La cultura de masas no es el mejor lugar para encontrar historias comprometidas con el acoso escolar o el bullying. Los adolescentes han sido representados durante décadas como un mero animal de entretenimiento, un espécimen al que observar desde la pecera sin generar la menor empatía.
Tuvieron que llegar Buffy Cazavampiros, Judd Apatow con la genial Freaks and Geeks o El club de los cinco, en el caso de la gran pantalla, para invitarnos a salir de la burbuja de clichés que rodean a las animadoras y a los chicos malos del patio. Hasta entonces, el tema del acoso en los institutos se naturalizaba hasta tal punto que servía como bálsamo en las situaciones cómicas. Ese amigo gordito, centro de todas las burlas por su glotonería, o la chica del equipo de matemáticas que se cuela hasta las trancas por el capitán de baloncesto.
De repente, llegó a nuestras pantallas una serie que situaba el bullying en el centro de la trama. Por trece razones partía de la experiencia de Hannah para ilustrar una realidad tan desesperada como el acoso moral y sexual en las escuelas. Solo había un problema: Hannah terminaba suicidándose, dejando además una cinta de casette a cada uno de los acosadores y cómplices de las burlas.
La serie de Netflix dividió a los psicólogos y expertos entre los que aplaudían su audacia y los que la acusaban de frivolizar con algo tan serio como el suicidio. Esta es la segunda causa de muerte entre los adolescentes de Estados Unidos, por eso muchos se escandalizaron al verlo convertido en un thriller palpitante. Pero no es la primera vez que surge este debate. Hace diez años, el escritor Jay Asher se enfrentó a las mismas críticas cuando sacó a la venta su libro homónimo Por trece razones.
Asher se encuentra en Madrid gracias al renacer televisivo de su obra, editada en España por Nube de tinta. El autor siempre ha defendido las decisiones narrativas de la serie, donde estuvo asesorando a Selena Gómez y al equipo de guionistas. “Confío tanto en ellos que en esta segunda temporada les he pedido que no me cuenten nada, quiero que sientan que tienen total libertad creativa sobre la historia”, cuenta Asher a eldiario.es.
La serie aborda algunas situaciones de forma distinta al best-seller, pero su autor opina que siempre desde el respeto y el compromiso. El cambio más palpable es el del uso de las redes sociales en el calvario de Hannah, ya que el cyberbullying no había aterrizado del todo en 2007 y menos aún en los institutos. “Lo que me gusta de esto es que los padres, tan ajenos a este nuevo tipo de bullying o de acoso sexual, pueden ver que es un problema mucho más complejo hoy en día”, afirma Asher.
El personaje de Hannah se inspira en un pariente cercano que, como la chica del libro, cometió un intento de suicidio a los quince años y sobrevivió. Asher pensó que no había lugar para los escrúpulos cuando hay menores que deciden quitarse la vida por el escarnio que sufren a diario, y así surgió la perturbadora trama de Por trece razones. “Cuando pones enfrente cosas complicadas de digerir, la gente siempre te dirá que no lo estás tratando de la forma apropiada”, se resigna el autor.
La escena que levantó más ampollas de la serie fue la del suicidio. Un acto que, en cambio, en el libro se omite. Lejos de criticar la decisión de la cadena, Asher piensa que el golpe de efecto es útil para concienciar. “Yo no incluí ese pasaje y también me dijeron que omitirlo daba una imagen romántica y accesible del suicidio. La serie lo hizo al contrario y ocurrió lo mismo”, resume.
“Cuando escribes sobre temas muy serios, de vida o muerte, sabes que la gente va tener una opinión al respecto. Por eso, como escritor, debes hacerlo y ya está”, afirma con honestidad. Lo que no comprende es que haya padres y profesores que prohíban leer la novela y ver la serie a sus hijos.
¿Estamos acostumbrados a una literatura juvenil condescendiente? “Totalmente. Tenemos tanto miedo a meter la pata que terminamos haciéndolo todo masticable y fácil para el lector”, opina. Sin polémica no se habla de los temas incómodos, y Asher asumió la primera para poner sobre el tapete los segundos. “Si ven a sus hijos viendo la serie, en vez de apagar el televisor, sería mejor que los padres se sienten con ellos y descubran por qué ha llamado su atención. Quizá sea la ocasión de hablar de cosas que los adolescentes no quieren hablar. Se necesita esa conversación”, dice rotundo.
Un drama tal y como lo que es
Las situaciones a las que se enfrenta Hannah en Por trece razones funcionan por acumulación. Hay traiciones, comentarios sacados de quicio y grandes dramas que la conducen poco a poco a una espiral de depresión. Lo único que se repite a lo largo de este proceso son dos hilos conductores que constriñen a la protagonista como una soga: la soledad y el acoso sexual.
Jay Asher quiso moldear así el infierno personal de su protagonista para mostrar que el bullying es un monstruo de muchas cabezas. No entendió que algunos le lanzaran un dedo acusador por derribar un tabú que se da tanto en la literatura como en los colegios. “Está perfectamente bien que este libro sea incómodo o que alguien no esté de acuerdo en cómo salen reflejados el suicidio y el acoso, pero lo importante es que abordamos [también la serie] estos problemas”, se defiende.
Asegura que los comentarios que le culpaban de incitar a ciertas conductas le solían afectar personalmente. Pero decidió escribir este libro para mostrar que la cultura de masas también puede escuchar y hablar sin tapujos de las víctimas, no solo hacer chistes con ellas. “Nos han enseñado a tratar el bullying en comedias para reírnos de él en lugar de afrontarlo. Está muy bien hacer humor con ciertas cosas, pero eso lo condena a que sirva de entretenimiento y nada más”, expone Jay Asher.
El autor, pese a todo, dice recibir mucho más apoyo que críticas. “Cuando me escriben diciendo que gracias a Por trece razones se han sentido por primera vez comprendidos, me provoca satisfacción y a la vez una pena inmensa. Es un reflejo de nuestra sociedad. Pero alguien no tendría que sentirse así por primera vez con un libro”, confiesa.
Hoy en día, Jay Asher se dedica a recorrer las escuelas de Estados Unidos para dar charlas contra el acoso y contar su experiencia personal. “En el colegio era de los que veía a una persona sufriendo bullying y no hacía nada. Ahora me arrepiento mucho de eso”, asegura el autor.
Según él, es importante que los centros educativos intervengan con actividades didácticas o que “simplemente pongan un póster en las paredes para ayudar a las víctimas a saber que el colegio se preocupa”.
Por último, el escritor de Por trece razones mira hacia el futuro. El problema se ha vuelto “brutal” a raíz de la propagación de las redes sociales, pero también se ha convertido en algo mucho más visible que hace unas décadas. “Antes se asumía que pasaba, y punto. Es increíble que ahora haya organizaciones luchando activamente contra ello”, dice. En cuanto a la función de la cultura de masas, Asher invita a tomarla como revulsivo.
“Mi hijo es muy pequeño, y ojalá no le ocurra a él, pero si le ocurre a un amigo me gustaría que tenga libros y series que facilitasen la conversación”, asegura. Millones de adolescentes están hablando hoy en día del acoso escolar, así que se puede decir que Por trece razones ha cumplido su cometido. Y, como recuerda su autor, cuando se quiere incidir en un problema como el de los suicidios adolescentes, la sutileza es un factor sobrante en la ecuación.