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Juan Cotino, el perejil de todos los escándalos del PP, se sienta por primera vez en el banquillo

Juan Cotino y Rita Barberá, en un acto religioso.

Sergi Pitarch

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“Juan Cotino actuaba como factótum en la Generalitat y en la Fundación V Encuentro Mundial de las Familias, aunque formalmente no ostentaba ningún cargo, manejando desde atrás la toma de decisiones administrativas y contractuales hasta conseguir que se asignara a RTVV la responsabilidad (e incompresiblemente la carga de la financiación) de la contratación” con la trama Gürtel. Esta es la conclusión a la que la Fiscalía Anticorrupción llega tras la investigación del saqueo a los fondos de Canal 9 para retransmitir la vista del Papa a València en el año 2006 y que le ha servido para sentar en el banquillo por primera vez al que fuera director general de la policía con José María Aznar, “superconseller” de Francisco Camps y presidente del Parlamento Valenciano.

Porque si alguien ha definido bien a Juan Cotino con una sola palabra ha sido Anticorrupción. “Factotum” del PP valenciano y de la democracia cristiana en la Comunitat Valencia. El padre, e incluso el padrino, de todos aquellos que carecían de familia política pero que quisieron hacer carrera en un partido que consiguió casi el 55% de los votos de los valencianos y tuvo más de 100.000 afiliados en un territorio con cinco millones de habitantes. En la actualidad, la formación no llega ni a los 9.000 militantes con cuota.

Juan Cotino es un empresario del campo que con su vinculación al mundo de la política desde los años 80 consiguió que la empresa de su familia, la constructora y firma de servicios Sedesa, se convirtiera en una multinacional dirigida por su sobrino Vicente Cotino –condenado por la financiación ilegal del PP–, que se llegó a plantear la construcción hasta de un circuito de motociclismo en Hungría. Por la venta de sus participaciones en Sedesa, Cotino se embolsó 11 millones de euros en 2006 siendo conseller de Francisco Camps. Nunca declaró en Les Corts ese dinero.

Porque millonario era Juan Cotino y por eso era importante. Por su dinero y por el poder que le daba tenerlo. El expresidente de Les Corts quiso dotar de contenido demócrata-cristiano a su partido, para lo que lanzó la Fundación Vives, donde se formaron importantes cargos del PP valenciano como el actual miembro de la dirección de Pablo Casado, César Sánchez. Montó convivencias en su alquería con periodistas y compañeros y hasta se hizo con el control de medios de comunicación. Desde 2010 nombra al vicepresidente de 13 TV tras invertir dos millones de euros de su bolsillo. Pero también en la televisión del Arzobispado de València, La 8, donde participa en la propiedad e influye actualmente de manera importante en su línea editorial. Supervisó personalmente las obras de los nuevos platós.

Pero además de dinero, imprimió carácter en el partido. Y miedo. Su paso por la jefatura de la Policía Nacional le dio contactos e información privilegiada. 15 años después de dejar el cargo en el cuerpo de policía, todavía lo invitan a dar charlas de ética a los agentes, como reveló eldiario.es. Que le pregunten a la vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra. Siendo portavoz de Compromís en la oposición, para frenar sus críticas a Camps con las conocidas camisetas, Cotino aireó en el Parlamento valenciano –a modo de aviso– datos confidenciales de un expediente administrativo de sus hijos. Se montó un gran escándalo, pero nadie investigó por qué el político tenía unos datos tan sensibles.

Cotino ha sido y es una pieza clave en el partido porque, como declaró Álvaro Pérez El Bigotes, por “él pasaba todo, lo confesable y lo inconfesable”. La Justicia ha descubierto que fue el político personalmente quien siendo director general de la Policía abrió la cuenta en Luxemburgo a través de la cual pagaría 600.000 euros de la primera mordida a la trama de Eduardo Zaplana por la adjudicación del plan eólico y las ITV. Con el dinero en metálico recorrió en coche en 2001 España y Francia para entregar el dinero en la entidad bancaria. De película.

Por este contrato, su sobrino ingresaría más de 80 millones de euros meses después por la venta de los derechos que le había adjudicado el Gobierno de Zaplana en las ITV.

Cotino fue quien supervisó y controló la visita del Papa a València y por eso será juzgado en las próximas semanas. Conocida es su vinculación a la Iglesia, es numerario del Opus Dei, y los favores que le hizo. Junto a Francisco Camps permitió que la Universidad Católica naciera, se expandiera por el centro de València y se haya convertido en una máquina de hacer dinero y alumnos. En esa guerra, la universidad del Arzobispado de Valencia intentó aparcar al CEU, propiedad de los Propagandistas de Cristo, con la apertura de Medicina –la carrera más demandada– gracias a los favores políticos del PP de Camps y Cotino.

Este lunes arranca la primera prueba de fuego ante un tribunal. Solo es el principio de su vía crucis judicial. ¿El final del factótum?

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