El Carnaval de Negros y Blancos de la ciudad colombiana de Pasto (sur) arrancó este domingo su tramo final con toneladas de betún y pintura facial para celebrar el “Día de negros”, una fiesta con la que se desdibujan las diferencias sociales de sus 3.000 participantes.
La cuarta jornada de la festividad, la principal de Nariño, departamento fronterizo con Ecuador, conmemora el día en que los esclavos negros consiguieron el permiso de sus amos para vivir en libertad una vez al año.
El festejo les lanzaba a las calles para expresar su alegría y cantando por su anhelo de ser liberados tiznaban a los blancos que se encontraban a su paso.
Esa tradición centenaria llegó hasta hoy, cuando miles de personas de distintos sectores sociales abordaron a los transeúntes para pintarles la cara de negro.
Además, el Día de negros antecede al colofón del carnaval, el Desfile Magno, que empezará a pasearse mañana por las calles de la ciudad a primera hora.
BETÚN Y AGUARDIENTE
La plaza de Nariño, la más importante de Pasto, reunió a primera hora de la tarde a centenares de niños, jóvenes y familias dispuestas a dejarse manchar de negro y armadas con botes de espuma para atacar a los que luciesen demasiado limpios.
Con la cara colmada de arrugas tiznadas de betún, Arsain Villada, de 84 años, vino a pasar el día a la plaza con su grupo de amigos, con los que sentados en un banco esquivaban los ataques de espuma de los más jóvenes mientras bebían el aguardiente típico de la región.
Aunque solo participó como artista una vez en el carnaval, el anciano relató a Efe que le gusta el día de negros porque “uno puede molestar y joder pero siempre lo tratarán con respeto” y rememoró que antes “a uno le echaban de todo en la cara: cal, pintura, tiza... era más intenso”.
AUNAR LA DIFERENCIA
Los oriundos de Pasto como Villada confluyen con los turistas llegados de todas partes, atraídos por el título de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco que ostenta el carnaval desde 2009 y sobre todo por “la buena rumba, la buena fiesta”, reconoció a Efe la alemana Olivia Kuttner.
Con unas gafas de natación para protegerse los ojos de los ataques de los transeúntes, la alemana alabó el sentido del día de negros: “Me parece lindo que pintando a todo el mundo del mismo color consigamos ser iguales, sobre todo en una sociedad que todavía no es así”.
El juego no entiende de condiciones sociales y aúna en las calles a personas de todas las clases y condiciones, desde los más opulentos a los más humildes, que olvidan sus orígenes bajo el manto del maquillaje negro y de la risa.
De igual forma, la organización del carnaval impulsó en las comunas de Pasto distintas actividades alrededor de este “juego de identidad” con el objetivo de motivar a los líderes sociales a participar de las tradiciones en sus barrios e incentivar a los habitantes para que participen.
Ares Biescas Rué