Plantas de herbolario para curar enfermedades, ¿funcionan?
Cardo mariano como depurativo, té verde para combatir el sobrepeso, equinácea para los resfriados, pasiflora o valeriana para el insomnio y própolis con propiedades antivirales son algunas de las plantas usadas con fines medicinales.
El arraigo cultural y su uso generalizado pueden indicar seguridad, pero no la eficacia de los tratamientos, sobre todo en este ámbito, en el que la tradición normalmente se basa en remedios que contienen principios activos en concentraciones muy bajas.
El término planta medicinal se entiende en la mayoría de los casos en un sentido amplio que incluye especias, tés de hierba, alimentos y suplementos dietéticos. En España, la mayoría de estas plantas medicinales se venden en herbolarios, un posible punto débil para estos productos.
¿Hierbas o fármacos?
En España, desde el año 2012, un producto a base de plantas medicinales no puede anunciar que tiene propiedades para el tratamiento o la prevención de enfermedades si no lo ha autorizado la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS).
Cuando la Agencia autoriza un medicamento establece condiciones como las dosis, la seguridad, y garantiza su uso en las condiciones establecidas. Un producto que no está registrado como medicamento, por tanto, no puede presentarse con las propiedades para el tratamiento de ciertas enfermedades.
¿Significa esto que un producto a base de hierbas no puede comercializarse? No exactamente, pero lo tiene que amparar otra legislación, como la de los complementos dietéticos. Por tanto, como ocurre con cualquier medicamento, toda planta medicinal debe cumplir con el mantra farmacéutico: calidad, seguridad y eficacia.
Y, aunque cada vez hay más estudios científicos sobre estos productos, puede que aún no sean suficientes. La normativa española permite comercializar aquellas plantas medicinales registradas como medicamentos cuyo uso tradicional está demostrado. Esto significa que se exige información de calidad y seguridad, no de eficacia.
En este sentido, es suficiente con demostrar que un producto a base de hierbas se ha usado tradicionalmente durante al menos los últimos 30 años. También permite los medicamentos a base de plantas, pero, a diferencia de los medicamentos, los requisitos para su registro son más sencillos.
A los fabricantes de productos a base de hierbas se les pide información sobre su calidad, seguridad y eficacia, pero con un registro más simplificado; en lugar de tener que realizar ensayos clínicos originales, como los medicamentos, pueden señalar solo su largo historial de uso.
El problema está, en la mayoría de los casos, en la automedicación y en las recomendaciones hechas por personal no cualificado. Esto da pie a un mal uso.
Como reconoce el documento La fitoterapia en manos de expertos, del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos y el Centro de Investigación sobre Fitoterapia (INFITO), “el farmacéutico es el profesional más cualificado” para dispensar preparados de plantas medicinales con garantías de calidad, seguridad y eficacia.
Y es que el mundo de la fitoterapia requiere años de estudio para comprender cómo interactúan los distintos ingredientes entre sí.
Cosas que debemos tener en cuenta
1. ¿Son seguros? Suele pensarse el término “natural” como seguro. Pero esto no siempre es así. Aunque los suplementos se anuncian como naturales, pueden tener efectos en el cuerpo o efectos adversos. Pero también es cierto que en fitoterapia se usan productos de origen vegetal con unos márgenes terapéuticos amplios.
Como reconoce la Sociedad Española de Fitoterapia (SEFIT), se incluyen “productos poco potentes como capítulos de manzanilla y se excluyen los que tienen un margen estrecho, como la hoja digital y sus principios activos, como la digoxina”. Por tanto, la fitoterapia debería englobarse como una terapéutica suave y poco agresiva.
2. ¿Pueden interaccionar con los medicamentos? Sí, pueden producirse varios tipos de interacciones entre medicamentos y suplementos. Las hierbas y los medicamentos pueden potenciarse entre sí, lo que significa que, si estamos tomando alguna medicación, debemos consultar con el médico antes de tomar cualquier planta medicinal.
La hierba de San Juan, por ejemplo, utilizada para la depresión y la ansiedad, puede afectar el metabolismo de ciertos medicamentos, igual que la cafeína. El Centro Nacional de Salud Complementaria e Integrativa estadounidense ofrece una lista de las hierbas que interactúan con los medicamentos.
3. ¿Pueden contaminarse estos productos? Sí, como cualquier otro producto alimenticio, es importante que se sigan unas condiciones estandarizadas de cultivo y de control. Las buenas prácticas agrícolas y de recolección de plantas medicinales son el primer paso para asegurar su calidad. Tienen un impacto directo tanto en la seguridad como en la eficacia del producto final.
4. ¿Pueden contener mezclas de varias hierbas? Sí, y esto dificulta el requisito de la directiva de identificar y cuantificar los ingredientes botánicos activos u otros agentes biológicos.
5. ¿Son efectivas contra enfermedades graves? No, ni pueden curar una mano rota, ni tratar problemas relacionados con un ataque cardíaco.
Actualmente hay numerosos estudios sobre estos productos y, aunque existen muchos beneficios al usar estos regalos de la naturaleza, como que pueden aumentar la capacidad para protegernos de ciertas enfermedades y aportar un estado general más saludable, es importante actuar con precaución e informarse bien de lo que vamos a tomar.
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