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'True Detective' y el precio del éxito
La primera temporada de True Detective fue una de las sensaciones de la temporada pasada, bastante antes de su estreno oficial. Un Matthew McConaughey al alza, la misma noche que True Detective aterrizaba en la parrilla de HBO él ganaba el Globo de Oro por Dallas Buyers Club, se reencontraba con su viejo amigo Woody Harrelson para poner cara a la oscura historia policial ideada por Nic Pizzolatto. El guionista, hasta entonces conocido en televisión por dos capítulos de The Killing, asumía el control total de la serie escribiendo los 8 capítulos de la primera temporada y dejando en manos de Cary Fukunaga la dirección. Algo no tan inusual por ejemplo en la ficción británica pero que en Estados Unidos no dejaba de ser una excepción, donde el modo de trabajo habitual es la figura del showrunner y su sala de guionistas.
Cumpliendo los pronósticos de los visionados previos, la primera temporada de True Detective llegó, triunfó... y polarizó a la audiencia. El caso policial que daba pie al título de la serie y provocaba los saltos temporales de la historia entre el pasado y el presente fue un Macguffin, que no sentó demasiado bien a los que durante 8 capítulos rastrearon simbolismos y pistas en el recorrido, físico y mental, de Rush y Marty por los paisajes quemados Lousiana.
La primera temporada de True Detective era un mosaico del sur de Estados Unidos, con varias capas de filosofía, sociología, referencias literarias y musicales, y la historia de dos personajes rotos obligados a enfrentarse a lo peor del ser humanos para intentar salvarse a sí mismos. Un ejercicio de estilo de la cadena que la emite en EE UU, donde sus series son referencias por precisamente por esto, y de un autor que disparó las expectativas sobre sus trabajos posteriores.
La división de opiniones que añadió el último capítulo constató la rapidez con la que True Detective pasó de ser la gran esperanza de la pasada temporada a ser acusada de ser la serie más sobrevalorada, pero también aumentó el hype (y previsible backlash) ante su nueva entrega. Rumores sobre la nueva historia que estaba ideando Pizzolatto, rumores sobre los sucesores de McConaughey y Harrelson y finalmente debates sobre la idoneidad de los elegidos. True Detective se enfrentaba al síndrome de la segunda temporada.
Como planteaba su formato original, esta tanda de 10 nuevos capítulos es un borrón y cuenta nueva. Nic Pizzolato vuelve a repetir como único guionista pero como director ahora tiene como director a Justin Lin. La historia se traslada hasta Los Ángeles y al frente están cuatro protagonistas: tres policías (Colin Farrell, Taylor Kitsch y Rachel McAdams, un fichaje que no le ha ahorrado a Pizzolatto nuevas críticas por el retrato que hace de sus personajes femeninos) y un jefe mafioso (Vince Vaughn).
En la superficie es una historia más convencional, más fácil de resumir como una serie de policías en una ciudad corrupta. Igualar la fuerte personalidad de la primera va a ser difícil y California puede parecer menos singular que Louisiana, pero True Detective (Canal Plus) sigue proponiéndonos un oscuro viaje al alma de sus personajes. El lastre que puede suponer el recuerdo de la primera y el sobreanálisis que sufrió siguen ahí, pero en su arranque esta novela negra en formato de serie de televisión ha hecho méritos para reservarle una hora semanal.
Bonus track: True Detective no sería True Detective sin esos detalles que generan artículos al margen de su historia.
La cabecera: Sigue siendo tan llamativas como los de la primera temporada. Esta vez el encargado de ponerle música es Leonard Cohen con Nevermind, que originalmente fue un poema publicado en 2005 en Leonard Cohen Files.
La ciudad real: Vinci, está inspirada en la ciudad californiana de Vernon, escenario de numerosos escándalos y tramas de corrupción desde principios del siglo XX. Artículo en Vulture.
La revelación musical: Lera Lynn aparece en los dos primeros capítulos de la serie como la cantante del bar donde se reúnen los personajes de Colin Farell y Vince Vaughn. Sus temas 'The Only Thing Worth Fighting For' y 'My Least Favorite Life' han conseguido ponerse a la altura del tema musical de los títulos de crédito.
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