De Detroit al Museo del Louvre encontraremos en la trayectoria de Jeff Mills tantos matices como festivales, clubes y estudios han existido y él ha querido pisar. Su contribución a la electrónica es inestimable. De hecho, la música electrónica y el techno son inconcebibles sin escuchar y bailar su sonido en permanente expansión.
Música electrónica en el Museo del Louvre, este ha sido uno de los últimos proyectos que nos muestran tu faceta más abierta y experimental. Junto al pianista clásico Mikhaïl Rudy programasteis una serie de actuaciones que profundizan en el concepto de tiempo basado en el cine de Henri-George Clouzot. Tras más de 30 años de historia de música electrónica, tal y como la seguimos entendiendo ahora, las mecas del arte han ido incorporando y normalizando su aportación al arte contemporáneo. ¿Cómo has vivido este proceso y cuáles han sido tus experiencias desde que empezaste en este campo?
Ha habido sucesivos intentos de acercar los djs a centros de arte y galerías. Viéndolo retrospectivamente, ha sido un proceso largo, no es algo que pase de la noche a la mañana. La música electrónica es un arte y tiene mucho que ofrecer a este tipo de instituciones, su materia es representativa de la cultura que nos rodea. Tras esos más de treinta años de existencia es justo decir que la electrónica ya tiene un discurso suficiente para conectar con espacios enfocados al arte. Se necesita tener una comprensión sensible y un plan preciso para llevar la electrónica a estos lugares, porque la audiencia no suele ser seguidora de esta música, sino que su interés es el arte. No se necesita una gran experiencia, pero sí hay que hacer un esfuerzo para considerar todos los aspectos de lo que puede ocurrir, de los resultados que se pueden obtener. Ese ha sido el enfoque yo he tenido en cuenta a la hora de hacer este tipo de conciertos.
Supongo que una gran parte del trabajo consiste en “reinventar” el espacio en el que se hará el concierto, y también la acústica. El despliegue de un club, desde su sonoridad hasta los visuales, no es válido para un auditorio de un museo. Eso debe abrir muchas oportunidades a la hora de desarrollar nuevas ideas.
No pensé tanto en lo que representa un museo y en lo que la gente espera de él, sino en cómo crear algo nuevo usando elementos de otras disciplinas, como el cine, el teatro y, obviamente, la música electrónica. Estoy muy agradecido por esta oportunidad de integrar la música electrónica en un museo de esas características. Ojalá ocurriese más a menudo, ¡incluso estaría genial que un club me pidiese una “curaduría”!. Por ahora, no se ha dado el caso.
¿Tuviste feedback y valoraciones del “público de museo” que no está nada vinculado a la electrónica?
Sí, de hecho he tenido bastantes. Incluso gente mayor, de setenta u ochenta años, que me dijeron que nunca pensaron que les interesaría tanto la música electrónica: al escucharla en ese otro contexto no lo veían tan diferente del jazz o de la música clásica. Si más artistas que se dedican a la electrónica encontrasen otros motivos aparte del baile para producir, descubriríamos muchísimo más, alcanzaríamos más público y nos uniríamos a otras formas de arte. No hay una línea divisoria en todo ello, eso es solo lo que se supone que tiene ser.
También has trabajado en otros campos tangentes a la electrónica, como la banda sonora para la película clásica ‘Metropolis’, de Fritz Lang.
Es el trabajo más largo que he publicado (3 CD). La gente tiene tanta información y música disponible ahora mismo que, a veces, es mejor “sobrecargar” con estos proyectos, aunque se den cuenta de su valor en un futuro, más adelante. Estas cosas no pasan tan a menudo, y es uno de esos trabajos que quizás tengan un respuesta amplia más adelante, aunque la inicial y más reducida también fue buena.
Relacionado con lo que comentabas del poco interés de muchos artistas de éxito en abrirse más allá de la música de baile, ¿qué crees que les limita realmente?
Hay dos opciones: ¿será que no quieren o sencillamente que no pueden hacerlo? Quiero decir, quizás tienen la capacidad pero no quieren hacerlo, o directamente no la tienen.
En tu caso, lo veo más como una necesidad, en el sentido de que si no hubieses experimentado en más campos estarías aburrido o estancado. Aunque quizás mucha gente te asocia solo con tu faceta de dj, nunca has sido un artista que se haya quedado atrapado en un solo estilo y un tipo de sonido concreto.
Disfruto explorando, la libertad para llevar a cabo la búsqueda hace todavía más interesante mi trabajo. Experimento tanto como puedo, aunque no siempre tiene por qué ser así. Puedes quedarte en un standard y seguir ese camino hasta que te quedes fuera. Afortunadamente, en la música tenemos toda esta libertad y podemos ejercitarnos sin sentirnos marginados. Solo ejercito esa libertad que creamos en su momento en este género de música; podemos hacer lo que realmente queramos y la opinión pública no tiene por qué dirigir nuestra creatividad. Muchos productores calculan y crean en base a cuánta gente les admirará y en sí al público le gustará lo que hacen. Se puede trabajar de otro modo. Mientras pueda y tenga oído (estoy en mis cincuenta años) intentaré producir y seguir haciendo tantas cosas como me sea posible. Seguiré explorando posibilidades porque, además de mí mismo, quizás otras personas puedan aprender cosas con ello.
Tu nuevo concepto del lanzamiento de 'Exhibitionist 2' es inminente, justo para después del verano. Recuerdo que cuando presentaste el primer 'Exhibitionist' pinchaste en un escaparate del Paseo de Gracia de Barcelona, en 2003. En ese momento, ni existían las redes sociales ni internet era lo omnipresente y gigante que es ahora. La exhibición pública y mediática de la vida privada tampoco era igual, ni la vida de estrella que muchos djs llevan a cabo quedaba expuesta de una manera tan constante y excesiva como ahora. Viéndolo retrospectivamente, es como si te hubieses avanzado a lo que estaba por venir, mostrando más bien la parte creativa y técnica de tu trabajo, en vez de dejarte llevar por el aspecto meramente estético. ¿Cómo has planteado esta segunda parte del trabajo, más de diez años después?
En ese momento fui muy consciente de que la cultura del dj estaba cambiando profundamente. Muchos djs usaban ya programas como Final Scratch y era lógico ver que cada vez menos artistas usarían sus manos para pinchar y se pasarían a los ordenadores y al digital dejando los vinilos. Pensé que, antes de que fuésemos demasiado lejos, teníamos tiempo para documentar el lugar del que procedemos. Ahora, con la segunda parte de 'Exhibitionist', he intentado un acercamiento a “cómo piensa” un dj a la hora de qué pasos hace para llevar la música al público. Con 'Exhibitionist', por ejemplo, la gente tendrá más herramientas para discernir dichos procesos. En el Louvre mostramos una pequeña parte de ello, y sigo pensando que hay mucho más para explorar. Quizás la tecnología, en un futuro cercano, podrá meternos todavía más en la mente del dj.
Algo que llama mucho la atención de tus sesiones en directo es que, a veces, pinchas sentado de cuclillas y puedes permanecer así durante horas. Incluso tu forma de vestir es muy diferente a la gran mayoría de djs, oscura y discreta. Por tu nivel técnico y tu rapidez, te siguen llamando The Wizard (El Mago), tu primer alias, tres décadas después, porque cuesta entender que sin trucos alguien pueda tener tanto control sobre la máquina. Hay algo de actitud marcial o monástica en cómo trabajas, que me atrevería a llamar “casi” mística o trascendental. ¿Lo ves de esa manera?
No puedo olvidar que, cuando pincho, la gente me está dedicando su tiempo para que pueda llevarles a otro lugar. En cierto modo, buscan algún tipo de “iluminación”. Me tomo eso muy seriamente, ¡casi hasta el punto de que me critican por ello!. Asumo que la gente está ahí porque busca algo, podría estar en cualquier otro lugar. Mi atención se centra en hacer algo muy especial para ellos. Sé que vienen con expectativas, y hay gente que realmente necesita experimentar algo con los sonidos. Cada segundo cuenta. Cada movimiento cuenta. Cualquier segundo es la posibilidad de que alguien escuche la música de una forma que le cambie la vida. A mí me ocurrió, y también a otra gente que conozco. Trato a esos segundos teniendo en cuenta esa posibilidad. Me dedico a cuidar esta capacidad que tenemos los djs. ¡Esa es la mejor forma en la que puedo explicarlo!
¿Cuándo te llegó ese momento determinante de cambio de percepción en la forma de comprender la música? No me refiero a cuándo te empezaste a interesar por la música, sino a ese momento en el que se convirtió en algo trascendente y profundo.
El puzzle comenzó a tener sentido a mediados de los noventa. Hasta entonces, había pinchado mucho, pero lo veía de forma diferente: me dedicaba al hip-hop y a la música de baile. No había pensado en ello detenidamente. Podía hacer bailar a la gente y me ganaba la vida, incluso si tenía suerte en algunos momentos podía mostrar mi personalidad y carácter. No hubo nada más allá de eso hasta mediados de los noventa, cuando descubrí cosas muy interesantes del género y de las sensaciones que produce en la gente. Empecé a explorar con frecuencias y entré en el minimalismo y el minimal techno. Me di cuenta de que el género era muy diferente del jazz, el rock u otros géneros. La gente puede aceptar sonidos rarísimos que no aceptaría en otros géneros. Quiero decir, puedo hacer un sonido que nadie sea capaz de saber qué es exactamente, pero lo seguirán llamando techno.
Las posibilidades del techno son ilimitadas. Si produzco de una determinada manera sonidos extraños con texturas insólitas seguirá siendo techno. Cuando comprendí esto, me lo tomé muy seriamente, como un arte. Hice cosas que nunca llegué a publicar, pero que necesitaba desarrollar como parte del sonido que me permitiría seguir avanzando. Ahí entendí la magnitud de lo ocurrido con la electrónica y de su potencial. En ese punto mis conversaciones con otros djs decayeron, porque yo hablaba de cosas que no les interesaban. Muchos seguían solo interesados en la música de baile. Pero mis conversaciones decayeron al mismo tiempo que crecía mi interés por la música conceptual, la ciencia-ficción o el espacio. Llegué a proyectos que me mantenían despierto, y a una producción mucho más personal.
Ahí dejaste de ver la música como algo más que una diversión o únicamente como una herramienta para pasarlo bien bailando.
Exacto. No sería justo meter a todo el mundo en el mismo saco, pero tener esa oportunidad de poder dedicarte con devoción al sonido te da una responsabilidad para llevar a la gente a un nuevo lugar. Ese es mi cometido.