La portada de mañana
Acceder
Sánchez rearma la mayoría de Gobierno el día que Feijóo pide una moción de censura
Miguel esprinta para reabrir su inmobiliaria en Catarroja, Nacho cierra su panadería
Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Las feministas argentinas denuncian un aumento de la represión estatal: “Es un modelo de cacería”

Nazaret Castro

Resistencia/Buenos Aires (Argentina) —

Algunas mujeres hablaban de “cacería”; otras, de “caza de brujas”. Era un inesperado y triste final para la 32ª edición del Encuentro Nacional de Mujeres, que reunió a más de 30.000 mujeres la capital de Chaco, provincia del norte argentino, y culminó con una masiva marcha el pasado domingo.

El lunes, casi todas las mujeres habían vuelto ya, pero algunas decenas esperaban en la céntrica Plaza del 25 de Mayo, conversando y tomando mate, a que llegara el horario de su autobús. Fue entonces cuando apareció un grupo, reducido pero ruidoso, de hombres y mujeres que portaban una enorme bandera albiceleste y gritaban a las mujeres “¡Qué se vayan!” y “No al aborto”, entre otras consignas.

Varios hombres, armados con palos y piedras, se abalanzaron sobre las mujeres sentadas en el césped de la plaza, forzándolas a huir, según presenció eldiario.es. “Nos rodearon y nos amenazaban con tirarnos piedras, sin importarles que cargábamos un bebé”, relató una de ellas a este medio. En el perímetro de la plaza, la policía observaba lo que ocurría, sin intervenir.

“Esto no es el Encuentro Nacional de Mujeres. El Encuentro es construcción, amor y lucha por derechos. Esta es la reacción cobarde y patriarcal ante la sensación de que movemos sus estructuras”, señaló la periodista Poli Sabatés.

El suceso venía a empañar un encuentro que había rodado con relativa tranquilidad durante tres días, en un ambiente festivo que combinó talleres temáticos y actos culturales. Si bien hubo disturbios frente a la catedral la noche del domingo, al término de la concurrida marcha que atravesó la ciudad de Resistencia con consignas a favor de la despenalización del aborto y en repudio de la violencia machista, fueron incidentes aislados.

La sensación de las activistas es que el episodio vivido este lunes en Chaco se enmarca en un aumento de la represión del movimiento feminista. “Desde el 8 de marzo estamos viendo un modelo de cacería en la forma represiva. Ese tipo de represión estatal habilita y promueve también un fascismo que hoy se concentra contra las mujeres”, afirma Gago.

“El ataque que sufrieron las mujeres en Chaco se encuentra encadenado al accionar violento y represivo de las fuerzas militares y parapoliciales en las manifestaciones de los dos últimos años. Es una forma de producir terror, de disciplinar, para que algunas personas dejen de asistir a las marchas. El Gobierno de Cambiemos [el partido de Mauricio Macri] ha criminalizado y estigmatizado la movilización social, y eso encuentra resonancia en sectores muy derechizados de la población”, sostiene la economista feminista y decolonial Natalia Quiroga.

Este incremento de la criminalización del activismo denunciado por las activistas feministas se ha manifestado también, en su forma más extrema, en la desaparición del activista argentino Santiago cuando participaba en la protesta de una comunidad mapuche que fue reprimida por la gendarmería argentina el pasado 1 de agosto.

Un “déjà vu del horror”

“Déjà vu del horror: por segundo año seguido, después de un encuentro nacional de mujeres estamos frente a un cadáver atroz. Los cuerpos como textos de la violencia”, escribe Verónica Gago. Hace un año, las 90.000 mujeres que se reunieron en Rosario descubrían horrorizadas que, mientras ellas celebraban su multitudinaria reunión anual, en Mar del Plata la joven Lucía Pérez, a los 16 años, fue violada, torturada y empalada hasta morir de dolor. Su caso conmocionó a miles de mujeres, que, vestidas de negro, salieron a las calles el 19 de octubre del año pasado.

Un año después, el nuevo informe de la Suprema Corte bonaerense afirma que no puede probarse que la adolescente fue sexualmente forzada y que podría haber fallecido por una congestión y edema pulmonar por causas 'tóxicas'.

“El caso de Lucía muestra cómo las mujeres, incluso después de asesinadas de forma macabra, siguen siendo objeto de discusión; siguen teniendo que demostrar que fueron buenas mujeres, que no promovieron las circunstancias de su propio asesinato, mientras se invisibiliza al asesino”, apunta Natalia Quiroga. “Así, las mujeres son permanentemente revictimizadas”, añade.

Hace un año, fue Lucía. Esta vez, ha aparecido el cuerpo de Santiago Maldonado, visto con vida por última vez en medio de la represión policial de un acto de resistencia del pueblo mapuche en la provincia patagónica de Esquel, en defensa de sus tierras. Maldonado se ha convertido en el símbolo del denunciado aumento de la represión contra los movimientos sociales desde la llegada de Macri a la Casa Rosada.

“Volvemos a parar por Santiago Maldonado”

Como cada año, el último día del encuentro se decidió en Chaco el próximo destino: Chubut, en la Patagonia, escenario de la desaparición del joven. Cerca de allí, en El Bolsón, Ni Una Menos y otros colectivos celebraron una asamblea bajo la consigna 'Nuestros cuerpos, nuestros territorios. ¿Dónde está Santiago Maldonado?'.

“En esa región se concentran emprendimientos inmobiliarios, turísticos y extractivos. La combinación de estos negocios estructura desde hace años el despojo de tierras en la zona y pone en evidencia la complicidad de las instituciones políticas, judiciales y represivas en esta nueva fase de 'conquista del desierto', como se llamó la campaña militar a fines del siglo XIX que masacró al pueblo mapuche”, argumenta Verónica Gago.

“La desaparición forzada de Santiago Maldonado es parte de este escenario. La inteligencia del movimiento feminista va conectando los modos distintos de las violencias sin dejar de preguntarse por qué es el cuerpo de las mujeres, como cuerpo-territorio, el que aparece como botín de conquista y escenario predilecto para la crueldad”, concluye Gago.

Todavía conmocionado por la reacción misógina del pasado lunes, el movimiento de mujeres ya se prepara para el 33º Encuentro. “Es clave profundizar los procesos asamblearios preparatorios a los encuentros de mujeres, porque para los sectores conservadores, la presencia de las mujeres es vista como una invasión. Tenemos que transmitir la importancia y necesidad de que las mujeres lleguen a este tipo de territorios, para conocer sus problemáticas: es importante que la agenda nacional no opaque las agendas locales”, explica Quiroga.

Mientras tanto, a pocas horas de las elecciones legislativas del domingo, los movimientos sociales tratan de reaccionar a la incertidumbre y el horror que provoca la aparición del cadáver en el río Chubut. Los argentinos vuelven a la plaza de Mayo, como ya hicieran las Abuelas y las Madres de Mayo.

Allí también ha estado este jueves el movimiento feminista, como afirma el comunicado de Ni Una Menos: “Un cuerpo que aparece –otro– debería significar que la vida se detenga. Que el mundo todo se pare, deje de dar vueltas como si nada y nos podamos bajar. Frente a este cuerpo aún sin nombre, contra la crueldad, la represión y la impunidad, paremos. A un año del Paro nacional de mujeres, a un año del femicidio de Lucía Pérez, volvemos a parar por Santiago Maldonado, por nuestras hermanas mapuche expropiadas de sus tierras. Basta. Basta de seguir mientras nos tiran cadáveres a los ríos, a los basurales o directamente a ninguna parte”.