Mongolia son condenadas por hacer chistes, libros como Fariña son secuestrados, y se retiran obras en ARCO, unas medidas que Alba Lázaro considera “increíbles” porque hace diez años “jamás hubiera imaginado” que a su hermano “lo iban a meter en prisión por hacer títeres”.

El arte provocativo, aquel capaz de levantar ampollas y enfrentar lo políticamente correcto, sale de las librerías y las exposiciones para acabar en los juzgados. Pero violar marionetas, ahorcarlas o asesinarlas a garrotazos no es algo precisamente vanguardista, ya lo hizo Lorca para su función de títeres. “El arte no solo está hecho para ser precioso y que nos provoque buenas emociones. También existe la sátira, el teatro dantesco…”, asegura Lázaro.

Los Titiriteros, La Bruja y Don Cristóbal, como su propio nombre indica, es más que un cuento. Es una mezcla entre ficción y realidad que refleja cómo lo importante no es fijarse en muñecos de trapo, sino en quien maneja los hilos para que el humor termine entre barrotes.

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