Peter Brook, galardonado este miércoles con el Premio Princesa de las Artes, es uno de los dramaturgos más influyentes del teatro contemporáneo, al que ha contribuido con ideas brillantes, innovadoras y, sobre todo, arriesgadas.
Nacido en Londres el 21 de marzo en 1925, Brook se graduó en Arte Dramático en el Magdalen College de Oxford y en 1943 comenzó su trayectoria profesional en el cine con la película Un viaje sentimental.
Ese mismo año dirigió en el Torch Theatre de Londres su primera obra de teatro, Doctor Fausto, de Marlowe, a la que siguieron La máquina infernal (1945), de Jean Cocteau; King John (1945), de Shakespeare, y Vicious circle (1946), de Jean Paul Sartre, todas ellas con apenas veinte años.
Entre 1947 y 1950 asumió la dirección de la Royal Opera House de Covent Garden (Londres), donde destacó su producción de la ópera de Strauss Salomé, con el vestuario diseñado por Salvador Dalí.
En 1962 fue nombrado director del Royal Shakespeare Theatre (Stratford), puesto que abandonó en 1970 ante la prohibición de trabajar con actores internacionales y después de haber presentado las obras de Shakespeare con un enfoque nuevo e ingenioso, entre las que destaca el montaje que realizó para Sueño de una noche de verano.
En 1971 estableció su residencia en París y fundó, junto con Micheline Rozan, el Centro Internacional de Investigación Teatral (CIRT), del que continúa siendo director. También dirigió, entre 1974 y 2010, el teatro parisino Les Bouffes du Nord.
Tras diez años de preparación, en 1985 presentó Mahabharata. Esta obra de nueve horas de duración, representada por todo el mundo, supuso su definitiva consagración como director. Dirigió la versión cinematográfica y para televisión, que ganó el premio Internacional de TV Emmy de Teatro en 1990.
En 1989, con motivo del Año de los Derechos y Libertades del Hombre, estrenó ¡Levántate, Albert!, un drama sobre la discriminación racial en África.
Entre sus últimos trabajos se encuentran Sizwe Banzi est mort (2007), Eleven and Twelve (2009), Warum Warum (2010), The Suit (2012), Battlefield (2015), The Prisoner (2018) y Why, que se estrenará en junio de este año.
Innovador y laureado
Considerado el mejor director teatral del siglo XX y uno de los grandes renovadores del teatro contemporáneo, Peter Brook, que también ha dirigido ópera y cine, ha trabajado en escenarios de toda Europa y en países como India, Sudáfrica e Irán, entre otros.
Brook es, además, autor de varios libros de crítica teatral traducidos a varios idiomas, entre los que destaca The Empty Space (1968), convertido en un texto fundamental sobre teatro moderno y publicado en más de quince idiomas. En 1998 publicó un libro de memorias titulado Threads of Time (en español Hilos de Tiempo).
Caballero de la Legión de Honor de Francia y Comandante de la Orden del Imperio Británico, Peter Brook es doctor honoris causa por varias universidades y miembro honorario de la Academia Americana de Artes y Ciencias, entre otras.
Además de los numerosos reconocimientos de sus obras -premios Tony, Emmy, Molière o Laurence Olivier-, ha recibido galardones como el Premio Europa de Teatro (1989), el Nonino (Italia, 1991), el Kioto de Artes Creativas y Ciencias Morales (Japón, 1991), el Gran Premio de la Escena de la Villa de París (Francia, 1995), el Praemium Imperiale (Japón, 1997), el Dan David (Israel, 2005), el Ibsen Internacional (Noruega, 2008) y el Molière de Honor (Francia, 2011).
El galardón de las Artes, al que optaban 40 candidaturas de 17 nacionalidades, ha sido el primero en fallarse de los ocho premios que anualmente concede la Fundación Princesa de Asturias y que este año cumplen su XXXI edición.
El jurado ha ensalzado la figura del dramaturgo Peter Brook, galardonado este miércoles con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2019, como “maestro de generaciones” al que califica como “el mejor director teatral del siglo XX”.
El acta leída por el presidente del jurado, el director del Bellas Artes de Bilbao, Miguel Zugagaza, destaca que Brook es “uno de los grandes renovadores de las artes escénicas” con montajes de “alto compromiso estético y social”, como en su día fueron Marat-Sade y Mahabharata.
Según el jurado, Brook “abrió nuevos horizontes a la dramaturgia contemporánea, al contribuir de manera decisiva al intercambio de conocimientos entre culturas tan distintas como las de Europa, África y Asia”.
El dramaturgo inglés, añade el acta, “continúa emocionando de forma intensa a través de puestas en escena de gran pureza y simplicidad, fiel a su concepto de espacio vacío”.