“Las feministas negras no estamos al margen de la huelga, sino que hemos decidido seguir otro rumbo”
Antoinette Torres Soler es la fundadora y directora de Afroféminas, una comunidad en línea destinada a mujeres afrodescendientes/negras. Aunque, como recoge la página, no es necesario serlo para escribir en ella. Hace unos días, a través de su web, publicaron un comunicado en el que daban a conocer que dentro de su colectivo algunas mujeres habían tomado la determinación de no secundar la huelga del próximo jueves 8 de marzo.
Parece que algunos feminismos se están “quedando al margen” de la huelga.
Mira, yo prefiero darle otro enfoque. No estamos al margen, sino que hemos decidido seguir otro rumbo. Hace poco escribí un libro en el que explico este planteamiento, que es personal, una reflexión. El feminismo negro tiene una historia diferente. Es así, no es un capricho. Además, tiene unos referentes totalmente distintos, parte de las huellas que dejó la colonización y de cómo se construyó la mujer o, más bien, cómo se deshumanizó a la mujer negra. Nuestra lucha, nuestra reivindicación fundamental es la deshumanización de la mujer racializada. Pero esta deshumanización no viene solo de los hombres; también de las mujeres.
Entonces, ¿cuáles es la relación entre el 'feminismo blanco' y el feminismo de mujeres negras?
Primero pedíamos, exigíamos más bien, visibilidad dentro de un mismo proyecto, aún teniendo en cuenta que la historia es diferente. Que la historia sea diferente implica que obligatoriamente tienes que estar hablando de cosas distintas. Por esto he recibido muchas críticas. La gente piensa que se trata de excluir, pero nosotras siempre hemos estado excluidas. Mi reflexión es que si lo que incomoda es que nos separemos, lo que molesta es que haya una decisión de colectivo.
Pero... ¿es así en todos los casos?
Reconozco que hay muchas feministas blancas jóvenes que ya tienen una posición diferente o quizá muestran más empatía que las feministas académicas. En la academia te encuentras el peor racismo. Lo que quiero decir es que separarnos sí, pero no aislarnos. En las conferencias que doy me encuentro a menudo con que a muchas personas mi discurso les resulta incómodo, aunque a veces hay chicas jóvenes que se apenan de que nos vayamos, pero es que no nos vamos. Por ejemplo, yo respeto que haya grupos feministas que no quieran espacios mixtos, así que las afroféminas ahora igual tenemos que cultivar, ordenar y crear un discurso en lugar de sumarnos a una huelga que es un gesto. La deshumanización de la mujer racializada es un problema estructural que no se resuelve con una huelga, una foto o un cartel.
¿Cómo se repara esta situación?
Yo creo que esta batalla se logra a largo plazo y a través de la educación. Estas opresiones y maneras de pensar completamente retorcidas están en la forma en la que nos han educado, por eso sigue habiendo adolescentes machistas y racistas. El cambio necesita políticas que deconstruyan y personas que hagan actividades como talleres, pero estamos aún muy lejos de todo eso.
¿Ha sentido alguna vez que las feministas blancas se olvidan de vuestra posición?
Creo que no la olvidan, sino que no la quieren poner. Dicen que la diferencia quiere acabar con el feminismo, pero esa no es mi posición. Yo respeto que en este país el feminismo blanco tenga un problema con el género como punto fundamental. Comparto sus objetivos, pero no son los míos. En la unión encuentro marginalidad, así que me separo para construirme respetando que las demás tienen sus objetivos y sus luchas. Si algún día tenemos que coincidir, que la coincidencia nazca sola, pero que no sea una obligación porque yo no me siento representada: a mí me discriminan mujeres también.
Algún ejemplo que se le venga a la mente...
Una exposición de mujeres negras nacidas en Zaragoza. Mujeres que rompen el estereotipo, mujeres negras que en lugar de necesitar ayuda la ofrecían. Cuando me acerqué, nunca olvidaré esa frase, me dijeron: “Pero esto no es aquí, esto tiene que ser en la Casa que atiende a personas migrantes”. Ese fue mi primer choque. Me di cuenta de que ser mujer con experiencia migrante te hace menos mujer.
“Menos mujer” es una idea dura.
Sí. A la mujer racializada o migrante se la presupone ignorante, que no sabe hablar ni tiene formación. En total, que tienen que hablar por ella. En mi libro, por ejemplo, aclaro que ser pobre no quiere decir que no puedas ser brillante. Piensa que en el siglo XIX las mujeres negras se vendían en la sección de animales, así que imagínate de dónde viene nuestra deconstrucción.
Así que, ¿las feministas blancas tienen una actitud paternalista con las mujeres negras?
Recuerdo una vez estuve en un debate con mujeres blancas feministas, aunque también había un hombre. Para mí el debate fue un horror porque entre ellas se creó un ambiente opresivo. El hombre, al final, me dijo: “Estas señoras se han puesto contigo como los hombres se ponen con las feministas”.
Pues solo queda la pregunta evidente: ¿cómo ha llegado al feminismo?
Cuando comencé Afroféminas fue por el deseo de empoderamiento, pero yo no conocía el feminismo negro, a él llegue después, cuando me di cuenta de que mi experiencia no era casual. Mi experiencia era la misma que tenía la mujer negra de México o Francia. El feminismo negro tiene historia, pero está poco visibilizada. Yo tenía claro que ante cualquier tipo de microagresión quería saber responder, entonces me di cuenta de que había una teoría, así que empecé a prepararme y saqué el discurso del feminismo negro al mundo real y en 2015 fue cuando comencé a impartir talleres, que son espacios para que la gente pueda conocerlo y se sienta bien. En ellos nadie se siente agredido. Hay diferencias en el discurso entre Europa y Estados Unidos, pero la historia al final es trasladable a cualquier país que haya sufrido colonización.