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Visita virtual y 3D: terapia de choque para difundir arte de cuevas cerradas
Las cuevas con arte rupestre, que en casos renombrados como Altamira o Lascaux se comparan con “enfermos crónicos” por su deterioro, se sirven ya de otras alternativas, como técnicas 3D o realidad virtual, para compatibilizar la necesidad de conservación con la aspiración de difundir sus famosas pinturas.
Si por algo se caracterizan las cuevas con arte rupestre es porque no suele ser fácil para el ojo humano disfrutar de estos 'tesoros', pues muchas veces se encuentran en lugares de difícil acceso y con limitaciones importantes en favor de la conservación.
Algunos de los ejemplos más paradigmáticos son Lascaux, en Francia, que está cerrada desde los años sesenta, y Altamira (Santillana del Mar), que lo estuvo doce años y reabrió en 2014 con un novedoso modelo de visitas experimentales para dar cabida a un número muy reducido de personas (cinco personas más el guía), una vez a la semana.
Pero hoy en día la tecnología ha hecho posible disfrutar del arte que guardan las cuevas de otra manera, sin necesidad de estar físicamente en su interior, gracias a las visitas virtuales y la técnica 3D.
Así lo indican, en una charla con EFE, cuatro investigadores expertos en arte rupestre vinculados con diversos ámbitos: la Universidad, la Administración, la gestión cultural y el Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria.
Se trata del director del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria (Mupac), Roberto Ontañón; Luis César Teira, de la Universidad de Cantabria:, Eduardo Palacio, arqueólogo del Servicio de Patrimonio Cultural de esta misma Universidad; y Ramón Montes, que es arqueólogo y experto en gestión cultural.
Montes destaca las bondades que ofrecen estas experiencias 3D y de realidad virtual. “La gente puede decir que no es lo mismo, pero los resultados son espectaculares”, señala.
Añade que, “por desgracia” ya no se va a “poder meter mucha gente en muchos sitios valiosos” y dignos de ver, con lo que este método podría ser una solución para el futuro.
En Cantabria, un territorio referente en materia de arte rupestre con una decena de cuevas Patrimonio de la Humanidad declaradas por la Unesco, ya se han dado tímidos pasos en este sentido.
Así, las cavidades abiertas al público y los museos del Gobierno cántabro cuentan con experiencias de visitas virtuales en sus respectivas páginas web.
Y con motivo de la película “Altamira” (2016), que protagonizó Antonio Banderas y que cuenta el descubrimiento de la cueva de los bisontes, se elaboró una visita virtual a la cavidad de Santillana del Mar, que se presentó con el estreno del filme.
Además, el Gobierno de Cantabria lleva tiempo tratando de elaborar productos similares para la cueva de La Garma (Ribamontán al Monte), uno de los yacimientos más ricos del Paleolítico europeo, que atesora 500 representaciones gráficas y en cuyo suelo pueden encontrarse objetos, adornos y huesos de animales.
Ahora, con la colaboración de la World Monuments Fundation, la Fundación Weitzman, del famoso diseñador de zapatos Stuart Weitzman, aporta 300.000 euros que servirán para investigar en esta cavidad y hacerla más conocida gracias un proyecto de realidad virtual, con unas gafas con las que quien se las ponga tendrá la sensación de estar dentro de La Garma.
Una referencia en este ámbito es el Centro Internacional de Arte Parietal (“Lascaux IV”), que ofrece el facsímil completo de la cueva gracias a técnicas 3D, para divulgar el descubrimiento del arte parietal y del hombre de Cro-Magnon.
En esta nueva filosofía, hay que luchar contra ideas arraigadas: por un lado, la fiebre por el “yo he estado ahí” y el empeño por la visita in situ, y por otro la voluntad que suele predominar entre responsables políticos, que cuando se descubre una cueva en su territorio siempre quieren abrirla al público.
Esos anhelos chocan con el propósito último: la conservación, el fin último que se debe perseguir cuando se gestionan cuevas con arte rupestre.
Además, como dice Montes, cuando se descubre un yacimiento, a la hora de plantearse su adecuación para la apertura al público “hay que plantearse por qué y para qué”.
Eduardo Palacio insiste en la importancia de basarse en la idea de sostenibilidad, pero entendida en dos sentidos: por una parte la conservación del bien, y por otra plantearse si la puesta en valor de un bien y el esfuerzo para difundirlo tienen sentido.
Este investigador cree que una de las preguntas fundamentales es si hay demanda y, en este sentido, Ontañón reconoce que muchas veces, detrás del descubrimiento de arte rupestre, “no hay realmente un interés ciudadano” sino “intereses de instituciones”.
El abrir y acondicionar museos y recursos sin un interés real que lo sustente implica riesgos. Luis Teira pone un ejemplo claro, y señala que en España ya hay experiencia “con la cantidad de museos de sitio que se inauguraron con mucho entusiasmo y que no duraron más de cinco años”, cerrados o reconvertidos en almacenes o archivos.
Situaciones que podrían evitarse si se planifica para el futuro, se resiste la tentación de abrir recursos sin ton ni son, y se trata de responder a la demanda real.
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