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Jimi Hendrix, más allá del 'showman' que tocaba la guitarra con los dientes

Jimi Hendrix durante un concierto en Estocolmo en 1967

José Antonio Luna

31 de diciembre de 2021 20:34 h

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La primera vez que Jimi Hendrix se interesó por la música fue a los 10 años. Ya entonces hacía como que tocaba las cuerdas con el palo de la escoba y su padre, que no sabía nada de acordes, decidió comprarle una guitarra acústica de verdad. Al año siguiente llegó la eléctrica. Nunca recibió clases ni tuvo a nadie cercano que le sirviera de instructor. Su conocimiento fue adquirido escuchando discos de Elmore James, en funciones religiosas y observando a los guitarristas de rhythm and blues que pasaban por su ciudad natal. Aun así, acabó desarrollando una maestría que años después le alzaría como una de las grandes revoluciones de la música rock en la segunda mitad de los 60. 

Pero para entender al cantante primero hay que comprender el lenguaje que aprendió. Es lo que descubre el libro Jimi Hendrix: el salvaje, publicado originalmente solo tres años después de la muerte del guitarrista, en 1970, y reeditado ahora por La Linterna Sorda para recuperar la que es una de sus biografías más completas. Su autor es el veterano periodista Jesús Ordovás, responsable de numerosos libros sobre algunos de los artistas más relevantes de la historia y director de programas musicales en Radio 3 y TVE.

“Fue uno de los grandes, como Bob Dylan o los Beatles. Me dediqué a buscar toda la documentación que podía conocerse acerca de Jimi Hendrix y, con todo ese material, empecé a escribir un libro que acabó teniendo 12 ediciones”, explica Ordovás en una entrevista vía telefónica a elDiario.es.

Su obra comienza contando que Jimi Hendrix nació en un gueto de Seattle (Washington, EE.UU.), el 27 de noviembre de 1942. Su padre era jardinero al servicio de familias blancas y su madre murió cuando era un niño. Empezó a ir a la escuela, pero su progenitor no podía pagarle los estudios y tuvo que abandonarla a los 16 años para ganarse la vida. La situación económica en su hogar no era precisamente la mejor, sobre todo con la llegada del invierno y la ausencia de hierba que cortar. Lo que nunca abandonó fue su guitarra. 

“Después se dedicó a robar coches para fardar con su guitarra y ligar con chicas. La policía le pilló un par de veces y a la tercera ya le condenaron, pero le permitieron librarse de la cárcel alistándose en el Ejército. Era una manera que tenían los norteamericanos de conseguir soldados para ir a la guerra de Vietnam”, apunta el biógrafo. 

Su estancia en la división de paracaidistas no duró demasiado e incluso llegó a fingir ser homosexual para provocar su expulsión, pero el tiempo allí sirvió para estrechar lazos con diversos músicos de rock y blues a los que posteriormente se uniría para recorrer el sur de Estados Unidos. “Aprendió cómo hay que estar en un escenario para no aburrir a la gente. Además de hacer virguerías y tocar muy bien la guitarra, tenía que ser un showman. Por eso hizo cosas como tocar la guitarra con los dientes, cruzada por la espalda, a hacer malabarismos...”, enumera Ordovás. 

Hendrix acompañó a grandes personalidades del panorama musical norteamericano, como a la banda The Isley Brothers o al mítico Little Richard. Pero su acogida no fue la mejor. “Casi siempre le echaban de todos los grupos importantes porque no querían que les eclipsara, ya que todo el mundo se fijaba en él”, observa el escritor.

De clubs de mala muerte al estrellato

Lo curioso es que Hendrix no alcanzó el estrellato en su país natal. Tuvo que cruzar un océano para conseguirlo. “En Estados Unidos tocaba en clubs de mala muerte donde con suerte asistían 50 personas. Le miraban y pensaban: 'pues vaya, un loco tocando la guitarra con los dientes'”, detalla Ordovás. Todo cambió cuando Chas Chandler, bajista original de The Animals y productor, acabó encandilado del guitarrista tras verlo actuar en un bar. Así comenzó su periplo en Inglaterra. El cantante solo puso una condición: que le presentaran a Eric Clapton. Y así fue, pero no salió como esperaban.

El propio Clapton, entre risas, permitió subir al escenario a aquel desconocido artista interesado en compartir espacio con algunos de los mejores músicos de Inglaterra integrados en el supergrupo Cream, como Ginger Baker o Jack Bruce. “Entonces Hendrix se puso a tocar un blues que el propio Clapton había intentado un millón de veces y que nunca había podido tocar por su dificultad. El guitarrista británico se quedó tan perplejo que acabó dejando el escenario, pensando que había pasado de ser el dios de la guitarra a estar muerto musicalmente”, destaca el biógrafo. 

Hendrix también llamó la atención del que precisamente era uno de sus ídolos: Bob Dylan. Este le llegó a definir como “estratosférico” y afirmaba que era él quien había hecho las mejores versiones de sus canciones, sobre todo Like a Rolling Stone y All Along The Watchtower. Esta última, de hecho, pasaría a la historia como una de esas covers cuyo éxito haría sombra incluso al tema original.

Y a partir de ahí Hendrix comenzó una gira sin precedentes que le llevó a ser cabeza de cartel en festivales de todo el planeta, incluida la tierra donde inicialmente era visto con ojos extraños: Estados Unidos. “Sobre todo es recordado por su actuación en el festival de Woodstock, ya que fue el encargado de cerrarlo con la interpretación del himno norteamericano versionado con la guitarra eléctrica. Aquello fue su confirmación mundial”, considera Ordovás. 

Incluso llegó a España, concretamente a la discoteca Sgt. Peppers de Mallorca. “En su actuación, como es habitual, no paraba quieto con la guitarra. Entonces en una ocasión la levantó con tanta fuerza que hizo un agujero en el techo de escayola. Lamentablemente alguien lo arreglo, pero ese agujero debería haber quedado ahí para la historia al igual que los disparos en el Congreso”, comenta entre risas el periodista cultural. 

Aunque a veces se destaca el papel de showman de Hendrix, antes de fallecer le dio tiempo a demostrar que era, por encima de todo, un gran músico. “Tenía una personalidad distinta y fusionaba estilos como nunca nadie había hecho. Nadie había sido en el mundo del rock un guitarrista tan excepcional, con un bagaje de la mejor música americana, del blues, del rock, del funk y que todo eso fuera expresado en canciones”, recapitula el biógrafo. Añade que es considerado también como  “el primer músico negro de rock en ser aceptado y en tener éxito mundialmente”, ya que aunque Chuck Berry fue uno de los padres del género “no fue tan bien recibido”.

Sobre la muerte de Hendrix hay diferentes teorías. El cantante de blues Eric Burdon, con quien dio su último concierto, decía que algún magnate habría ordenado envenenarlo después de que el guitarrista perdiera el interés por hacer giras y codearse con discográficas, haciéndoles perder un negocio millonario. No obstante, la versión policial es otra. “Según la investigación parece llegó a casa con su última novia, tomó unas pastillas para conciliar el sueño y se acostó. Pero ingirió más de las que debía y, cuando vomitó a lo largo de la noche, siguió profundamente dormido. Acabó ahogado”, culmina Ordovás con la teoría que según él es más convincente. Sus días acabaron en 1970 y con solo 27 años, pero dejando tras de sí un legado musical que sigue siendo tan único como él. 

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