El naufragio de una embarcación con alrededor de 450 migrantes y refugiados a bordo, en la costa mediterránea de la ciudad de Rashid, en el norte de Egipto, ha hundido a toda la ciudad egipcia en la tristeza. Los equipos de rescate han recuperado 162 cuerpos sin vida durante los tres días posteriores al suceso, según ha declarado un alto oficial egipcio a la agencia Associated Press.
En el puerto de Rashid, decenas de familias de desaparecidos continuaban este jueves esperado la llegada de los equipos de rescate, con pocas esperanzas de que sus familiares fuesen hallados con vida.
Los hombres se agolpaban en el muelle cada vez que una barca de salvamento se acerca al puerto, y las mujeres, vestidas de negro, esperaban en silencio mascando su dolor por los desaparecidos.
Un grupo de vecinos se deshizo en gritos, cuando los últimos ocho cadáveres encontrados este jueves fueron trasladados hasta un edificio oficial del puerto de Rashid. Son ya 162 cuerpos localizados, pero la cifra de desaparecidos podría estar alrededor de los cien. Hasta el momento, han sido rescatadas con vida 164 personas, entre ellos 111 egipcios, 26 sudaneses, 13 eritreos, dos somalís, un sirio y un etíope, según los datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
“Muchos de los jóvenes que murieron son del pueblo”, asegura con voz entrecortada una mujer vestida de luto, que ha viajado hasta el puerto en solidaridad con una vecina. Es de Yazira al Jadra, una localidad situada a siete kilómetros de Rashid, que busca a al menos a diez de sus jóvenes adolescentes, quienes viajaban en esa barca con otros entre 200 y 400 emigrantes egipcios, sirios, etíopes y somalís, entre otras nacionalidades.
No muy lejos del puerto, en un hospital de Rashid, siete heridos que sobrevivieron a la tragedia se recuperan. Entre ellos se encuentra Ahmed Darwish, un chófer de 27, que además de salvarse logró rescatar a una chica siria que perdió a su familia en el naufragio.
“No podía dejarla, estaba llorando en medio del agua”
“No podía dejarla, estaba llorando en medio del agua”, cuenta con voz agotada Darwish, que no puede mover su brazo tras nadar durante 10 kilómetros hasta la costa remolcando a la siria náufraga.
Cuenta a Efe que quería viajar a Europa para mejorar su vida, pero ahora, después de “haber visto la muerte”, asegura que no volverá a repetirlo. Junto a él, otro superviviente, Ahmed, ha perdido los nervios y grita desconsolado los nombres de su mujer y sus tres hijos que siguen desaparecidos.
Sus familiares intentan en vano infundirle ánimos diciéndoles que los equipos de rescate los encontrarán con vida. Frente al hospital, un vecino de Kafr Shakr, situada en la Provincia Al Qalyubia, al norte de El Cairo, espera el alta de su hermano, de 17 años, y que solo ha sufrido unas contusiones, según relata a Efe.
Asegura que su hermano se embarcó “para vivir como un ser humano” y detalla que estaba previsto el pago de 30.000 libras egipcias (3.377 dólares o 3.000 euros) al dueño del barco, que está en fuga, cuando su hermano llegara a Italia.
En la comisaría de Rashid, donde fueron trasladados los al menos 157 supervivientes que no sufrieron heridas antes de ser liberados, la situación no es tan dolorosa.
Algunos padres responsabilizan a las fuerzas de seguridad por permitir que los traficantes jueguen con la vida de los jóvenes que sueñan con viajar a Europa, aunque no niegan haber prometido a sus hijos que pagarían las 30.000 libras que exigían los traficantes si sus descendientes lograban llegar a las costas europeas.
El relato de los supervivientes
Uno de los supervivientes, un adolescente de 16 años que se identifica como Ali, cuenta a Efe que el barco empezó a hundirse a las 4.00 hora local y que tuvo que nadar muchas horas antes de que uno barcos de pescadores lo rescataran a medio día.
Tiene los ojos rojos y los pantalones llenos de arena, y asegura que lleva cuatro días sin dormir, porque antes de que la embarcación partiera tuvo que esperar en ella tres días.
“Tengo dos amigos que llegaron a Francia hace 5 meses y que me animaron viajar” contó a Efe Ali, vecino de una aldea de la provincia de Al Sharquiya, en el delta del Nilo.
La embarcación partió de un punto entre las localidades de Rashid y Baltim, donde la costa no está poblada y presenta una geografía complicada, con zonas de secano y lagunas, y se hundió a unas 12 millas de la costa.
Desde esta área suelen partir barcos que trasladan ilegalmente a los emigrantes, la mayoría de ellos con rumbo a las costas italianas, aunque en algunos casos se dirigen primero a Libia. Según datos del Centro de Estadísticas egipcio publicados en 2014, las pobreza en las provincias de Kafr al Shiej y Al Behira afecta al 18% y al 20% de la población, respectivamente, lo que las convierte en las regiones más pobre del delta del Nilo.
Solo este miércoles, el Ejército anunció haber abortado el intento de otras 294 personas que se habían hecho a la mar para alcanzar las costas europeas y, hace una semana, fueron detenidos otros 440 emigrantes que viajaban en dos embarcaciones pesqueras rumbo a la orilla norte del Mediterráneo.
La mayoría de los emigrantes que viajaban en el barco que naufragó en la costa mediterránea de Egipto el pasado miércoles son egipcios, sudaneses y eritreos, según informó hoy la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).