¿Qué son y por qué todo el mundo se apunta a las 'mixtapes'?

Pablo Vinuesa

9 de noviembre de 2021 21:39 h

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No hay una única definición para el término mixtape, ya que su significado ha ido variando con el paso de los años y las décadas. También, con el devenir de una industria que siempre ha dependido tanto del éxito comercial como del apoyo de la calle, lo que en la escena hip-hop se conoce como street cred, es decir, la apariencia de “ser real” para tu público.

Estas recopilaciones extraoficiales comenzaron siendo herramientas caseras para los DJ y han evolucionado hasta convertirse en artefactos de promoción masiva. La historia de las mixtapes es una sucesión de acontecimientos inesperados con nombres propios como los de Whoo Kid, 50 Cent, DJ Drama, Lil Wayne, T.I. o Clipse, pero llega, con conceptos y sangre nueva, hasta nuestros días.

Primera época: la mixtape como carta de presentación del DJ

Si traducimos literalmente el concepto, una mixtape sería una mezcla de canciones grabada en una cinta. Un símil comprensible para generaciones anteriores al internet sería el de esas recopilaciones de temas favoritos grabados desde la radio a las cintas de casete con las primeras pletinas del mercado.

En sus inicios eran una demostración tanto de pericia técnica como de conocimiento de su escena para los DJ del ramo. Los pinchadiscos de la época, especialmente hasta la mitad de los 90, reunían en esas mezclas los temas que más les gustaban y con los que podían construir sesiones incendiarias. Pero tenían trascendencia más allá de ese entorno.

Era una época preinternet en la que al hip-hop todavía le costaba entrar en la radio a nivel masivo. La música no permeaba entre fronteras como ahora y para estar informado de lo que se cocía en una ciudad vecina no quedaba más remedio que acercarse a una bodega (las tiendas de alimentación de allá) local para comprar la mixtape de algún DJ reconocido.

Tal como narran sus protagonistas en el episodio Sueños Callejeros de la serie documental Hip-Hop Evolution, la milla de oro de las mixtapes estaba en Nueva York, en Canal Street, y sus profetas eran DJ como Ron G, Doo Woop, DJ Clue o Kid Capri. La venta de cintas, inicialmente, y CD-R, posteriormente, era un negocio lucrativo que no parecía molestar a la industria porque solo tocaba a sus artistas tangencialmente. Pero ese equilibrio delicado no tardaría en romperse gracias, sobre todo, a 50 Cent.

El rapero se convierte en protagonista: 50 Cent sacude la escena

Para la mayoría de estudiosos del asunto se puede hablar de una época anterior a 50 Cent y otra posterior a él, tanto a nivel de mixtapes en particular como de marketing y negocio en general. El rapero de Queens desembarcó en la escena y lo hizo de una manera tan turbulenta que cambió el juego para siempre.

Independientemente de su mayor o menor talento como MC, Curtis James Jackson siempre ha sabido manejar la polémica en su beneficio. Por ejemplo con How to Rob, con la que provocaba voluntariamente para buscar el beef. Sus continuas broncas lo hicieron conocido como “el rapero que había sobrevivido a nueve balazos”, y para rehuir la polémica los sellos consagrados le daban la espalda.

¿Cuál fue la solución? Crear el colectivo G-Unit, asociarse al DJ Whoo Kid y, con la distribución de Sha Money XL, lanzar en 2002 50 Cent is The Future, una mixtape que literalmente reventó las calles. La onda expansiva fue tal que llegó de contrabando hasta Detroit y fascinó a Eminem, quien le puso en contacto con Dre. Ya fichado por el sello Interescope, en 2003 lanzó su primer disco Get Rich or Die Trying, que lo catapultó a la fama internacional gracias a éxitos como In Da Club.

El temblor se siente en Atlanta, Nueva Orleans y Virginia

Tras este golpe de timón, radios y sellos empezaron a hacerse eco del fenómeno. Y la onda expansiva se sentiría también en Atlanta, dando paso a un estilo nuevo. Fue de la mano de T.I., quien pasó su infancia y adolescencia rodeado de trap houses (algo parecido a un fumadero). Junto a DJ Toomp retorció la conocida caja de ritmos Roland TR-808 y creó la banda sonora del menudeo.

Temas como Dope Boyz in The Trap habían hecho popular al rapero, pero sus letras polémicas no le ponían fácil el acceso a las grandes ligas. Copiar el manual de 50 Cent a escala local le funcionó: tras arrasar con mixtapes como la serie In Da Streets, consiguió un contrato serio con Atlantic para editar en 2003 su debut Trap Muzik.

Una historia bien distinta fue la de Lil Wayne. Ya había saltado al estrellato en 2004 con el disco Tha Carter, pero se sentía encerrado creativamente. Dos años después se reunió con DJ Drama en Filadelfia y lanzó una mixtape, Dedication, que para público y crítica fue mejor que sus lanzamientos anteriores. El de Nueva Orleans volvía a sentirse libre e inspirado.

A partir de ese momento todo rapero quería “hacerse un Dedication” y las mixtapes pasaron a convertirse, como en el caso de Clipse, en una herramienta para revitalizar carreras estancadas. El dúo de Virginia había contado para su debut de 2002 Lord Willin' con la producción del dúo The Neptunes y hasta habían colaborado en el debut en solitario de Justin Timberlake.

A pesar de estos reconocimientos se vieron envueltos en un embrollo discográfico del que no sabían cómo salir. Y aquí aparece Clinton Sparks, fundador de la plataforma de descarga MixUnit, para darles la solución. Junto a Ab-Live y Sabdman se reinventan como Re-up Gang y graban en la mansión de Pharrell Williams, mitad de Neptunes, We Got It 4 Cheap, mixtape que en 2005 corrió como la pólvora por la nueva escena de blogs.

La industria contraataca pero las mixtapes se refugian en internet 

El éxito descontrolado de las mixtapes acabó con el delicado equilibrio que mantenía con el lado poderoso del negocio. En 2007 la RIAA, asociación norteamericana que representa a la mayoría de sellos y distribuidoras, decide dar ejemplo ordenando la muy hollywoodiense detención de DJ Drama y Cannon en su estudio Gangsta Grillz, donde requisaron más de 50.000 CD-R listos para ser distribuidos.

La razón esgrimida era que la venta de estas mixtapes vulneraba los derechos discográficos de sus artistas, pero la realidad era un poco más compleja. Aparte de las obvias pérdidas económicas, la industria deseaba volver a sentir que sus esfuerzos en promoción tenían sentido, evitando que fuera el underground quien dictaminara qué figuras subían de escalafón.

Pero no hay dicho más acertado para este caso que el de “hecha la ley, hecha la trampa”. Internet ya está presente de manera masiva y la nueva escena de las mixtapes allí se traslada gracias a portales como el citado MixUnit o Datpiff. Los productores y raperos se cuidaban de usar material protegido, por supuesto, pero la universalización del formato MP3 les daba alas digitales: ahora sus lanzamientos se descargaban desde cualquier parte del mundo en segundos.

Entre 2007 y 2010 el mundo alrededor de las mixtapes se profesionalizó. Los artistas noveles subían a dichas plataformas colecciones que a nivel de producción y mezcla no tenían nada que envidiar a un disco de multinacional. Es el caldo de cultivo perfecto para una generación que eclosionó a principios de la siguiente década, encabezada por artistas como Drake, Kendrick Lamar, J. Cole, Nicki Minaj, Big Sean o Tyler, The Creator, por citar solo a algunos.

¿Han perdido las mixtapes el espíritu rebelde que las vio nacer?

En la proverbial canción Mixtape, de su disco de 2016 Coloring Book, Chance The Rapper se plantea junto a Lil Yatchy y Young Thug si son los únicos a quienes aún les interesa el asunto. La respuesta tiene muchos matices. A la industria no le ha quedado más remedio que amoldarse y las mixtapes son desde hace años elegibles para los grandes premios del sector. La cuestión es si esta adaptación al mainstream ha sido perjudicial o no a nivel de creatividad.

Para los más nostálgicos del género, ya no cuentan con el atractivo del riesgo o la recompensa del descubrimiento. A los talentos jóvenes no parece preocuparles el debate, como demuestra que los inicios de las carreras de artistas actuales como Travis Scott, Megan Thee Stallion, 21 Savage, Snow Tha Product o Cordae han utilizado dicho formato. Y al público, quien en muchas ocasiones puntúa supuestas mixtapes mejor que discos “de verdad”, tampoco parece importarle demasiado cómo se defina al contenedor de sus canciones favoritas.