Hoy habrían ejecutado a Keith LaMar

Nando Cruz

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Keith LaMar debería estar viviendo hoy el último capítulo de su vida. Este 16 de noviembre de 2023, una inyección letal debería entrar por sus venas, paralizar sus pulmones y finalmente causarle un paro cardíaco. Ese era su destino, y de él era consciente desde que en 1993 fue condenado a la pena capital por participar activamente en la muerte de cinco personas durante un motín en la prisión de Lucasville donde cumplía condena por otro asesinato. En julio, tras casi tres décadas en el corredor de la muerte, recibió la noticia de que su ejecución quedaba aplazada al 13 de enero de 2027. El motivo no fue misericordioso, sino meramente logístico: la empresa farmacéutica que fabrica esas inyecciones se niega a servirlas a centros penitenciarios de Ohio para que ejecuten a personas. La semana pasada otro reo de Texas sí fue ejecutado mediante una inyección letal.

La plataforma Justice For Keith LaMar lleva años defendiendo su inocencia y luchando para impedir esa ejecución. Uno de sus últimos cartuchos era actuar en Ohio, el Estado donde nació Keith LaMar y donde lleva encarcelado más de media vida. En primavera ya se celebraron tres conciertos con el objetivo de presionar al gobernador de ese Estado para que anulase la ejecución. Lo hizo, pero no por voluntad propia sino forzado por la ausencia de inyecciones. Aun así, fue una victoria que permitiría ganar tiempo al tiempo. Una semana antes de la anunciada ejecución, hubo otra ronda de actuaciones en Ohio. La primera fue en Cleveland y la segunda en Akron, la ciudad más próxima a la prisión de Youngstown donde sigue esperando su ejecución o su liberación.

En estos recitales se presenta Freedom First, el disco que grabó en 2022 el pianista catalán Albert Marquès con la valiosísima participación de Keith LaMar, que recitaba poemas desde su celda. En el último año, ese repertorio se ha presentado en lugares como Nueva York, Barcelona, San Francisco y Santiago de Chile. En todas estas ciudades, el público podía escuchar la voz de LaMar en vivo, lo cual convertía las actuaciones en un efímero espacio de libertad y en un altavoz para defenderse por sí mismo. Pero ninguna actuación podía ser más intensa y conmovedora que las programadas en Ohio en presencia de sus familiares y amigos. Inicialmente, se planificaron como último cartucho para evitar su ejecución, pero el aplazamiento ha transformado completamente el ambiente.

El kilómetro cero

No es la primera vez que el cuarteto de Albert Marquès y Keith LaMar actuaba en Ohio, ya que en primavera hubo otra gira de tres conciertos. “Pero Ohio es el kilómetro cero de todo esto porque es donde la presión popular puede surtir más efecto”, destaca el pianista por vía telefónica. Sin embargo, los recitales se viven de otra manera. “En un concierto con afroamericanos entre el público, casi todos tienen algún familiar en la cárcel o han vivido algún episodio de violencia. En el peor de los casos, estos conciertos generan una retraumatización o una reapertura de heridas. Y en el mejor, una catarsis colectiva”, valora. “La pregunta es si después de sentir todo esto eres capaz de dar el siguiente paso e implicarte en esta lucha”, se pregunta. Y ahí entra en juego la campaña Justice For Keith LaMar que lleva años recogiendo fondos y trabajando por la causa.

Amy Gordiejew conoció a Keith LaMar hace 13 años. Ambos vivían en Youngstown; ella en libertad y él en el corredor de la muerte de la prisión de la ciudad. Fue ella quien ayudó a que su versión de los hechos cruzase los muros de la prisión a través de la autobiografía Condemned. Una vez publicada, coordinó su distribución y las relaciones de LaMar con el exterior. “He ayudado a que Keith esté en lugares a los que en otra situación podría haber ido solo y hablado por sí mismo”, aclara. Como máxima responsable de la campaña que pide su liberación, no ha faltado a estos conciertos en Ohio. “De niña me enseñaron que si alguien pide ayuda, tienes una oportunidad de responder y sentirte orgullosa de no haber dado la espalda. Pero más allá de eso, Keith es mi amigo más íntimo y como somos amigos, lo correcto es ayudarle”, resume.

Ken Wright también asistió al concierto de Akron. Es amigo de la adolescencia de Keith LaMar, pues se conocieron con 15 años en el instituto y jugaban en el equipo de baloncesto. “Crecimos en la misma zona, pero nuestros contextos familiares eran muy distintos. Él tuvo que afrontar unos desafíos en esa época de crecimiento por los que yo no tuve que pasar. A esa edad tú quieres tener libertad de movimientos y no tener que responder por nada ni ante nadie y yo pensaba que deseaba eso que sí tenía Keith. Pero él siempre me decía: ‘Eres muy afortunado por tener la familia que tienes. No creo que quisieras cambiarte por mí’”, explicaba por teléfono horas antes de la actuación.

LaMar empezó a traficar con drogas y en 1989 se vio envuelto en un tiroteo en el que recibió dos balazos y disparó a un rival, otro amigo de la infancia, al que mató. Por aquel asesinato fue condenado a 18 años de prisión y tras cuatro años encarcelado se produjo el motín penitenciario en el que murieron nueve personas. A LaMar se le acusó de participar en el asesinato de cinco de ellas. Él siempre negó su autoría. “He mantenido el contacto con Keith desde 1989 hasta hoy”, explica Wright. “Principalmente, por su brillantez y cariño. Nuestras conversaciones siempre son amplias y profundas. Para mí no es nada complicado mantener esta relación con él. Me encanta relacionarme con él. El tiempo pasa muy rápido cuando conversamos. Es mi hermano, mi apoyo, mi aliento y una persona capaz de ver cosas de mi vida que me pasan desapercibidas y darme consejos valiosos. Ha sido mi mejor amigo estos 38 años”, resume.

Un operativo complicado

El primer concierto se celebró el 8 de noviembre en el Museo de Arte de Cleveland, ciudad natal de LaMar. “Hay muchos héroes en esta historia”, quiere resaltar Marquès. El programador del museo se la ha jugado mucho llevándonos a tocar. Ha tenido que enfrentarse a todos sus jefes. Aquel día la sala estaba llena de afroamericanos y los afroamericanos no van nunca a ese museo. Esta era una de las intenciones del programador“, destaca. ”En Estados Unidos este proyecto es muy controvertido. En Europa nadie está a favor de la pena de muerte, pero aquí es un tema muy sensible“, matiza Marquès para poner la gira el contexto.

Hay otros factores que complican organizar unas actuaciones con este voltaje político. Criticar el sistema penitenciario estadounidense es visto como una afrenta especialmente en Estados donde la industria penitenciaria es omnipresente y da trabajo a tantísima gente. Y Ohio es precisamente uno de los Estados donde esta industria es más potente. Hay 108 centros penitenciarios en Ohio y la proporción de personas encarceladas es de 659 por cada 100.000 habitantes. Ninguna democracia del planeta tiene una tasa más alta de prisioneros.

La segunda actuación se celebró el sábado pasado en Akron. “Pudo haber sido el último antes de la ejecución de Keith y por eso lloramos mucho con Amy”, confiesa Marquès horas después de la actuación. Hubo incluso la posibilidad de organizar un concierto en Youngstown, la ciudad en cuya prisión está encarcelado, pero LaMar no lo vio claro. “Keith no quería generar un clima de antagonismos entre la gente de la ciudad y también temía que a raíz de ese concierto le complicasen aún más la vida en la prisión”, explica Marquès.

En Akron, el recital de jazz se celebró en la universidad y no en un club. “En Estados Unidos, salvo excepciones, el mundo del jazz no ha comprado este proyecto. Tocamos mucho en universidades y la mayoría de veces esos conciertos los organizan exalumnos míos”, explica. Albert Marquès, además de pianista, es profesor de música en una escuela pública de Nueva York. Algunos de sus alumnos tienen un contexto familiar comparable al de LaMar. La historia de LaMar no les queda muy lejos y por eso cuando se matriculan en universidades de otros Estados contribuyen como pueden con su causa. El caso de LaMar también extiende sus tentáculos de otro modo: Marquès busca músicos afroamericanos de los Estados donde lleva el proyecto. “Es más barato tocar con músicos locales que llevarlos desde Nueva York, pero hay una parte de activismo: involucrar a músicos que hacen un trabajo similar en los sitios donde vamos, y así generar más dinero para la causa”.

Ha habido cierta sensación de victoria y alivio durante la gira gracias al aplazamiento de la ejecución. Pero, también, la constatación de que el racismo sigue muy interiorizado en ese estado y que es un factor inherente al veredicto. “De todos los sitios donde he tocado, Ohio ha sido el único en el que al acabar el concierto la gente me preguntaba: ¿cómo te sientes tocando con negros? Esto me lo preguntó una mujer blanca. Otro hombre negro me preguntó: ¿por qué un blanco como tú quiere ayudar a Keith, que es negro? Yo vivo en Nueva York, pero esto es otro planeta. Es como viajar en el tiempo 50 años atrás”, asume.

Gordiejew también ha asumido que la posibilidad de que el gobernador de Ohio indulte a LaMar es remota. “Ha tenido que aplazar la ejecución porque no había medicación, pero no tiene intención de revocar o abolir la pena de muerte y él es la única persona con poder para hacerlo”, lamenta. La otra vía es que se reabra el caso. Y a ello se dedica el equipo de abogados de la plataforma Justice For Keith LaMar. “Ninguna de las evidencias que se presentaron [en el juicio] conectan con él de ningún modo. Un nuevo juicio no se desarrollaría con tanta opacidad como la que hubo en el primero hace 30 años. Tenemos mucha confianza en que un nuevo juicio no acabaría con el mismo veredicto. Esta vez toda la información que se ocultó estaría disponible”, advierte Gordiejew por teléfono. No es una opción tan remota: “La han solicitado otros hombres negros juzgados por el mismo fiscal, Mark Piepmeier, y se les ha concedido”, explica.

Hay planes, hay futuro

“Si el jueves hubiesen ejecutado a Keith, habríamos organizado otro concierto en Youngstown”, confiesa Marquès. “Meses atrás fuimos a hablar con un hombre que vive delante de la prisión y que la odia. Le pedimos si podríamos tocar el 16 de noviembre en su patio y nos dio permiso. Habríamos instalado los instrumentos y habríamos tocado durante todo el día. Tal vez nos habríamos juntado 30 músicos”, calcula el pianista catalán. “Ese era el plan para el día de la ejecución. Por suerte no se ha tenido que realizar el concierto”, celebra.

Pero los proyectos artísticos se siguen acumulando en la mesa. En septiembre salió a la venta El jazz suena en el corredor de la muerte, un libro en el que Marquès habla de sus orígenes como activista, explica el caso de LaMar, analiza el sistema judicial estadounidense y lo compara con el de países como España. En el libro ya avanza que Elvis Costello ha contactado con LaMar con el objetivo de componer una canción. Por su parte, el propio Marquès se ha citado en la cárcel de Lleida con el rapero Pablo Hasél (encarcelado desde febrero de 2021 por el contenido de sus canciones) para grabar juntos. “Cuando explico este caso a mis amigos neoyorquinos les parece algo medieval e inconcebible en su país”, explica el pianista en su libro. Y mientras estos proyectos avanzan, hoy mismo, 16 de noviembre de 2023, sale a la luz una nueva colaboración entre LaMar y Marquès. The journey, grabada con músicos de la escena hip-hop neoyorquina, es una composición con aire sanador y triunfal. “En el activismo, muy pocas veces puedes celebrar victorias. Casi siempre te enfrentas a un sistema enorme al que, con suerte, puedes molestar o cosquillear. Es importante celebrar las victorias por pequeñas que sean. Y esta no es pequeña”, resalta.

“La vida de Keith LaMar ha dado muchos giros y vueltas su historia no va a tener una solución fácil”, asume Amy Gordiejew. “Pero toda la dedicación que hemos puesto está fructificando. Estamos llegando a la verdad y la verdad es lo que consumará su liberación. Jamás, ni por un minuto, he pensado que se saldrían con la suya respecto a Keith”, afirma. Algo parecido opina su amigo Ken Wright: “Siempre creí que lo que estaba marcado para el 16 de noviembre de 2023 no iba a suceder. Me parecía totalmente imposible que la historia acabase de esa manera. Y aquí estamos”, celebra. Para Marquès, “el camino es largo, pero vamos en la dirección correcta. El otro día Keith me decía: ‘Hasta ahora hemos estado construyendo, construyendo, construyendo… Ahora tenemos que asegurarnos de no cagarla. Esto puede acabar bien'”.