La historia de una joven marroquí que tiene un hijo fuera del matrimonio e inicia un periplo desquiciado para conseguir mantener intacta su reputación es el argumento de “Sofia”, un filme en el que su directora, Meryem Benm'Barek, incide en la relación entre la opresión de género y la opresión económica.
“El corazón del la película es la fractura social de una sociedad desigual como la marroquí, en la que el dinero lo puede todo”, ha explicado a Efe la directora marroquí, que cree que el tema que aborda es universal “porque el ultraliberalismo y el capitalismo nos afectan a todos”.
De hecho, este primer largometraje de Benm'Barek, que se esttrenará el próximo viernes en España en salas comerciales, ha sido muy bien recibido fuera de Marruecos y premiado como mejor guion de la sección “Un cértain regard” del Festival de Cannes.
En Marruecos ha abierto un debate muy interesante porque “las cosas son más complejas de lo que parecen” y ha recibido “críticas y alabanzas tanto de los sectores conservadores como de los liberales”.
La película narra la historia de Sofia, una joven de veinte años que sufre un transtorno llamado negación del embarazo, en el que el cuerpo no da señales de gestación porque la mujer rechaza la realidad.
Sofia rompe aguas durante una comida familiar ante el estupor de su prima, que la lleva a escondidas a un hospital, donde no la quieren atender porque necesitan los datos del padre.
El artículo 490 del código penal marroquí castiga las relaciones sexuales mantenidas fuera del matrimonio con penas de entre un mes y un año de prisión.
“La negación del embarazo, que es algo que realmente sucede más a menudo de lo que algunos piensan -ha aclarado la realizadora-, es el elemento que utilizo en la película para arrancar con un ritmo alto de 'thriller social'”.
Pero el tema central no es tanto esta patología como el entorno social que la provoca y ese “equilibrio injusto, pero equilibrio al fin y al cabo, en el que se sustenta la sociedad marroquí”.
La joven protagonista es sin duda una víctima más de un sistema de poder en el que la mujer ocupa un lugar muy bajo, pero la directora rompe con la estructura víctima-verdugo e intenta ir más allá.
“Tanto en el mundo occidental como en el árabe, las mujeres suelen presentarse como víctimas del patriarcado, y ciertamente el patriarcado existe, pero algunas mujeres ni si quiera se pueden permitir el lujo de comportarse como víctimas”, ha señalado.
En la película este hecho queda reflejado en los dos personajes principales: la joven embarazada de clase baja y su prima de clase de alta.
“Si el embarazo no deseado lo hubiera tenido la prima, con dinero posiblemente podría haber elegido ser víctima, pero le pasa a la que no tiene dinero, por lo que su salida tiene que ser otra, y de hecho es otra: intenta mantener intacta su reputación y darle la vuelta a la desgracia para que se convierta en una oportunidad”, ha relatado.
“Pero al darle la vuelta a la desgracia y adaptarse al sistema injusto en el que vive, la protagonista acaba participando de su propia opresión”, ha agregado.
Benm'Barek ha hecho el largometraje “pensando en todos los públicos, pero especialmente en el marroquí”, y por eso ha narrado la historia “de una manera muy realista y sin escenas de sexo, para que resultara muy accesible”.
“No me he autocensurado -ha aclarado-. Las escenas de sexo no eran necesarias, y al no incluirlas he conseguido que los sectores conservadores vean la película e incluso que les guste”.
En su opinión, el problema “no es la ley en sí misma, sino como afecta a los más frágiles, que se ven obligados a abortar en condiciones insalubres, a abandonar niños, al infanticidio o a dar a luz niños estigmatizados, hijos de madres estigmatizadas”.
“No se puede desligar la opresión a la mujer de la economía global -ha insistido Benm'Barek-. Los jóvenes del mundo árabe están replegándose sobre sí mismos, cerrándose y acercándose a los extremismos porque no ven perspectivas de futuro en un mundo injusto y desequilibrado. Todo está ligado”, ha concluido.
Rosa Díaz