Naomi Klein, la madrina del movimiento antisistema
Naomi Klein estaba en Seattle cuando empezaron las manifestaciones. Era finales de noviembre de 1999 y más de 1.400 organizaciones, incluyendo sindicatos, organizaciones medioambientales, humanitarias, libertarias, campesinas, etc. se habían unido para boicotear la tercera cumbre ministerial de la Organización Mundial del Comercio, desarticulando el encuentro. Seattle fue un incendio que se extendió a Washington, DC, donde miles de personas se manifestaron contra el Banco Mundial y el FMI. El siglo XX con imágenes de pancartas, de caras pintadas y de brutalidad policial.
Muchos dicen que Seattle fue el principio de todo, del movimiento antiglobalización, de la resistencia anticapitalista, del 15M, de todo. Y No Logo, el libro que escribió Klein a raíz de los disturbios, fue el primer contacto con el activismo de una generación entera. Dieciséis años más tarde, podemos decir que es uno de los libros más influyentes del siglo XXI. Cuando Knopf lo publicó en el 2000, Klein tenía 30 años.
Desde entonces, la canadiense se ha convertido en una de las voces más carismáticas y estables del movimiento anticapitalista. Su firma aparece regularmente en el New York Times, The Nation o Democracy Now. Es normal ver su cara en los documentales sobre los abusos corporativos y los derechos civiles. Las tesis de sus libros se han convertido en parte del lenguaje, un lugar común.
Aprovechando la visita de Jordi Evole, que entrevista a Klein en su casa de Toronto, recordamos los títulos que componen su trilogía anticapitalista, tres iconos de los movimientos sociales que cambiaron el mundo.
No Logo: el poder de las marcas se titulaba en realidad Taking Aim at the Brand Bullies (metiéndonos con los abusones corporativos) y es el libro que hizo que todo occidental mayor de 35 años se sienta culpable entrando en un Startbucks. El primer libro de Klein señalaba las estrategias colonialistas de la casta del global branding, como Starbucks eliminando a los cafés locales o Barnes & Noble, a los libreros. O empresas como Nike o Wall-Mart, que destruyen los movimientos obreros y dinamitan el mercado llevando sus talleres a países del tercer mundo.
Su objetivo era periodístico: Klein estaba convencida de que la chispa de la resistencia a estas prácticas era darlas a conocer. Era el libro necesario en el momento justo. Y fue una bomba. Para muchos, su iniciación a la política.
La Doctrina del Shock trata de explicar cómo y en qué momento dejamos que el capitalismo más exacerbado cogiera las riendas de la economía global. Si hoy la doctrina del shock es un lugar común, es gracias a este libro donde Klein describe la estrategia de provocar o aprovechar una crisis profunda en un país -un golpe militar, un desastre natural, un colapso financiero- que deje a la población lo suficientemente vulnerable para inyectar medidas neoliberales que nadie aceptaría en otro contexto. Del golpe de Pinochet en Chile al huracán Katrina, que el ideólogo Milton Friedman describió como “una oportunidad para reformar radicalmente el sistema educativo” de Nueva Orleans.
A ella se le ocurrió mientras cubría la segunda guerra de Irak para Harper's Bazaar. Aunque en esta entrevista descarta que España fuera un buen ejemplo, era demasiado pronto. Si hubiera esperado un poco tendríamos un capítulo propio en su segundo libro.
En Esto lo cambia todo, Klein le da la vuelta a la tortilla, y propone ingeniosamente ejecutar la doctrina del shock desde la izquierda, aprovechando la urgente crisis medioambiental para imponer medidas progresistas que reduzcan el consumo de recursos y nos ayuden a vivir de manera más saludable. Un plan Marshall para la tierra.
La estrategia es singular pero las políticas son las de siempre: energías renovables, fomento del transporte público y rediseño de ciudades para acabar con el imperio del coche, paquetes de ayuda para los desastres naturales. Regulación. Lee nuestra otra entrevista con ella.