Isabel Allende: “Cada vez que se dice la palabra literatura la mente se va a los libros que escriben los hombres blancos”
La escritora vuelve a las librerías con 'Mujeres del alma mía', un ensayo autobiográfico sobre su relación con el feminismo y las mujeres que marcaron su vida
Desde hace algún tiempo, tampoco demasiado, los libros sobre feminismo se han hecho hueco en las secciones de novedades de las librerías. Pero si Isabel Allende aparece con un volumen dedicado al tema se extiende la alfombra roja para que entre. Su firma está ligada al éxito arrollador de ventas, es una de las autoras más leídas del mundo y casi cualquier cosa que publique recibe atención automática. Ahora acaba de lanzar, simultáneamente en España y América Latina, Mujeres del alma mía (Plaza & Janés) un ensayo autobiográfico sobre su relación con el feminismo y las mujeres que marcaron su vida.
De Panchita, su madre, al colectivo chileno Las tesis pasando por Virginia Woolf. No se trata de un libro estructurado por capítulos dedicado a cada una, sino de un relato de su vida en el que van apareciendo oportunamente. Puro estilo allendiano aunque no pierde comba de la actualidad: reflexiona incluso sobre el lenguaje neutro, ya que sus nietos se definen como no binarios y aboga por su uso. Tiene 78 años, el entusiasmo de una veinteañera y buen humor perenne, así que conviene leer esta entrevista que concedió por videollamada a elDiario.es con tono risueño.
Su libro llega en el momento en el que el feminismo está efervescente pero también en medio de una pandemia mundial. ¿Por qué ahora?
Hace poquitos años hice una conferencia de mujeres en Ciudad de México y mi discurso se convirtió en un fenómeno viral. Entonces la editorial Plaza & Janés me dijo: “Vamos a publicarlo”. Pero había que echarle una mirada porque en menos de un año habían pasado tantas cosas que no se podía hacer un refrito con esto. Así que les dije que me dejaran pensarlo y me puse a reflexionar en lo que había sido mi trayectoria, mi vida, en las mujeres que me han influenciado. Yo no podría estar aquí conversando ni ser escritora si no hubiese tenido tanta ayuda de mujeres.
Empezando por aquellas mujeres empleadas domésticas que me ayudaron a cuidar a mis hijos y me permitieron trabajar. Mi suegra, que vivía al frente de mi casa y me ayudó con los niños. Carmen Balcells, mi madre, tantas. Y las mujeres anónimas con las que trabajo en mi fundación. Son las más vulnerables y son las que me inspiran: mujeres fuertes, resilientes, que se sobreponen a los traumas más brutales y salen adelante.
Como comenta en su libro, las mujeres somos las primeras que perdemos en las guerras y en los desastre. ¿Cree que la pandemia hará que nuestros derechos retrocedan?
Las mujeres son las que están en primera línea en los hospitales, son las que están enseñando a los niños en casa porque no hay escuela. Mi fundación trabaja con violencia doméstica, tenemos refugios y casas de acogida. Y ahora no podemos detectarla porque sucede todo en el interior de la casa y hay un incremento tremendo de la violencia contra la mujer que ni se sabe.
Y sí, creo que puede haber un retroceso. Pero aunque lo haya, este es un movimiento irreversible y mientras más mujeres estén informadas y conectadas entre sí, más poderoso es. Eso se obtiene hoy mucho más fácil que antes. Cuando empezaron las sufragistas a luchar por el voto femenino, lo que estaba pasando en Londres no se sabía en Chile, no había comunicación ni información. Había unos panfletos que se pasaban en la calle, no más. Hoy día, cualquiera que pase, a favor o en contra, se sabe en todos lados. Estar conectadas entre nosotras nos hace mucho más poderosas.
¿Tiene más lectoras que lectores?
Sí, muchas más. Mujeres de todas las edades y hombres jóvenes. Hubo una generación en la que los hombres se sintieron muy agredidos por el feminismo y reaccionaron con una agresividad tremenda. Pero los hijos de esas mujeres feministas, que sería la generación de mi hijo Nicolás [nació en 1966], ya vivieron con una situación un poco cambiada aunque de todas maneras su rol masculino se vio desafiado y tuvieron que adaptarse. Ya para mi nieto no es un problema este asunto. Los grandes aliados en este momento para el movimiento son los hombres jóvenes.
¿Puede que más bien tendrían que serlo? Porque quizá no lo son del todo todavía...
Bueno, todavía queda mucho troglodita suelto por ahí. Pero por lo menos ya los identificamos. Algo es algo.
En su libro habla del rechazo que en un momento hubo a la palabra feminismo por parte de las mujeres porque la identificaban con una mujer fea que iba en contra del hombre. Pero en sus novelas, aunque no lleven la etiqueta 'feminista', hay muchos personajes de mujeres independientes o de ejemplos de sororidad como puede ser la relación de Clara y Férula en La casa de los espíritus. ¿Cree que sus libros han servido para que algunas lectoras se acercasen al concepto de feminismo sin usar la palabra?
Me llegan miles de cartas y correos de gente que se identifica con los personajes de los libros. Y me dicen “usted me cambió la vida”, a lo que yo contesto siempre que no lo hice, sino que eso ya lo llevaba dentro la persona. Lo único que hago es ponerlo en palabras.
Eso fue lo que me pasó a mí con el feminismo. Yo sentía la sublevación dentro, la rabia, pero no sabía cómo decirlo. Hasta que empecé a leer a las feministas americanas y europeas y me dí cuenta de que había un movimiento y de que no era una lunática, había millones de mujeres metidas en esto. Me dieron ese lenguaje articulado para expresar lo que yo quería. Así que yo le digo siempre a mis lectoras que si no hubiesen tenido esta idea no me hubieran leído. Los que no están de acuerdo conmigo no leen mis libros. Uno en el fondo le está predicando al coro siempre.
Carmen Balcells, su agente literaria, la avisó de que le iba a costar el doble o el triple que a un hombre obtener reconocimiento. Además de por ser mujer, ¿puede haber tenido algo que ver la temática de sus libros? Que los identificaran como literatura dirigida solo a un público femenino.
Cada vez que se dice 'la literatura' inmediatamente la mente se va a los libros que escriben los hombres blancos. Cuando escribe una mujer es literatura femenina, cuando escribe un negro es literatura afroamericana, cuando escribe una persona para los niños es literatura infantil. Apenas le pones un adjetivo, lo disminuyes. Es como la democracia, le pones un adjetivo y la disminuyes.
Rara vez, pero todavía me encuentro con algún hombre que me pregunta a qué me dedico y cuando digo que escribo novelas, me contesta que no lee novelas escritas por mujeres. Y te lo dicen a la cara. De manera que hay que vencer ese prejuicio. Pero yo tengo muchos lectores hombres jóvenes, así que no me hace tanta tanta falta el resto.
Un escritor del que dice no acordarse el nombre en su libro, utilizó la palabra escribidora para referirse a usted cuando le dieron el premio Nacional de Literatura. Es curioso porque Vargas Llosa utilizó la misma palabra para referirse a Corín Tellado que, con todas las diferencias que hay entre ambas, también llegó a un público inmenso y ayudó a muchas mujeres a entrar en el mundo de la lectura. Él lo hizo como un elogio, pero aún así, ¿qué significa escribidora? ¿Qué se tiene que demostrar para conseguir ser una ‘escritora’?
Vargas Llosa tenía una gran admiración por ella. Creo que se refería a La tía Julia y el escribidor (su novela autobiográfica publicada en 1977) que era quien escribía las radionovelas. Pero en mi caso fue francamente despectivo. Tanto, que Carmen Balcells le preguntó que si había leído algo mío y él contestó que no, que ni muerto lo haría. Así que juzgó antes de leerlo, ya tenía el prejuicio establecido.
Pero no fue solo porque soy mujer, sino porque tengo éxito. Como me dijo Carmen muy claramente, eso a una mujer no se le perdona. Cuando dicen que una mujer es ambiciosa, es peyorativo. Pero cuando un hombre es ambicioso, se va a comer el mundo.
Se define como una mujer romántica. Desde algunas partes del feminismo se está cuestionando el concepto de amor romántico que nos han inculcado a todos y todas por la carga tóxica que puede conllevar, los celos, la posesión. ¿Hay alguna manera de vivirlo sin que sea dañino?
No sé cómo se puede vivir en la juventud. Pero sí te puedo decir cómo se puede vivir en la vejez. Me preguntan muchas veces cómo es casarse a los 77 años y yo contesto que es igual que a los 20 o a los 50 pero con una tremenda sensación de urgencia. Porque no sabes cuánto tiempo tienes por delante y no es mucho. Yo visualizo en mi mente un calendario en el que van sacándole las hojas cada día y cada vez quedan menos. Yo no puedo perder un día de mi relación con Roger porque dejó los calcetines tirados en la escalera. La paciencia, la tolerancia, la simpatía y el humor, todo eso es fundamental en una relación.
Lo perdemos de vista cuando somos jóvenes, por el impulso, por la pasión, por la impaciencia y, además, por las circunstancias externas. Hay mucha gente que está muy presionada. Tienen que trabajar demasiado para ganarse la vida, ir de aquí a la oficina son dos horas en autobús, ya no hay la familia que te sostenga y que te ayude. Toda esa presión influye para destruir el romanticismo y cuesta mucho salvarlo.
Sus libros han llegado a muchísima gente, pero a través de la película de La casa de los espíritus y la serie Inés del alma mía aún a más. ¿Está contenta con las adaptaciones?
La serie es buenísima. La película me gustó mucho, pero es muy poco latinoamericana. Hay un proyecto para hacerla de nuevo, en formato de serie de ocho capítulos, porque los derechos de la película vencieron hace un año y medio. Inmediatamente empezaron a llegarme propuestas para hacerla de nuevo y realmente se presta mucho más para ser una serie que una sola película.
Cuando se hizo en su momento, en el año 95, no se podía hacer una película de éxito internacional que no fuera en inglés con estrellas del cine. Y sale muy falso en cierto sentido hacer una película latinoamericana con actores 'anglos' y en inglés. Pero hoy en día ya no es necesario, puede ser en maya o en quechua porque la gente está acostumbrada. Para un éxito internacional no necesitas grandes actores, lo que necesitas es una muy buena dirección.
¿Empezará a escribir un nuevo libro el próximo 8 de enero como es su tradición?
Creo que sí. Acabo de terminar una novela que estoy revisando y creo que la voy a tener para diciembre. Entonces el 7 de enero tengo que tener alguna cosa en la cabeza para empezar al día siguiente y no tengo nada. Pero ya me ha pasado antes. Llega el día 8 de enero y estoy en blanco. Así que hago mi pequeña ceremonia frente a la computadora, me siento y escribo lo que sea. Y en el transcurso de las siguientes semanas, aunque a veces se demora bastante, se va consolidando una idea. Aparecen algunos personajes desdibujados y se van asentando. Es un trabajo de paciencia, de pasar las horas que se necesiten. Es como entrenarse para el deporte, tienes que sacar el músculo de alguna manera así que te presentas todos los días y lo haces.
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