Paul Preston, historiador: “Si Juan Carlos hubiese pedido perdón, es posible que hubiera ayudado a la monarquía, pero no habría resuelto las amenazas a las que está sujeta”
Sir Paul Preston (Liverpool, 1946) es uno de los grandes hispanistas contemporáneos. Sus obras de estudio, centradas en la historia de España, han levantado en ocasiones ampollas en una sociedad nada acostumbrada a caminar sobre las huellas de su pasado. Durante más de cuatro décadas, ha documentado la Segunda República y los trágicos acontecimientos que llevaron a la Guerra Civil. Él, antifranquista, escribió una biografía sobre Franco que no gustó a sus nostálgicos. Él, juancarlista, escribió una biografía sobre Juan Carlos I que no gusta a los que ponen en duda que la monarquía tenga hoy utilidad.
En 2003, tras décadas de estudio, publicó su esperado retrato del monarca. En Juan Carlos. El rey de un pueblo (Plaza & Janés), Preston repasaba a lo largo de más de 600 páginas la figura del rey, desde su nacimiento hasta la publicación del título. El libro relata cómo llegó al trono de la mano de Franco, su papel en el 23F –Preston le señala como máximo responsable “de las frenéticas operaciones para desmantelar el golpe”– y sobre todo, resalta su dedicación a la institución. “Al contrario de la imagen que dan las revistas del corazón, el rey ha tenido una vida bastante abnegada y sacrificada”, escribía entonces el historiador, y añadía que para el Borbón, “vivir como un rey ha significado sacrificio y dedicación en un grado tal que ha dotado a la monarquía de una legitimidad impensable”.
A lo largo de los años, Preston ha publicado sucesivas revisiones de su biografía. Los acontecimientos así lo demandaban: “Los elefantes y la princesa alemana se habían unido para romper un dique mediático que ya hacía agua”, escribía en uno de los añadidos titulado Los peligros de la rutina o el auge del Fénix. Pero por mucho que se sumaran páginas al relato, el autor siempre ha defendido la importancia del papel de Juan Carlos en la democracia española. Y lo sigue haciendo hoy, cuando accede amablemente a responder desde Londres a las preguntas de elDiario.es sobre la huida del rey Juan Carlos, en plena investigación sobre sus finanzas, a un destino del que por ahora no ha sido informada la ciudadanía.
El hispanista considera que “es muy triste que una trayectoria tan importante para la historia de España termine así” y coincide con otros expertos en que, “en términos inmediatos”, la marcha del emérito es “una medida desesperada para salvar la monarquía”.
Aunque en su último libro, Un pueblo traicionado (Debate), ya recogía alguna de las últimas andanzas del exmonarca y los escándalos del final de su reinado que condujeron a su abdicación, se muestra “sorprendido” por la decisión de su marcha de España. Reconoce que ya pensaba que “difícilmente podría terminar bien el asunto”: Juan Carlos I había dejado de ser hace tiempo “un héroe nacional”, según escribía en este volumen centrado en la historia de las corrupciones ‘made in Spain’.
Preguntado por si cree que los últimos acontecimientos hacen necesario revisar la historia de Juan Carlos I, el biógrafo del exmonarca sigue sosteniendo “que todo lo que hizo desde que asumió el trono en 1975 hasta la derrota del ‘Tejerazo’ como contribución a la transición a la democracia es algo que no se puede manchar retrospectivamente”. Sin embargo, sí cree que “de los últimos veinte años habrá mucha revisión”.
La pervivencia de la monarquía depende ahora más de la justicia que de la Casa Real
El experto en el pasado de España no se atreve a vaticinar si este gesto será suficiente para salvar la Corona. “Predecir el futuro no es mi fuerte”, reconoce. Asegura que “algo ayuda a la situación de la monarquía el exilio de Juan Carlos”, y considera que la pervivencia de la institución depende ahora más “de la Justicia que de la Casa Real” y lo que pueda hacer Felipe VI.
Preston señala que “es posible” que si Juan Carlos hubiera dado explicaciones o pedido perdón, algo que no ha hecho en ningún momento, “hubiera ayudado un poco a la situación de la monarquía”, pero considera que el gesto “no habría resuelto las amenazas a las que está sujeta”.
El prestigioso historiador ha reconocido en varias entrevistas que le cuesta entender qué motivó que Juan Carlos I tomase los senderos de las supuestas ilegalidades que ahora están bajo la lupa. Los escándalos conocidos en los últimos años, más allá de los ‘salseos’ protagonizados por ‘el campechano’, rompen definitivamente cualquier resquicio de esa imagen de rey sufridor y sacrificado. Su huida en plena investigación de su supuesto enriquecimiento multimillonario ilícito ha sido la puntilla a su imagen, cuya sombra cada vez era más grotesca.
Preston confía en que, aún así, el emérito pase a la Historia “como uno de los artífices de la democracia”, aunque reconoce que dependerá “mucho” de esas “revisiones” que quedan pendientes de sus comportamientos. Las últimas páginas de esta historia todavía están por escribir, pero todo apunta a que es difícil que recojan un final feliz para Juan Carlos I.
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