'Nela 1979', un relato contra el silencio de la heroína en la Barcelona de los 80
Un sábado de primavera, Juan Trejo buscaba algo en televisión para ver con su mujer después de comer. Sus hijos les habían dejado en el sofá porque ya sabían que lo más probable era que sus padres se quedasen dormidos como siempre. Sin embargo, su predicción no se cumplió en esa ocasión porque en la pantalla apareció Sonrisas y lágrimas, la mítica película musical en la que Julie Andrews hace de monja institutriz de los siete hijos del capitán Von Trapp.
El filme tiene un significado especial para Trejo, pero no se esperaba la llorera que le entró cuando empezó a sonar la canción principal. Pero, aunque en ese momento le comentó a su esposa que no sabía qué le pasaba, las lágrimas tenían explicación: fue la primera película que vio en el cine gracias a su hermana Nela en 1974. Cinco años después y tras muchos giros vitales, ella murió y su recuerdo quedó sepultado. Hasta ahora.
Su figura ya había aparecido de pasada en un libro anterior, pero en Nela 1979 (Tusquets) el escritor ha intentado reconstruir lo que fue la vida de esa hermana mayor de la que apenas sabía. Su fallecimiento, a los 21 años, se achacó al consumo de heroína, lo que sumió a sus padres en un profundo pozo de vergüenza. De hecho, intentaron ocultarlo y la versión oficial del suceso fue que la joven había muerto por una perforación de estómago. Trejo no se enteró de su relación con la droga hasta muchos años después, porque en su casa se dejó de hablar de ella por completo. Llevaba sin estar presente en las conversaciones desde que se fue de casa a los 17 años, pero tras su muerte desapareció del todo.
Desenterrar a Nela
“Uno de los motores de esta investigación y de la escritura de este libro fue intentar encontrar luz en una historia que para mí era oscura”, dice el autor a este medio en la cafetería de una librería barcelonesa. Indagar en la vida de una persona puede sacar a relucir secretos poco agradables, pero Trejo no tenía ese temor porque lo que sabía ya era tan malo que lo más probable es que lo que encontrase fuese bueno. “Sí es verdad que descubrí cosas que no me gustaron pero no fueron oscuras. Como todo lo relacionado con la muerte de mi hermana, con los detalles más técnicos, como la negligencia médica que yo creo que fue la causa principal de su muerte”, explica.
Su madre, que en ese momento ya sufría las consecuencias del Alzheimer que agravaba su carácter difícil, se enfureció cuando le contó su intención de escribir sobre Nela: “Tu hermana murió hace 40 años. ¿Para qué vas a desenterrarla ahora? Está bien donde está”, le espetó.
Pero sus dos hermanos, Carmen y Paco, sí se mostraron colaboradores. Podría no haber sido así porque ellos, que son más mayores, sí vivieron con ella y algunos momentos no fueron muy agradables. “Realmente entendieron enseguida en qué podía llegar a consistir esta reconstrucción y se mostraron muy generosos. El problema es que tenían muy poquitos recuerdos, estaban muy enterrados”, comenta. “Ya han leído el libro los dos y su lectura ha sido supergenerosa, muy afectiva, muy posibilitadora. Les estoy enormemente agradecido”.
Ellos tienen menos protagonismo pero sus progenitores sí están muy presentes, porque explicar su trayectoria vital era esencial para entender el porqué de muchas de sus actitudes. Procedentes de un pequeño pueblo de Extremadura, emigraron a Barcelona en los años 60 en busca de un futuro mejor que el que les ofrecía su tierra (o eso pensaban). Se establecieron en el barrio de Vallcarca y, durante muchos años, hospedaron en su casa a familiares y amigos extremeños que llegaban a la ciudad con el mismo objetivo que ellos.
Su madre se enfureció cuando le contó su intención de escribir sobre Nela: “Tu hermana murió hace 40 años. ¿Para qué vas a desenterrarla ahora? Está bien donde está”, le espetó
Hubo un tiempo en el que llegaron a vivir tres familias a la vez en ese sótano de la calle Gomis. “Mis padres requerían un poquito más de atención, porque yo no quería que el libro se entendiera como una historia escrita contra ellos o para culparlos de algo”, declara Trejo. “Fueron víctimas de las circunstancias, como lo fue mi hermana de las suyas también y lo fuimos nosotros del resto de cosas que ocurrieron, como les pasa a todas las familias”.
'El rollo' de Barcelona
Nela, abreviatura de Manuela, formó parte de eso que se conocía como ‘el rollo’ en la Barcelona de los años 70: una escena alternativa integrada por jóvenes que pensaban que podría haber otro modo de vida diferente al imperante, con Franco aún presente.
A través de la figura de su hermana, Trejo también ha podido retratar a esa generación un tanto ignorada, según su opinión. “Me di cuenta de que [Nela] representaba de algún modo a una generación tan olvidada como había sido ella en nuestra familia, pero a un nivel social o de historia reciente de España. Hubo focos en Sevilla, en Formentera y en Valencia pero Barcelona fue un foco de irradiación importante desde el 73 hasta las primeras elecciones”, afirma.
Ellos fueron los primeros consumidores de drogas como la heroína, que era una sustancia que solo estaba al alcance de la gente con dinero, antes de que su consumo se convirtiese en la epidemia devastadora de la siguiente década. “La contracultura tenía mucho que ver con la clase media-alta porque para poder consumir heroína tenías que ser amigo de alguien que había ido a India o Pakistán. Ellos quedaron fuera del relato de vicio y depravación con el que se relaciona a esta droga años después. No había manera de encajarles, así que se les borró”, explica. “Hubo algunos que sí pudieron pasarse a esa nueva idea más mercantil de la cultura y que triunfaron, hicieron mascotas incluso para las Olimpíadas. Pero, en general, esa generación fue borrada”, afirma.
Me di cuenta de que Nela representaba a una generación tan olvidada como había sido ella en nuestra familia, pero a un nivel social o de historia reciente de España. Hubo focos en Sevilla, en Formentera y en Valencia pero Barcelona fue un foco de irradiación importante desde el 73 hasta las primeras elecciones
El origen de cada uno marcaba también jerarquías dentro del propio movimiento de la contracultura. Nela vivió durante un tiempo en La Floresta, un barrio de Sant Cugat del Vallès que durante los años 70 fue uno de los núcleos habitacionales del ‘rollo’. La historia de ese lugar –que merecería un artículo aparte– se puede conocer en el documental La Floresta, 100 anys d'històries de Juan A. Gamero donde se cuenta cómo se establecían los rangos dentro de la comunidad. “Mi hermana vivió toda esa etapa siendo muy joven, siendo una chica muy intuitiva, muy inteligente. Pero venía de donde venía, no tenía formación”, explica Trejo. “Un tipo burgués al que entrevisté, que vivió en aquella época, me dijo que hermana debía ser de los más tirados”.
Viaje emocional
Fue en La Floresta donde Nela conoció a Valerio, un joven italiano que se convirtió en su pareja y con el que se mudó a Génova durante una temporada. Él también consumía heroína y en su ciudad natal tenía contactos que podían proporcionársela de forma más fácil y barata que en Barcelona. Más tarde, recalaron en Valencia, movidos siempre por la necesidad de conseguir droga. Él fue quien la llevó al hospital cuando empezó a quejarse de un dolor de estómago demasiado fuerte como para ser normal. Cuando Trejo se puso a investigar sobre su hermana, él ya había muerto pero el escritor consiguió dar con algunos miembros de su familia que la habían conocido.
La escritura de 'Nela 1979' ha supuesto para Trejo un viaje emocional lleno de altibajos. Desde la tristeza y la frustración al subidón de recibir noticias desde Italia. “Lloraba como una magdalena, en mi casa hace mucho rato que se burlan de mis llantos”, sostiene con tono divertido
“Durante tiempo tuve que gestionar malamente la frustración de no encontrar prácticamente nada. Tenía dos fotos de mi hermana, un par de fotos que mis padres recuperaron después de que muriese, los escasos recuerdos de mis hermanos y apenas cuatro cosas de los amigos que había tratado”, declara el escritor. “Cuando contacté con la familia y amigos de su novio, se me abrió un universo diferente. Ahí es donde encontré la energía y la luz que me hacía falta para acabar de cerrar el libro. Se podía escribir sin eso, pero hubiera sido un libro, desde mi punto de vista, bastante más triste”. A día de hoy, aún mantiene el contacto con ellos y les está muy agradecido, algo que especifica al final del volumen. “A mí me han cambiado la vida porque me ha permitido ver la historia de mi familia a través de ella de una manera mucho más satisfactoria, más clara, más luminosa”, comenta.
La escritura de Nela 1979 ha supuesto para Trejo un viaje emocional lleno de altibajos. Desde la tristeza y la frustración al subidón de recibir noticias desde Italia. “Lloraba como una magdalena, en mi casa hace mucho rato que se burlan de mis llantos”, sostiene con tono divertido. El goteo de información acerca de su hermana ha seguido después de que diese por terminado el trabajo porque hubo gente que se enteró de su investigación tiempo después, como amigos de sus hermanos. “Me habría encantado incluir algunas de esas historias. Yo sospechaba que a mi hermana le gustaba escribir, pero no tenía detalles hasta que una chica me contó que había ganado un premio escolar con un relato. Descubrí que tenía esa sensibilidad”, explica. Volver a ver Sonrisas y lágrimas podría ser el siguiente reto a superar, aunque se muestra cauto. “Cuando estaba con el libro, en una etapa muy intensa, lo intenté y decidí que no hacía falta. Ahora yo creo que ya la puedo ver, pero me hago un poco el interesante”, concluye.
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