El sector financiero aplaude (a rabiar) la obra sobre Lehman Brothers y el crac
“Uno de los mejores espectáculos que he visto nunca”. “Una fiesta admirable”. “Me arrebató”. Estas expresiones no son de críticos teatrales, sino de los financieros que este jueves acudieron a ver la obra Lehman Trilogy que se representa en los Teatros del Canal de Madrid y que retrata el ascenso y caída de la familia Lehman tras la quiebra del banco el 15 de septiembre de 2008.
Acudió la flor y nata del sector económico, desde directores de bancos a los de cámaras de comercio, escuelas de negocio, directivos del ámbito asegurador, de servicios de inversión y otros dedicados a la formación financiera y la abogacía. Un público no habitualmente teatral que, sin embargo, como pudo saber este periódico, aplaudió a rabiar la que ya está considerada como una de las mejores obras de la actual cartelera madrileña. De hecho, ya se ha colgado el cartel de sold out.
La presencia en el teatro de los que manejan las cuentas y que vivieron muy de cerca el crac económico que desató la última gran crisis mundial se debió a una invitación del despacho de abogados Dentons. Se cursaron más de 250 invitaciones –llenaron más de la mitad del aforo, que ocupa 444 butacas– y como afirman sus responsables, ya desde el inicio “hubo lista de espera. Podríamos haber llenado cinco teatros”. Tampoco fue fácil, ya que hubo que cuadrar una fecha –se eligió la que más entradas disponibles había– en la que no hubiera partido de Champions.
La obra, dirigida y adaptada por Sergio Peris-Mencheta a partir del texto de Stefano Massini, narra la llegada a EEUU de los tres hermanos judíos alemanes Lehman, Henry, Emmanuel y Mayer, para buscarse la vida, como habían hecho tantos otros emigrados europeos durante el siglo XIX. Desarrollada en tres actos en los que no falta la música ni el humor, la historia cuenta cómo desde la pequeña tienda que montan los hermanos en Alabama van consiguiendo hacerse un importante hueco en la emergente sociedad capitalista estadounidense.
Así, a través de tres generaciones de Lehman, se pone sobre el escenario cómo lo que en un principio fue un ansia de emprender y ganarse el pan, se acaba materializando en la descarnada deshumanización que, ya desde mediados del siglo XX, abrigó a todo el sector financiero. Como dijo el propio Peris-Mencheta durante la presentación de este montaje a los medios, “la deshumanización es el gran tema de la obra”.
Sin embargo, durante las tres horas que dura este espectáculo –el cual tiene muchos elementos del teatro musical americano– los banqueros no pudieron evitar reírse y aplaudir ante escenas que veían mucho más cercanas que cualquier ciudadano de a pie que apenas logra entender muchos de los productos financieros con los que trabaja este sector. Porque el texto de la obra tampoco escatima en términos a priori obtusos, como las CDO, las obligaciones de deuda que fueron una de las grandes protagonistas de la burbuja inmobiliaria del gran crac, y otros elementos del mundo bursátil.
El intermediario, lo más aplaudido por los banqueros
Una de las escenas, de hecho, intenta contar en qué consiste la figura del intermediario. La familia estuvo en todas las salsas de los inicios del capitalismo y fueron impulsores de la Bolsa de EEUU, la emisión de acciones empresariales, los fondos de inversión y hasta la creación de la NASA y Hollywood. Y, por supuesto, ganó mucho dinero como intermediario en la venta del algodón. En esta escena, que si bien suele dejar más fríos a los espectadores poco relacionados con la economía, los financieros se vieron muy reflejados y fue una de las más aplaudidas, según el aplausómetro que maneja el director en cada función.
Después de un primer acto en el que quizá se desarrolla la parte más humana de los Lehman se entra en el desparrame. En los inicios del siglo XX, la segunda generación descubre que como realmente se consigue dinero es invirtiendo en dinero. Comienza la loca carrera hacia el capitalismo más salvaje desvirtuando todos los valores tradicionales judíos que hasta entonces tenía la familia.
Para muchos financieros, este segundo acto, en el que se asiste a la creación de Lehman Corporation, podría trasladarse a lo que ocurrió poco antes de que estallara la crisis de 2008. “Sólo había que cambiar el vestuario de los protagonistas”. Su conclusión es que hay cosas que se repiten cíclicamente. También los errores.
La obra terminó con un gran aplauso. Se admiró la visión del montaje, entendida como un repaso objetivo a la historia del capitalismo sin caer en lo panfletario. Esencialmente, es muy entretenida. Y ya hay quien quiere repetir y llevar a sus alumnos de los másteres de las escuelas de negocio. Las paradojas que consigue el teatro.