La importancia de ser un festival atípico
El 3, 2,1 es un festival de autodestrucción programada, lo que quiere decir que al finalizar esta última edición, la tercera, se extinguirá. Durante tres años ha sido uno de los focos de creación artística más inusuales de este país, y sin embargo no busca su consolidación, sino su propio cuestionamiento. Formato atípico en un país donde, por una parte raros son los festivales de programación artística que arriesgan, y por otra parte, porque al contrario de la norma, no busca consolidarse y perennizarse a toda costa.
Quizá un experimento sólo podía pasar en un continente también inusitado en el panorama estatal, AlhóndigaBilbao, recientemente rebautizada como Azkuna Zentroa en honor al histórico alcalde de Bilbao que impulsó este centro. Situado en pleno barrio del ensanche bilbaíno, este equipamiento acoge todo tipo de actividades de servicio público: mediateca, gimnasio público… y actividades culturales y artísticas. Este matiz que concibe la cultura como servicio público es importante para entender cómo se trabaja en este espacio. Fernando Pérez, su responsable de programación artística, reconoce que “como servicio público, se han de garantizar sobre todo aquellas manifestaciones culturales a las que de otra manera el ciudadano no tendría acceso”. Toda una declaración de intenciones en una época en la que políticos y gestores culturales parecen estar obsesionados por los números, los resultados y las evaluaciones cuantitativas.
Pero es que los números también acompañan a este programa advirtiendo así, que una inversión mínima puede ser un multiplicador máximo, social, artístico y cultural. Con un presupuesto cercano a los 100.000 euros y un público creciente (en la edición pasada ya congregó a más de 4000 personas) el equipo y los artistas defienden el resultado: lo que importa es lo que no se ve, lo que queda, lo que se construye en el imaginario, la sensibilidad y la cultura de toda la gente que por aquí pasa.
Qué es el 3, 2, 1?
Es un formato de programación cultural en el que se dan cita nuevas propuestas de innovación artística que en su mayoría tienen como referencia las artes escénicas. Durante una semana todos los espacios del Azkuna Zentroa exprimen su potencial como espacios artísticos, desde la sala de exposiciones, los pasillos, el atrio, hasta los espacios polivalentes. En ellos se pueden ver instalaciones de artistas de aquí y de allá como las fotografías de Elssie Ansareo que, trabajadas con la variopinta y numerosa comunidad creativa bilbaína como modelos, ha generado unas fotografías que reenvían a iconos del arte y de la cultura popular. Ansareo explicar su obra desvelando así otra de las máximas del festival: “lo contemporáneo no tiene por qué ser elitista, y los artistas debemos trabajar para cambiar esa percepción”.
Esa reflexión también es compartida por Llorenç Barber, otro de los ilustres desconocidos (para el público español) que en esta edición del festival presenta una instalación y acción sonora. Inquieto e inclasificable, Barber apenas trabaja en España, y aunque ya cansado de quejarse, reconoce no entender el por qué del miedo a los formatos y las formas no convencionales.
Precisamente lo no convencional y lo sugerentemente singular es lo que define el trabajo de Alaitz Arenzana y Maria Ibarretxe, dos artistas de Bilbao que han contado con el apoyo del festival para la creación de una pieza nueva. Un reto al que ellas han respondido con un dispositivo no escénico que se asemeja más bien a una convención o a un congreso y en la que aseguran que el público sale con algunos aprendizajes útiles para su vida cotidiana, eso sí, aprendidas mediante una experiencia artística encontrada, inesperada.
En este contexto parece entonces como si las propuestas escénicas, esas que se ven en un teatro convencional, fuesen precisamente eso, lo más convencional. Algo hay de cierto porque si el formato condiciona el contenido, nada más constrictivo que un teatro para la imaginación de estos artistas. Y aún así, en el 3, 2, 1 siempre encontramos artistas que exploran la forma de obviar las limitaciones de esas tres paredes de una caja escénica. Ese es el caso de Philippe Quesne, uno de los artistas franceses renovadores de la escena teatral francesa y europea. Actualmente al frente del Théâtre de Nantèrre-Amandiers, en la inmediata periferia de París, es uno de esos artistas de éxito que el ordenado sistema cultural francés producen de vez en cuando.
Con mente teatral reconoce las influencias decisivas que la renovación de la danza francesa de finales de los noventa y principios de los años 2000 dejó en su lenguaje artístico. Hoy Philippe Quesne recorre los más prestigiosos festivales de artes escénicas de Europa y América. Sin embargo, en España, ¿quién conoce a este icónico y contemporáneo autor francés?
Hay otras maneras de programar cultura
El 3, 2, 1, es por tanto un festival que se erige en un extraño faro cultural en un panorama cultural español bastante aislado internacionalmente y esclerotizado artísticamente. En España, son pocos los formatos de programación artística donde se de cabida natural al site specific, al slam, a las instalaciones sonoras, a las instalaciones performativas… Que además lo hagan desde la centralidad que un centro como Azkuna Zentroa tiene en el ecosistema cultural de Bilbao, aún menos. Fernando Pérez admite que “no se sienten solos porque prefieren verse encuadrados en un marco cultural europeo. Aunque a veces, cuando quieres colaborar y tus colaboradores naturales que son los culturalmente más cercanos, lamentas que a duras penas resisten o sencillamente ya no existen”.
Bilbao acoge estos días un festival atípico que no sólo hace reflexionar a los ciudadanos que a él se asoman, sino que también puede ser materia de reflexión sobre los formatos de programación cultural habituales en el país. La prueba de que otras formas de hacer son posibles sin renunciar a la responsabilidad y el servicio público, es este festival que está al alcance de todos: artistas, ciudadanos y programadores culturales.
Decíamos al inicio que el 3, 2, 1 se extinguirá al acabar su actual edición. ¿Y después qué? “Pues a inventar un nuevo formato que aprovechando lo ganado y acumulado estos últimos años suponga un avance cualitativo. Lo importante es siempre estar activo y creativo”, Pérez dixit.