Ocupar roles prohibidos para las mujeres: la otra cara de las guerras
Cuando el ISIS llegó a la zona donde vivía, Amal (nombre ficticio) decidió escapar con sus hijas a la ciudad de Hawija, al norte de Irak. “Caminé 12 horas junto a ellas. Casi nos ahogamos cruzando el río, pero lo logramos. Poco después tuvimos que huir a Mosul por los bombardeos. Perdimos nuestra documentación y con ello perdimos toda la esperanza de retornar. Mi hija murió delante de mis ojos. Creó que nunca me podré quitar esa imagen”, explica en un testimonio recogido por Oxfam Intermón.
Las guerras hacen estragos en toda la población, pero, para las mujeres, los efectos se multiplican. A la violencia armada y las atrocidades contra los civiles se unen las desigualdades y la discriminación que sufrían antes de que el conflicto estallara. Cuando la guerra irrumpe en sus vidas, se enfrentan a violencia sexual, cuentan con menos recursos para sobrevivir y son forzadas a unirse a grupos armados o a desplazarse. Sin embargo, muchas mujeres logran sobreponerse a esta situación límite y encuentran en ella la ocasión de desafiar roles machistas.
Esta es una de las principales conclusiones del informe Mujeres en zonas de conflicto, en el que Oxfam Intermón analiza el impacto diferenciado de la violencia en las mujeres en los conflictos armados en Irak y Yemen así como en la ocupación israelí de los territorios palestinos, y denuncia que son ellas las que pagan el “precio más alto”.
“Las mujeres son víctimas de estos conflictos pero además porque sufren cómo se agudizan esas normas sociales que estaban enraizadas en esas sociedades”, ha destacado Paula San Pedro, autora del documento y responsable de incidencia política de acción humanitaria de la ONG, durante la presentación que ha tenido lugar este miércoles en Madrid.
Asimismo, subraya que, “a pesar de todos estos obstáculos y escollos”, las mujeres “han logrado sobrevivir y tener su propia voz, movilizarse y exigir sus propios derechos” en estos lugares.
Ocupar roles reservados a los hombres
El estudio, que desgrana con cifras los efectos devastadores de la violencia en las mujeres, concluye que los conflictos las obligan en muchas ocasiones a salirse del rol tradicionalmente asignado para ellas al quedar a cargo de la familia y la comunidad tras el fallecimiento, la desaparición, el arresto o la participación de los hombres en las hostilidades.
Muchas pasan a trabajar fuera del hogar, comienzan a “moverse de manera independiente” y se convierten en la principal fuente de ingresos de la familia. Esto les permite, indica la ONG, “tener cierta voz en las decisiones dentro de casa, más autonomía sobre cuestiones relacionadas con sus hijos y más control sobre el presupuesto familiar”.
Según los datos aportados por la organización, la pérdida de hombres en la guerra ha dado paso a un aumento del número de familias de las que las mujeres se hacen cargo económicamente. En Yemen, se estima que el 30% de las familias desplazadas están encabezadas por ellas, frente al 9% previo a 2015, año en el que comenzó la campaña militar la coalición árabe liderada por Arabia Saudí. En Irak, más del 18% de los núcleos familiares están encabezados por mujeres. Antes de los combates contra el ISIS, esta proporción no llegaba al 10%.
En ambos países, las mujeres se han visto abocadas a buscar formas de aumentar los exiguos ingresos de sus familias, reza el documento. Pero también aquí encuentran obstáculos. En algunos casos no cuentan formación suficiente o no conocen la zona a la que se han desplazado. Asimismo, esta nueva responsabilidad duplica la carga de tareas que soportan, ya que al trabajo de cuidados no remunerado al que dedicaban gran parte del día, se suma la búsqueda de ingresos fuera del hogar.
“El hecho de entrar en el mercado laboral no necesariamente va acompañado de una mayor autonomía para las mujeres”, indica la ONG. “De hecho, puede abrir nuevas formas de abuso porque no tienen control sobre las condiciones de trabajo o sobre sus sueldos. También existe el peligro de que cuando el contexto se normalice, los hombres vuelvan a sus puestos de trabajo tradicionales echando a las mujeres”.
Debido a estas nuevas situaciones, “ellas están liderando el cambio de las normas sociales tradicionales que les permite asumir roles hasta entonces prohibidos”, apunta el documento. También lo hacen en la esfera pública. Tanto en Irak y Yemen, como en los territorios palestinos hay mujeres que pasan a ocupar “roles clave” para resolver el conflicto alzando la voz, movilizándose, mediando entre desplazados y comunidades locales o brindándoles apoyo. Oxfam pone como ejemplo la voluntad de muchas para mediar entre distintas facciones. Es el caso de las mujeres iraquíes que conviven con mujeres vinculadas al ISIS o las campañas para liberar a presos en Yemen.
La ONG puntualiza que desafiar estos papeles machistas, sin embargo, no está exento de riesgos. “Tener un perfil más expuesto, tanto por sus tareas en torno a la construcción de la paz como por sus actividades laborales fuera de casa, pone a las mujeres en mayor peligro convirtiéndolas en objetivo de ataques y abusos”, explica, tras lo que reclama apoyo para el camino iniciado por estas mujeres.
Escasa presencia en los procesos de paz
No obstante, ellas siguen estando desbancadas de las negociaciones de los procesos de paz. Es el caso de las activistas yemeníes que participaron activamente en las protestas de 2011 y, tres años después, consiguieron intervenir en la plataforma Conferencia Nacional de Diálogo, donde lograron acuerdos para una representación del 30% en órganos ejecutivos.
Según recuerda el informe, cuando estalló la violencia, fueron apartadas de la mesa de negociación, a pesar de que exigen participar en el proceso. “Está demostrado que en la resolución de los conflictos en los que ellas participan, la paz es hasta 15 años más duradera y además se implementa de forma más efectiva”, ha defendido San Pedro.
Los Gobiernos de Irak y el Consejo Nacional Palestino acordaron cuotas políticas del 30%. “Si bien este fue un paso muy positivo para legalizar su participación, la realidad no ha acompañado este gesto. Bien porque el techo de cristal al que se enfrentan las ha impedido ascender a puestos más elevados o asumir cargos tradicionalmente dirigidos por hombres”, apuntala el informe.
Según expone Oxfam, las organizaciones de mujeres de estos países critican que “no habido voluntad política para promover la participación de las mujeres y que esta medida no ha sido más que un mero maquillaje para aumentar legitimidad de los gobiernos frente a la comunidad internacional”.
La organización concluye el informe presentando algunas demandas al Gobierno español para paliar la situación que enfrentan las mujeres en estos países, como la suspensión las ventas de armas a la coalición saudí que interviene en la guerra de Yemen o que la financiación para promover la igualdad de género se eleve hasta el 15% del total de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), que ha sufrido una década de recortes.