Miles de kurdos protestaron el lunes pasado frente a las embajadas de Turquía en las principales capitales del mundo porque “el Estado turco está masacrando al pueblo kurdo en Cizre ante los ojos del mundo entero”, declara Berivan Akyol, activista kurda representante del Centro Democrático Kurdo en Francia durante una manifestación ante la sede de la diplomacia turca en París. El domingo, el Gobierno liderado por Recep Tayyip Erdogan celebró la muerte de “60 terroristas” en una operación militar en la ciudad de Cizre anunciada por la televisión estatal. Activistas y partidarios de la autonomía del pueblo kurdo aseguran que estas ofensivas han sido auténticas “masacres” contra civiles.
Cizre es uno de los principales objetivos de Erdogan en su lucha contra la autodeterminación del pueblo kurdo. La población kurda asciende a unos 40 millones de personas, según el KNK (máxima organización nacional del Kurdistán), repartida entre Siria, Turquía, Irán e Irak desde el final de la Segunda Guerra Mundial por mandato de las potencias occidentales. Desde entonces los kurdos luchan por su derecho básico a existir y en defensa de su identidad cultural.
En Cizre y otras ciudades de Raja, región del Kurdistán turco fronteriza con Siria e Irak, los kurdos han consolidado su propio sistema político de autogestión.
Pero, amparado en el discurso contra el terrorismo, el enfrentamiento del Gobierno turco contra el PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) –grupo insurgente kurdo enfrentado al Estado turco desde los años 80 y considerado una organización terrorista por la UE desde julio de 2011–, las fuerzas turcas amenazan la supervivencia de la población civil, denuncian las organizaciones kurdas.
Desde la escalada de ataques y enfrentamientos de la década de los noventa, el conflicto kurdo no se enfrentaba a episodios tan violentos como los que vive actualmente. Con las ciudades en el centro de los principales conflictos contra el avance del ISIS y los bombardeos del ejército de Turquía, este conflicto deja un rastro de “más de 500 kurdos muertos solo en 2015”, según la Asociación Turca de Derechos Humanos (IDH).
Selahattin Demirtas, líder del partido prokurdo Partido Democrático de los Pueblos (HDP) –la tercera fuerza en el Parlamento turco–, afirma que los 60 muertos del domingo y “otros 20 del miércoles” eran civiles kurdos que se refugiaban de los bombardeos en algunos edificios y no terroristas.
Fue el HDP, cuenta su representante, quien negoció con el gobierno turco para poder dar auxilio a los civiles que se refugiaban de los bombardeos en Cizre sin ningún tipo de asistencia médica, agua o comida desde hacía más de dos semanas. “En lugar de ser rescatados fueron asesinados”, afirma Murat M., kurdo refugiado en Francia. “El gobierno turco dice que eran terroristas armados, pero no es cierto, eran civiles kurdos que se escondían de los bombardeos”, denuncia.
Los habitantes de Diyarbakir, capital del Kurdistán turco, también llevan dos meses atrapados bajo la lluvia de bombas del Ejército turco. Sin electricidad ni agua, los kurdos de esta ciudad no han podido recuperar los 198 cadáveres que, según la Asociación Turca de Derechos Humanos (IDH), aún se encuentran tirados por las calles y entre los escombros.
El mando militar turco presume de haber matado a más de 500 “terroristas kurdos” desde diciembre. Más allá de Cizre y Diyarbakir, los bombardeos se extienden por gran parte de Kurdistán turco como resultado de la ofensiva lanzada por Erdogan en julio de 2015, que coincidió con la primera entrada en el Parlamento turco de un partido prokurdo (HDP), después de obtener el 13% de los votos. También, con la consolidación del sistema de autogobierno kurdo instaurado en gran parte del Kurdistán turco y sirio, principalmente en la región siria de Rojava, en respuesta al avance de ISIS.
Las sucesivas victorias de las fuerzas kurdas en Siria frente a los yihadistas del ISIS han sido recibidas “como una amenaza directa por el Estado turco”, critica la activista Berivan Akyol. En su opinión, son vistas como la antítesis de los principios nacionalistas del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) de Erdogan.
“El Gobierno de Turquía está usando la retórica del conflicto armado como excusa para justificar el genocidio contra el pueblo kurdo”, afirma Faysal Sariyildiz, diputado del HDP. A las demandas del pueblo kurdo también se suman voces extranjeras, como la de Rebeca Harms, la europarlamentaria alemana que la semana pasada denunció que “las acciones del gobierno turco en la región del Kurdistán son inaceptables y constituyen una profunda violación de los derechos humanos”. Harms también exigió que la Unión Europa deje de ignorar esta tragedia y se prepare para la llegada inminente de miles de refugiados kurdos provenientes de esa región.
Europa mira hacia otro lado
Pero ahora la cooperación entre Europa y Turquía pasa por uno de sus mejores momentos. En noviembre los líderes europeos prometieron eliminar el requisito de visado para ciudadanos turcos y acordaron el envío de 3.000 millones de euros al gobierno de Erdogan para que Turquía contenga a los refugiados procedentes de Oriente Próximo con destino a Europa.
“¿Cómo puede Europa justificar la lucha contra Daesh (término peyorativo para nombrar al ISIS) al mismo tiempo que regala dinero a un Estado que colabora con este grupo terrorista? ¿Cómo puede enviar dinero para impedir el paso a Europa de los refugiados que huyen de las guerras del Estado Islámico? ¿Cómo puede Europa cerrar los ojos mientras el Estado turco masacra al pueblo kurdo, el mismo que realmente lucha para evitar el avance de Daesh en la región?”, se preguntaba Akyol, la activista kurda responsable del Centro Democrático del Kurdistán, durante una manifestación en apoyo al pueblo kurdo que tuvo lugar en París el sábado pasado.
En los últimos años los países europeas han aumentado sus ventas de armamento al gobierno turco, particularmente Italia, Francia y España. Turquía es el segundo mayor cliente de la industria militar española, según los últimos datos del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI).
Varios activistas turcos solidarios con el pueblo kurdo denuncian a este medio que los servicios secretos franceses están amenazándolos, según su visión de los hechos, como respuesta a las peticiones del Ejecutivo turco para facilitar nuevos contratos con la industria armamentística gala. A finales de enero nueve personas relacionadas presuntamente con el PKK fueron detenidas por la policía española acusadas de pertenencia a banda terrorista.
Ataque a los avances kurdos
268 personas han sido asesinadas en el conflicto entre los kurdos y el gobierno turco en lo que va de año, entre ellos 62 niños, según un informe de la Asociación Turca de Derechos Humanos (IDH), que además denuncia que 30 periodistas siguen en prisión y afirma que 17 alcaldes fueron detenidos, 1.285 civiles encarcelados y 105.958 páginas web bloqueadas por parte del gobierno turco.
“El pueblo kurdo lucha contra el que también es el principal enemigo de Europa, sin embargo los gobiernos europeos no apoyan al movimiento kurdo porque eso significaría apoyar nuestro proyecto de democratización progresista, que es la antítesis del capitalismo que ellos defienden”, opina Nursel Kiliç, representante del Movimiento de Mujeres Kurdas en Europa.
Nursel Kiliç lamenta también el veto impuesto por Turquía y Francia que impidió que el Partido de la Unión Democrática kurdo (PYD), un aliado en Siria del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), participase en las últimas negociaciones por la paz en Siria que comenzaron la semana pasada en Ginebra y permanecen suspendidas debido el avance del ejército sirio. “La paz en Siria pasa por la paz en Turquía”, afirma Kiliç.