Bruselas prepara un recorte de la ayuda humanitaria a los campos de refugiados saharauis
Tras siete años aparcado, un informe del OLAF, la Oficina Antifraude de la UE dependiente de la Comisión Europea, parece ver la luz de nuevo estos días. Se trata de un documento que abarca el periodo de 2003 a 2007 y que es nefasto para los intereses de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).
El OLAF denuncia “malversación” y “fraude masivo” en la utilización de los fondos humanitarios para la RASD, amén de una cantidad de refugiados “hinchada”. La cifra de refugiados saharauis en los campos argelinos que maneja la UE es importante porque determina en gran parte la cuantía final de las ayudas al desarrollo.
Sin embargo, la novedad es otra: la eurodiputada alemana del partido democristiano CDU Ingeborg Grassle ha redactado un proyecto de informe que presentará en sesión plenaria a finales de marzo en el que pedirá una “revisión” drástica de la asignación de ayudas a los refugiados saharauis. Aunque estas suponen una cantidad mínima para las arcas comunitarias (diez millones de euros), sí son un salvavidas crucial para los desplazados a Argelia por la ocupación marroquí.
En su informe, Grassle “urge a la Comisión a adaptar la ayuda de la Unión a las actuales necesidades de la población afectada, con el fin de terminar de una vez por todas con la malversación y el tráfico de ayuda humanitaria”.
Hasta ahora la cifra oficial de refugiados ha sido la misma desde 2004 (158.000 saharauis). Pero el OLAF ya rebajaba el número a 91.000 en 2007. Lógicamente, una reducción tan significativa de refugiados mermaría sobremanera los fondos humanitarios destinados a la RASD. La Unión Europea destina ayuda humanitaria a la República Árabe desde 1975, año en que se produjo la retirada de España de su antigua colonia y la invasión de Marruecos mediante la denominada marcha verde.
Un informe oculto
El informe del OLAF fue terminado de redactar en 2007, y desde entonces ha estado cogiendo polvo en algún cajón, razón por la cual Grassle dice mostrarse “sorprendida”. “Estoy sorprendida de que el OLAF no recomendara entonces a la Comisión una orden de recuperación de ciertos fondos fundamentada en el daño que causa al Presupuesto de la Unión la ayuda humanitaria mal concedida a los campos de Tinduf”.
Grassle, azote del OLAF en varias ocasiones, recibió la semana pasad a eldiario.es en su despacho: “¡No quiero saber nada del conflicto entre el Sahara y Marruecos, ni del Polisario ni de Rabat!”, clama esta veterana dirigente democristiana. “Esto es un engorro para mí. ¿Qué deberíamos hacer, seguir destinando fondos como si nada? Para mí, esta es una cuestión de honestidad”.
El informe solo pudo conocerse por parte de los eurodiputados a finales de 2014, mientras que la Comisión sabía de su existencia siete años antes. Eso indigna a la europarlamentaria del CDU, el partido de Angela Merkel, a quien tan solo le motiva una peculiaridad muy alemana: la exigencia de austeridad en las ayudas.
Por ejemplo, el informe del OLAF dice que la harina de mala calidad fue distribuida entre los refugiados, mientras que la de buena calidad acabó vendiéndose en el mercado negro. Así, numerosos sacos con alimentos habrían sido encontrados con el sello de la Comisión en países como Malí, Mauritania o Chad. La lista de irregularidades es interminable en el informe del OLAF.
Grassle también confiesa su sorpresa ante el sobresalto de numerosos dirigentes españoles en Bruselas, independientemente del color político. Y viceversa: numerosos eurodiputados franceses podrían hacer causa común con Marruecos, país con el que mantienen buenas relaciones.
Según un rápido sondeo realizado por este diario, todos los partidos españoles votarán contra el proyecto de informe de Ingeborg Grassle. El Polisario ya acusó al informe del OLAF de estar “influenciado y contaminado por los lobbies marroquíes”.