Xavier Pla: “A la política catalana de hoy le vendrían bien unas buenas dosis del catalanismo pragmático de Josep Pla”
Qué mejor que empezar despejando la inevitable duda: no, Xavier no tiene vinculación familiar con Josep Pla, a pesar de ser de Girona, llevar el mismo apellido que el escritor y ser miembro del Patronato de la Fundación Josep Pla. El principal lazo que este doctor en filología catalana, que pasó por la Sorbona en su juventud, tiene con el autor de El quadern gris es su amor por la literatura del Pla escritor.
Conviene el Pla académico con este periodista, al iniciar la entrevista, que el Pla escritor es un monstruo de la literatura catalana, un genio diferente y superior en su ámbito, del que es difícil explicar de dónde procede su talento, como Lionel Messi en el futbol o Miles Davis y Thelonious Monk en el ámbito del jazz. Acaso solamente Mercè Rodoreda tenga su estatura en el siglo XX, con permiso de puntuales obras maestras como el Camí de sirga de Jesús Moncada o la Pedra de tartera de María Barbal.
Pero regresando al Pla escritor, Josep, es necesario presentar Un cor furtiu / Un corazón furtivo (Grup 62 / Ediciones Destino, 2024) como la primera biografía integral, y sin duda la más minuciosa y mejor documentada, sobre su vida más allá del pesado telón mitológico que el literato ampurdanés tejió sobre sí mismo, precisamente para hurtarnos la verdadera esencia de su corazón, inestable y quebradiza según asegura el Pla académico.
Para pergeñar este monumental trabajo (1.500 páginas), apasionante por la cantidad de luz que aporta sobre el Pla más íntimo, Xavier ha tenido el acceso privilegiado a las 35.000 cartas que el sobrino del escritor guardaba en su casa, así como a una ingente cantidad de recibos de todo tipo que el escritor envió durante décadas sistemáticamente a la familia para que los guardara, en un comportamiento en el filo del síndrome de Diógenes, pero también de la conciencia desde bien joven de que iba ser un escritor sin igual.
Así era Josep Pla: fáustico en sus anhelos y ambiciones, contradictorio tanto en sentimiento como en pensamiento, huidizo en lo que respecta a su verdadera esencia, tacaño respecto al dinero pero excesivo, apasionado, sensual y también sexual respecto a los placeres y las mujeres que amó y le amaron.
Un corazón furtivo comienza hablando de los posibles biógrafos que por una razón u otra fracasaron en su intento de hacer la biografía de Pla. Comenta usted que en el fondo Pla hubiera querido escribir su propia biografía pero a la vez esperaba encontrar alguien que lo hiciera por él... ¿Era tal vez una personalidad demasiado compleja para ser biografiada en vida?
Así es, quería y no quería. Se lo ponía difícil a los que lo intentaban pero a la vez guardaba cualquier papel, no fuera a ser que se perdiera para la posteridad... El hecho cierto es que Pla se consideraba un gran escritor ya desde su juventud y, por tanto, ya piensa entonces en cómo quedará su persona en la historia.
Ya fuera Baltasar Porcel o Manuel Ibáñez Escofet, todos los posibles biógrafos desisten porque se dan cuenta de que Pla quiere controlar la imagen de su vida, el recuerdo que quiere dejar para la posteridad, así que era prácticamente imposible hacerle una biografía mientras estuviera vivo.
¿Hubiera aprobado Pla, de vivir hoy, Un corazón furtivo?
Seguro que no [risas]. De todos modos, como en todo respecto de Pla, te tengo que dar una respuesta contradictoria: no le hubiera gustado porque yo he perfilado el Pla persona, libre de su mito, que era lo que él quería hacer perdurar. Pero por otro lado yo he podido hacer esta biografía gracias a que Pla tomó la decisión, cuando tenía 15 o 16 años, de guardar cualquier papel, documento, factura o recibo que se relacionaba con su vida.
Porque era perfectamente consciente de que en el futuro tendría unos biógrafos que usarían esta documentación que él conservó siempre de una manera muy obsesiva, tanto que yo en ocasiones en el libro hablo incluso del síndrome de Diógenes. Piensa que, gracias a su celo, tenemos hasta las facturas de las botellas de rioja que compraba.
¿Y cómo era Pla por dentro?
Alguien que desde muy joven, todavía siendo niño, sabe que quiere ser el mejor escritor de la literatura catalana. Ya con 15 años comienza a guardar manuscritos, borradores, comienzos de novela, etc... Pero además también comienza a guardar billetes de tren, de autobús, de avión, de barco, el ticket del restaurante, las facturas del hotel, las facturas del albañil...
Y si un día se compra una caja de vino de Rioja, tenemos el recibo de la caja de las seis botellas... Gracias a toda esta documentación, así como a las 35.000 cartas escritas y recibidas a las que he podido tener acceso, en algunos momentos he podido reconstruir día a día, semana a semana, mes a mes la vida de Josep Pla. Y toda esta documentación es inédita.
Gracias a la documentación a la que he podido tener acceso, en algunos momentos he podido reconstruir día a día, semana a semana, mes a mes la vida de Josep Pla.
¿La consiguió de la Fundació Josep Pla? Usted es patrono de la misma...
En la fundación no la conocíamos, estaba guardada por los familiares de Pla. Costó, pero nos ganamos su confianza, les demostramos que íbamos en serio con la biografía y el sobrino de Pla, a quien yo le agradezco muy personalmente que me abriera las puertas, nos la facilitó. Esta documentación está ahora casi toda en la Fundació Josep Pla. Se está catalogando y digitalizando.
Hablemos del padre de Pla, Jaume, cuya figura descubre usted al mundo y perfila a través de las cartas del escritor.
La personalidad de su padre le provoca una gran angustia. El joven Pla ve que su padre es un soñador que siempre quiere hacer grandes negocios pensando que se hará super rico, pero el resultado es el contrario. Para definir al padre, nada mejor que la frase que su hijo le escribe en una carta: “Si no hubieras hecho negocios, ahora serías rico”. Da idea de lo desastroso que era y explica mucho la complicada relación de Pla con el dinero.
Jaume Pla recuerda un poco al padre de Gabriel Ferrater según lo perfila Jordi Amat en Vèncer la por, la biografía del poeta reusense. ¿Quedó Pla tocado por este hecho al igual que Ferrater?
Es probable. Lo cierto es que Pla es un hombre con un gran desequilibrio interno y tiene una vida muy inestable y muy desordenada. Es la literatura quien le ordena la vida y le da estabilidad. Tal como explico en Un corazón furtivo, te das cuenta de que es un hombre que anda constantemente arriba y abajo, que vive una vida frenética... Y, en cambio, su literatura es una literatura muy tranquila, muy reconfortante,
¿Su costumbre de llevar trajes de segunda mano que le regalan sus amigos es también fruto de las angustias que le provoca su padre?
No, eso tiene que ver con el personaje que se crea. A Pla le gustaba llevar ropa de segunda mano reciclada, un vestido de su hermano, un traje de Josep Vergés, una corbata de Joan Estelrich, un traje de Francesc Cambó... Yo creo que cuando hacía esto estaba alimentando el personaje que quería proyectarnos y con el que pretendía ocultar quién era verdaderamente. Por eso el libro se llama Un corazón furtivo, porque Pla siempre jugaba a despistarnos con el fin de que no pudiéramos conocer su verdadera personalidad.
Pla se crea un personaje para ocultarse, lo mismo que hizo otro gigante ampurdanés: Dalí...
En efecto. Pla es mucho más pícaro y mucho más malicioso de lo que pensamos, nos logra colocar la imagen literaria de él, pero la documentación inédita que yo he manejado muestra que había otro Pla. Y cuando escribe, en realidad se está haciendo el personaje, la misma táctica que Dalí utiliza. Pero en Dalí el artificio era mucho más visible. En cambió en Pla ese personaje lo tenemos identificado como real porque él utiliza la literatura para desdoblarse y huir de sí mismo.
Cuando escribe, en realidad Pla se está haciendo el personaje, la misma táctica que Dalí utiliza, solo que en Dalí el artificio era mucho más visible
Tras la guerra, Pla se retira a Llofriu. Se ha hablado mucho de que aquello fue un exilio interior ante el franquismo, pero usted comenta que el retirarse a el Mas Pla, su casa solariega, era un deseo casi juvenil.
Así es. Mientras duró su relación con Adi Enberg, que es la mujer con la que más tiempo estará, tienen ambos una especie de utopía o quimera, que es dejar de viajar frenéticamente e instalarse en el Mas Pla, un espacio bucólico y atemporal, como si estuviéramos en la edad media o el tiempo de los romanos. El objetivo es conseguir finalmente la paz y la tranquilidad para poder escribir. Lo intenta varias veces con Adi, pero fracasan debido al carácter frenético de Pla. Él no lo conseguirá hasta 1947, con 50 años, cuando ya habrá muerto su padre, pero ya sin la compañera sentimental.
¿Quiere imitar a Montaigne al encerrarse en su torre a escribir sobre su vida cotidiana?
Totalmente. Hay que tener en cuenta que Montaigne no es solo su autor de cabecera, sino también su modelo vital y su referente moral. Nos consta que en 1913, cuando él tenía 17 años, compra el primer libro de Montaigne y es una lectura que la sigue haciendo durante toda su vida. Y, claro, Montaigne es un autor muy interesante porque no es un novelista y habla siempre de sí mismo, que era lo que interesaba a Pla. “Yo soy la materia en la que se alimenta mi libro”, decía el autor francés, pero perfectamente podría haberlo firmado Pla.
El comportamiento político de Pla también es digno de estudio: desde el independentismo y cierta curiosidad por el comunismo, al liberalismo, el autoritarismo y luego vuelta al catalanismo...
Yo hago referencia a un artículo del año 1927 de Carles Riba en el que hace un retrato de Pla, que en ese momento tiene treinta años. Riba dice que Pla es tímido y es descarado; egoísta y generoso; sentimental y anti sentimental; cínico, pero también es tierno. O sea un hombre muy contradictorio.
Y eso le sucedía también en política. Además, tiene un gran espíritu fáustico, de sacrificarlo todo a su propósito de ser un gran escritor. Así, vende su alma al diablo en nombre de ese objetivo durante toda su vida. De todas formas, en los tiempos previos a la Guerra Civil Pla se polariza, como tantos otro intelectuales: reniega de su catalanismo y de su liberalismo y abraza el autoritarismo. Y luego, en 1936, los anarquistas le amenazan de muerte y se ve obligado a huir a Marsella.
Estaba dispuesto a pactar con el diablo, y si pactar con el diablo es pactar con Francesc Cambó lo hace; si además puede pactar con Juan March, lo hace, y si también puede pactar con Serrano Suñer, lo hace todo a la vez.
¿Ya estaba entonces bajo el ala de Cambó?
Sí... Pero es que Pla siente que necesita salvarse, y hemos dicho que estaba dispuesto a pactar con el diablo. Y si pactar con el diablo es pactar con Francesc Cambó lo hace. Y si además puede pactar con Juan March, lo hace. Y si además puede pactar con Serrano Suñer, lo hace todo a la vez.
También explica en su libro que en los años 20 Adi Enberg le pone en contacto con Estat Català, el partido ultranacionalista, y Pla simpatiza con ellos durante una temporada. Incluso escribe para ellos y, según se dice, va a Moscú por orden de Macià a sondear el hipotético apoyo de los bolcheviques para la independencia de Catalunya. Son cosas de rabiosa actualidad. ¿Hubiera estado Pla implicado en el reciente procés?
Uf, no contestaré a esa pregunta [risas]. Eso imposible saber, pero yo creo que lo importante es que Pla fue un catalanista, digamos un catalanista conservador, que de joven fue más nacionalista e incluso independentista en algún momento, pero que después será ante todo un catalanista; su mundo político es el del catalanismo, pero es un catalanista pragmático, posibilista. Yo creo que su elección es el posibilismo que puede hacerse a favor de Catalunya en momentos determinados. Las cosas que no pueden hacerse, a él no le interesaban.
Tal vez a la política catalana le vendría bien una buena dosis del catalanismo pragmático de Pla para salir del actual atolladero...
Sin duda [risas]. Pla, a los soñadores, al catalanismo más romántico o más épico, los encontraba una pérdida de esfuerzos innecesaria. Por eso, junto con Vicens Vives y Tarradellas, en los años 50 intentan encontrar las rendijas de la dictadura para poder empezar a introducir lo que después expresará la transición democrática española.
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