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Pérez Andújar glosa en “Diccionario” una cultura popular que no es nostalgia

Pérez Andújar glosa en "Diccionario" una cultura popular que no es nostalgia

EFE

Barcelona —

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Suena King Crimson en el móvil del escritor Javier Pérez Andújar y -casualidades- ojeo el nombre de la banda de rock progresivo mezclado con Camilo José Cela en su nueva obra “Diccionario Enciclopédico de la vieja escuela”, una visión personal de la cultura popular como tal, lejos de la nostalgia.

En su sexto libro con Tusquets Editores, el autor de Sant Adrià de Besòs (Barcelona) reivindica la cultura popular y arremete contra quienes la minusvaloran como un ejercicio de nostalgia frente a otra cultura con mayúsculas y de “primera división”.

“Si uno se cría leyendo a Proust, a Kafka, a Ovidio o a Zweig dirán que eso es cultura, pero yo crecí leyendo a Pepe el Hincha o a la Familia Trapisonda y dirán que eso no es cultura, sino nostalgia. Y yo digo que decir eso es clasismo”, asegura en una entrevista a Efe el autor de “Paseos con mi madre” y “Catalanes todos”.

Tomando como formato un diccionario -“es el libro más humilde, el primero que te compraban los padres cuando empezabas la escuela”- Pérez Andújar vuelca todo su universo particular vislumbrado en algunas de las páginas de su obra literaria.

“Es el libro más mío” sentencia el escritor y colaborador de El País Cataluña, que a su vez reconoce que “Diccionario...” cierra un ciclo literario y abre otro con una página en blanco, abierta a nuevos horizontes pero con una convicción intacta: “Ya formo parte de la vieja escuela. Ahora el tiempo cambia, pero yo no”.

En “Diccionario...” desfila el imaginario de un escritor que llegó al periodismo -lo último que sospechaba cuando en los ochenta repartía periódicos en su Sant Adrià natal- y que admite que el periodismo “se le ha pegado” porque “da verdad a la literatura”.

Si se ha seguido su trayectoria literaria, que empezó en 2002 recreando en “Catalanes todos” la convivencia de una cierta Cataluña con el franquismo, en su nueva obra pueden reconocerse personajes y territorios comunes que se abren con una letra A envuelta en un círculo, la misma que desde la ladera de una montaña de Santa Coloma de Gramenet recuerda a la vecina Barcelona su herencia anarquista.

Jugando con el abecedario -algunas entradas conducen a otras que a su vez llevan a otras que finalmente no existen- Pérez Andújar se sienta en su libro con personajes del TBO, el Capitán Trueno, Carpanta -“un romántico del hambre” o incluso con el padre de Zipi y Zape, Don Pantuflo, “un romántico de la burguesía republicana”, con quien “entra de estranjis en el tebeo del franquismo una idea vaga de lo que fue la vida antes de que todo se fuera a la mierda”.

A quien recreó en “Paseos con mi madre” un universo donde las torres eléctricas de la antigua Fecsa son la Sagrada Familia de los pobres y el extrarradio “la internacional de los bloques”, no le importa invitar a su diccionario a Camilo Sesto, al que enlaza con Joan Manuel Serrat vía un Mediterráneo con sabor a Marina d'Or.

Ni tampoco desmenuzar el tercer disco de la carrera de Miguel Bosé, “Chicas”, un disco que “le otorga a la Transición la religiosidad laica que estaba buscando”, o glosar a Camarón y su “Leyenda del Tiempo” como el “Sgt. Peppers del flamenco” y, de paso, deslizar que “el zapateado es la manera que tienen los flamencos de correr la maratón”.

Ha escrito este libro Pérez Andújar para dejar constancia de lo que en estos años ha publicado en libros y prensa, pero empujado por la “rabia” recoge también lo que no quisieron publicarle e incluso aquello que en su día anotó en blogs hoy muertos en el ciberespacio.

Por no dejarse nada en el tintero, incluye en este diccionario particular hasta artículos que en su día le granjearon no pocos reproches y comentarios poco amistosos en su cuenta de Twitter. Para detalles véase la letra O del libro, la O de “Oligarquía”.

Y, aunque “de la vieja escuela”, Pérez Andújar no cree que las nuevas generaciones no entiendan algunas de sus claves y metáforas -“cuando leía la Colmena no era contemporáneo de Cela” asegura- y despacha el influjo de las redes sociales con una frase lapidaria: “Dejé el Facebook porque me estaba convirtiendo en un viejo verde, y ahora el Twitter está haciendo de mí un viejo borde”.

Transita de ese modo los tiempos de una España que salta de la vieja República al 15-M, pasando por una Transición y los ochenta a ritmo de Radio Futura y sentencias del calado de “Curro Jiménez fue la sublimación popular de Adolfo Suárez”.

También aparece su visión sobre el asesinato de los dibujantes de la revista Charlie Hebdo como prueba de que “la historia del fanatismo, de la intransigencia, es la persecución de la risa”.

Y quizás ahí reside una de las claves de la obra de Pérez Andújar, para quien “escribir es mi forma de bailar claqué” y que, saltando de charco en charco cual Gene Kelly, no le importa embarrarse de vez en cuando y seguir pensando como un cómico porque -véase la entrada “Tap tap”- “me tomo las cosas de manera trágica”. Leandro Lamor

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