Los egipcios arriesgan su vida en el mar en un nuevo y peligroso éxodo hacia Europa
Youssef no quiere recordar la peligrosa travesía en barco desde Egipto a Tobruk, Libia, y desde allí a Italia. Pero sabe perfectamente por qué se marchó de su país.
Recién casado y sin llegar a los 30 años, Youssef será padre en cuestión de meses. El joven se sintió agobiado por el encarecimiento de la vida en Egipto y un día se puso en contacto con un traficante de personas a través de un grupo de Facebook donde las personas que buscan emigrar publican información sobre los viajes hacia Europa.
“Fue una sensación complicada”, asegura Youssef (nombre ficticio para proteger su seguridad), cuando se le pregunta cómo fue dejar atrás a su familia. “Pero lo más difícil fue la sensación de muerte que hay a tu alrededor”, dice sobre los cuatro días de travesía en barco desde Libia hasta Italia. “Era como contemplar la vida desvaneciéndose”, cuenta.
Antes de salir de Egipto, Youssef se ganaba la vida a duras penas como conductor tomando prestado el coche de su familia y cobrando un sueldo mensual de 2.000 libras egipcias [unos 75 euros]. Dice que decidió salir del país y dejar a su esposa a los tres meses de la boda porque en Egipto se sentía asfixiado y porque quería trabajar en Italia para ganar el dinero que haría falta para el bebé que venía. “No era capaz de permitirme los gastos de manutención. Antes de venir a Italia solo podía ahorrar 200 libras egipcias [unos 7,5 euros] al mes”, explica.
Economía en caída libre
Igual que un número cada vez mayor de jóvenes egipcios, Youssef decidió huir de la creciente crisis económica y de la represión autoritaria de su Gobierno. Su viaje siguió una frecuentada ruta migratoria que antes era intensamente vigilada y reprimida por el Estado egipcio con el apoyo de la Unión Europea. Desde Egipto hacia la costa libia y de ahí a Italia, la ruta ha resucitado en los últimos tiempos tras cinco años de cifras en descenso. Según los datos del Ministerio del Interior italiano, hasta mediados de diciembre más de 20.000 egipcios han llegado a Italia pasando por Libia, casi el triple de los que el año pasado habían cruzado por las mismas fechas.
Huyen de una economía en caída libre. Solo este año, la libra egipcia ha perdido más de un tercio de su valor con relación al dólar, con un repunte de la inflación que está provocando un fuerte aumento en el coste de la vida y un Estado que se endeuda cada vez más. Las últimas estadísticas oficiales de pobreza en el país tienen como mínimo tres años de antigüedad y ya estimaban que casi un tercio del país vive por debajo del umbral de la pobreza.
El presidente egipcio, Abdel Fatah al-Sisi, que llegó al poder en un golpe militar en 2013, ha puesto en marcha medidas de austeridad que han abierto una profunda brecha entre las élites respaldadas por el Estado y un número cada vez mayor de ciudadanos egipcios que ahora luchan por sobrevivir.
“Ahora vemos que más egipcios están llegando a Europa debido a la situación económica y política”, asegura Muhammad al-Kashef, abogado de derechos humanos y experto en migración de Watch the Med y de la red de migración Migreurop. “Son personas normales que se habían quedado porque tenían esperanza, no formaban parte de ningún movimiento político y se han creído todos estos años las promesas de Sisi hasta que la moneda [el dólar estadounidense] superó las 20 libras egipcias, [un tipo de cambio que] cuando Sisi llegó al poder por primera vez estaba en 6,5 [libras egipcias] por dólar”, detalla.
Resurrección de antiguas rutas
Algunos, como Youssef, eligen lo que consideran su única vía de escape: arriesgarse a morir en el viaje a Europa. Según el organismo de la Unión Europea para los refugiados, los consulados de los Estados miembros en Egipto concedieron en 2021 el 75% de las solicitudes para entrar de forma legal en Europa, expidiendo un total de 45.207 visados Schengen.
Antes de la pandemia de la COVID-19, el número de visados concedidos cada año a los egipcios era más del triple. En cualquier caso, representa una parte minúscula de los 104 millones de habitantes del país. El proceso de solicitud de visados es caro, complicado y lleno de prejuicios, lo que disuado a muchos ciudadanos egipcios a la hora de optar por vías legales.
La resurrección de las antiguas rutas de la migración ilegal también se ha atribuido a la puesta en libertad de importantes miembros de redes de contrabando de personas que habían sido encarcelados por el Estado egipcio tras los desastres con embarcaciones de los años 2015 y 2016, cuando cientos de muertos aparecieron en la costa norte de Egipto.
Los principales contrabandistas, según los expertos, ya han cumplido su condena de cinco años de prisión y han vuelto a la única profesión que les quedaba. En gran parte, debido a que los militares egipcios han tomado el control de la industria pesquera, privando a muchos propietarios de embarcaciones de formas legales de trabajo. Grandes embarcaciones pesqueras que podrían haberse utilizado para un trabajo legal se dedican ahora al transporte de personas por el Mediterráneo.
“Hemos visto un aumento de las travesías desde Tobruk, en Libia, desde finales de octubre, cuando varios barcos con mucha gente a bordo partieron de Tobruk y llegaron a la costa sur de Sicilia”, asegura Maurice Stierl, de Alarm Phone, organización que ayuda a los migrantes que se encuentran en apuros durante las travesías del Mediterráneo. “Estamos hablando de embarcaciones con entre 400 y 700 personas a bordo, viejos pesqueros increíblemente grandes reutilizados para la travesía”, añade. “Es un fenómeno reciente que se ha intensificado”, explica.
A pesar de su tamaño, dice, los barcos están abarrotados y la travesía es peligrosa. “Estamos en invierno, así que el tiempo es cambiante, pueden ocurrir todo tipo de cosas en el mar”, dice. “Es una forma increíblemente arriesgada de viajar. El viaje es largo y no hay ONG haciendo rescates en el este de Libia, de modo que las embarcaciones tienen que estar cerca de las fronteras europeas antes de poder ser rescatadas”, relata.
Contrabandista con uniforme policial
Hajj Mohammed es un contrabandista libio que dice llevar “mucho tiempo” trabajando junto a su hermano en el cruce ilegal de personas. Por una tarifa de 120.000 libras egipcias [unos 4.500 euros], organiza el vuelo de Egipto a Libia y reserva una plaza en un barco con capacidad para 250 personas desde la ciudad de Zuwara, en el oeste de la costa libia, hasta Lampedusa, en Italia. “Mis clientes egipcios sufren unas condiciones de vida extremadamente duras, por eso emigran”, indica.
Ayman (tampoco es su verdadero nombre) es otro de los miles de egipcios que han viajado de Zuwara a Italia. Igual que Youssef, dice que pagó 100.000 libras egipcias [unos 3.800 euros] a un contrabandista “famoso en Internet” que usa el nombre falso de Reda y “siempre que pasa de contrabando un barco lleno de gente publica el viaje en Facebook”.
Pero el contrabandista de Zuwara que organizó esa etapa del viaje tal vez sea aún más llamativo. “Llevaba el uniforme de la policía de Zuwara y conducía un Mercedes”, apunta Ayman, refiriéndose a la estrecha relación que hay entre el contrabandista y las autoridades locales.
El dinero de la UE
A finales de octubre, la Unión Europea firmó el último de una serie de acuerdos con Egipto diseñados para frenar la inmigración. En esta ocasión incluía una subvención de 80 millones de euros para detener el flujo de personas reforzando a los guardacostas y a las fuerzas navales egipcias. “La Unión Europea está dispuesta a llegar lejos para cerrar sus fronteras y clausurar los pasos fronterizos”, dice Al-Kashef. “Aunque abre la puerta en casos similares a sirios y ucranianos porque necesitan gente para que trabajen y paguen impuestos, no les gusta recibir a los africanos, más pobres y en los que tienen que invertir”, sostiene.
El dinero europeo ha sido una fuente de ingresos para las fuerzas de seguridad egipcias, pero se corre el riesgo de que no sirva de mucho para frenar redes de contrabando que ahora tienen su base principal en Libia, donde proliferan los abusos. El ejército alemán anunció en marzo la interrupción de un polémico programa de formación para guardacostas libios por el trato abusivo a los migrantes. Estos guardacostas son integrantes de las milicias de la región costera del país.
Según Youssef, el aumento de la migración desde Libia y Egipto está directamente relacionado con la ligereza de las autoridades: “Las autoridades libias confiscan ahora un barco y dejan marchar a otros 50”.
Traducción de Francisco de Zárate
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