Las crisis humanitarias no abandonan el país más joven del mundo que en julio celebrará dos años de su independencia del vecino del norte. A la desnutrición, la malaria y las inundaciones se suman miles de desplazados y refugiados a causa de la violencia interna y el conflicto entre las milicias y el ejército de Sudán en la frontera septentrional.
El último episodio de violencia interna tiene lugar en Jonglei donde 120.000 personas se esconden en pantanos infestados por la malaria y en los que carecen de acceso a agua potable, alimentos y atención médica.
Tampoco cesa el conflicto externo que ha provocado casi 200.000 refugiados procedentes de los estados de Sudán del norte a causa de los combates entre la Fuerzas Armadas Sudanesas y el Movimiento de Liberación de la Población de Sudán.
La intensificación de los combates entre el Ejército del Sur de Sudán (SPLA) y la milicia armada David YauYau ha coincidido con la destrucción de las instalaciones médicas, incluyendo el saqueo sistemático del hospital de MSF en la ciudad de Pibor. Fotografía: Vikki Stienen/MSF
La intensificación de los combates entre el Ejército del Sur de Sudán (SPLA) y la milicia armada David YauYau ha coincidido con la destrucción de las instalaciones médicas, incluyendo el saqueo sistemático del hospital de MSF en la ciudad de Pibor. Fotografía: Vikki Stienen/MSF
Con los dos únicos hospitales del condado de Pibor víctimas de saqueos no hay otra asistencia médica disponible para la población más que la que dispensa MSF en un puesto de atención primaria muy básica en Gumuruk. Avioneta en la aldea de Gumuruk traslada a los equipos de MSF en una misión exploratoria. Fotografía: Robin Meldrum/MSF
Con los dos únicos hospitales del condado de Pibor víctimas de saqueos no hay otra asistencia médica disponible para la población más que la que dispensa MSF en un puesto de atención primaria muy básica en Gumuruk. Avioneta en la aldea de Gumuruk traslada a los equipos de MSF en una misión exploratoria. Fotografía: Robin Meldrum/MSF
Más al norte se instalan los campos de refugiados. Es el caso del campo de Yida, en el estado de Unidad, donde MSF trabaja desde 2011. Desde abril del año pasado, la población ha crecido sin pausa hasta superar las 75.000 personas. Fotografía: Yann Libessart/MSF
Más al norte se instalan los campos de refugiados. Es el caso del campo de Yida, en el estado de Unidad, donde MSF trabaja desde 2011. Desde abril del año pasado, la población ha crecido sin pausa hasta superar las 75.000 personas. Fotografía: Yann Libessart/MSF
En los últimos diez meses, MSF ha llevado a cabo 90.000 consultas. Las enfermedades más diagnosticadas son infecciones respiratorias, diarrea y malaria. Fotografía: Yann Libessart/MSF
En los últimos diez meses, MSF ha llevado a cabo 90.000 consultas. Las enfermedades más diagnosticadas son infecciones respiratorias, diarrea y malaria. Fotografía: Yann Libessart/MSF
En el último año, casi 2.800 niños con desnutrición severa han recibido tratamiento en el programa de nutrición y 3.000 pacientes han sido ingresados en el hospital, las dos terceras partes niños menores de cinco años. Evaluación nutricional rápida a partir de prueba Muac a un niño en el campo de Yida. Fotografía: Yann Libessart/MSF
En el último año, casi 2.800 niños con desnutrición severa han recibido tratamiento en el programa de nutrición y 3.000 pacientes han sido ingresados en el hospital, las dos terceras partes niños menores de cinco años. Evaluación nutricional rápida a partir de prueba Muac a un niño en el campo de Yida. Fotografía: Yann Libessart/MSF
La temporada de lluvias está empezando y MSF espera un incremento de las enfermedades transmitidas por el agua durante los próximos seis meses. Los servicios básicos – especialmente el saneamiento y el suministro de agua – son insuficientes. Fotografía: Yann Libessart/MSF
La temporada de lluvias está empezando y MSF espera un incremento de las enfermedades transmitidas por el agua durante los próximos seis meses. Los servicios básicos – especialmente el saneamiento y el suministro de agua – son insuficientes. Fotografía: Yann Libessart/MSF
Yida es, en estos momentos, el campo de refugiados más grande de todo Sudán del Sur. Su extensión supera las 1.200 hectáreas. Vista área del campo de Yida. Fotografía: Yann Libessart/MSF
Yida es, en estos momentos, el campo de refugiados más grande de todo Sudán del Sur. Su extensión supera las 1.200 hectáreas. Vista área del campo de Yida. Fotografía: Yann Libessart/MSF
La falta de infraestructuras y las inundaciones que dejan impracticables las carreteras durante la época de lluvias hacen de Sudán del Sur un reto en términos logísticos y de distribución de la ayuda. Restos de un avión en el campo de Yida. Fotografía: Yann Libessart/MSF
La falta de infraestructuras y las inundaciones que dejan impracticables las carreteras durante la época de lluvias hacen de Sudán del Sur un reto en términos logísticos y de distribución de la ayuda. Restos de un avión en el campo de Yida. Fotografía: Yann Libessart/MSF
En un intento de detener el crecimiento del campo de Yida, la población refugiada debe trasladarse al campo de Ajuong Thok. Sin embargo, la mayoría prefiere permanecer en Yida y tiene que compartir la comida lo que incrementa el riesgo de desnutrición entre los niños. Un bebé duerme en el área nutrición infantil de Yida. Fotografía: Yann Libessart/MSF
En un intento de detener el crecimiento del campo de Yida, la población refugiada debe trasladarse al campo de Ajuong Thok. Sin embargo, la mayoría prefiere permanecer en Yida y tiene que compartir la comida lo que incrementa el riesgo de desnutrición entre los niños. Un bebé duerme en el área nutrición infantil de Yida. Fotografía: Yann Libessart/MSF
A pesar de una campaña de comunicación masiva para promocionar la nueva localización, muy pocos refugiados han estado de acuerdo en desplazarse a Ajuong Thok, del que consideran que está demasiado cerca de las áreas de las que huyeron. Fotografía: Yann Libessart/MSF