El resultado de ese inesperado mestizaje son tres discos, todos ellos homónimos, en los que la tradición convive con una renovada versión ibérica del género, lo que les ha valido el respeto internacional y premios tan relevantes como el Impala, que otorga la asociación de sellos independientes europeo al mejor álbum del año en el Viejo Continente. Eso fue en 2013 a propósito de su segundo largo, pero estos días el trío formado por Pedro de Dios, Carlos Jimena y Paco Luis Martos vuelve a la carga con un nuevo trabajo, esta vez registrado en los londinenses estudios ToeRag de la mano de Liam Watson.
Watson es uno de los productores más influyentes en la última década por su trabajo junto a The White Stripes (Elephant, por el que recibió un Grammy en 2003) y buena parte de los nombres más destacados del rock revivalista contemporáneo (Tame Impala, Holly Golightly, The Ettes, Pete Molinari o nuestros Doctor Explosión). El resultado se preveía explosivo y cumple con las expectativas. Pedro de Dios nos cuenta cómo desencadenaron una maldición al pisar la tumba de un bluesman del Mississippi y del dedo de Hound Dog Taylor.
¿Cómo explicáis que una banda de Úbeda que practica blues termine triunfando en medio mundo?
Pues no sabría responderte. Quizás sea la piedra de Úbeda...
¿Quién toma la decisión de ir a los ToeRag a trabajar con Liam Watson? ¿Era el Elephant de White Stripes la principal referencia que manejabais para marcharos a Londres? Elephant
Nos lo recomendó Mark Kitcatt, el capo de nuestro sello Everlasting Records. Si te soy sincero nosotros no teníamos ni idea de que existía. ToeRag más que un estudio de grabación tal y como hoy los entendemos parece un laboratorio de máquinas antiguas, con el tipo de material que encontrarías en estudios antiguos como Chess o Sun Records, así que al investigar y ver algo así no nos costó mucho decidirnos. Si hay algo que está claro de nuestro paso por ToeRag es que el disco suena realmente bien.
Siempre habéis grabado vuestros discos tocando en directo en el estudio, también en esta ocasión, ¿cierto?
Así es. En ese sentido creo que las diferencias entre este disco y los precedentes tienen más que ver con el sonido y las canciones. Es un sonido muy orgánico y fiel a lo que hacemos sin perder “el pantano” y en las canciones hemos incorporado nuevos guiños, como Howlin’ Wolf o Charlie Parker, incluso algún rock’n’roll a lo Johnny Burnette. En el aspecto técnico ha sido de lo más primario y sencillo: ocho pistas, unos pocos micrófonos y dos cintas de media hora.
Pese a practicar una música de género, en este nuevo disco se aprecia una vocación clara de no permanecer quietos, por moveros hacia un sonido más psicótico y nervioso, y en cierto modo más cercano a vuestros orígenes como fans de Gun Club. “Involucionar” que decíais hace un tiempo a propósito de este mismo tema en una entrevista.
Así es. Lo de “involucionar” no es un capricho, se convierte en algo fundamental cuando estás metido en estos terrenos. En realidad creo que volver a los orígenes es saludable y muy aconsejable en cualquier oficio.
Os habéis pateado España de arriba abajo varias veces tocando en directo. ¿Es Guadalupe Plata la demostración de que la persistencia a la hora de tocar en directo es a día de hoy la llave para que un grupo funcione?
En el último año habremos dado del orden de 70 u 80 conciertos. La persistencia es fundamental pero no creo que sea la clave de todo, hay muchas otras cosas como ser sincero para con lo que haces y el romanticismo...
El caso es que poco a poco os vais convirtiendo en habituales de los escenarios en EEUU e incluso habéis formado parte del cartel de festivales de blues en la cuna del género, Mississippi…
El Deep Blues no es para nada un festival de blues al uso. Para mí es un referente en cuanto que por allí pasan las propuestas mas involucionadas, chatarreras y futuristas del género, todo en un ambiente muy cercano y familiar. Para nosotros es un gran honor poder haber tocado estos dos últimos años. Además hay una anécdota que nos sucedió allí y tiene que ver con este disco: fuimos a visitar la tumba de T Model Ford junto con Chris Johnson, el mecenas de todo esto, que además tiene como afición visitar lápidas de bluesmen históricos y hacer un calco de las mismas con papel y carboncillo. El caso es que Paco pisó una maceta y una tromba de hormigas como mandada por el mismo T Model Ford se lanzaron a por nosotros y nos picaron. Fue como si nos hubiesen lanzado una maldición desde la tumba y decidimos representar ese episodio en la portada del nuevo disco.
Con tanto viaje a la meca del blues, ¿ha cambiado ya esa situación a la que hacíais referencia hace años presentándoos como “apestados” para el circuito blues de nuestro país?
“Apestados” en el sentido en que no encajamos en un blues encorchetado y apolillado que se parece más a un duelo de pistoleros que a otra cosa y que parece que es lo que está a la orden del día. Ahí nunca encajamos y seguiremos sin hacerlo.
¿Y qué me dices del flamenco? ¿Hasta qué punto el flamenco forma parte de vuestro adn musical? ¿Cabe pensar en Guadalupe Plata incorporando en el futuro elementos del flamenco en vuestra música?
De alguna manera el flamenco siempre ha estado con nosotros, es algo que nos guste o no está en nuestro entorno e inevitablemente se pega. En el próximo mes de junio precisamente vamos a presentar algo en esa línea en el festival Etnosur. Lo haremos con mucho respeto y cogiéndolo por el lado mas primitivo y oscuro.
Igualmente en alguna entrevista os leí “amenazar” con incorporar aspectos de la música religiosa de Semana Santa de Úbeda. No sé si es algo a lo que todavía le dais vueltas…
Dicho y hecho, en el disco del galgo, nuestro disco de 2013, hay “bluses” con ritmos de Semana Santa, en los que se añadieron bombos del Santo Entierro. Pero no somos lo únicos que hemos trabajado en esa línea: Pájaro, de Sevilla, también incorporan elementos de la Semana Santa como la corneta al modo Morricone en Santa Leone; un discazo por cierto...
¿Cuál es en líneas generales tu opinión sobre la música que se hace en España?
Complicado. Por un lado hay una buena escena underground, pero por otro hay una tendencia al refrito que se mete en todas las esferas, de grupos que se agarran a la primera moda de turno o directamente están inmersos en una cultura del pelotazo, dando fruto a un gran tsunami de “grupos salchicha” o éxitos de siempre, cosas que no molesten. Todo esto recibido por un público masivo que quiere oír la canción más famosa para cantarla con su prima a la que también le gusta mucho. Sólo hay que poner el dial y darle una vuelta para darse cuenta.
¿Y cuál es desde vuestro punto de vista la función que el músico en nuestra sociedad actual? ¿Preservar un acervo? ¿Tender puentes hacia otras culturas? ¿Dar fe del momento actual? ¿Simplemente entretener…?
Todo eso que has dicho vale, pero mientras algunas de esas cosas son consecuencia ineludible del acto de hacer canciones, otras son deliberadas y se buscan. En nuestro caso no creo que exista una premisa única... Bueno, sí. La de encontrar el sexto dedo de Hound Dog Taylor.