La 'franquicia antimigración': los partidos xenófobos calcan su estrategia política en 25 países de la UE
Se expanden desde EEUU a Brasil, pasando por Hungría, Filipinas o Australia. Partidos, think thanks y organizaciones sociales utilizan diferentes plataformas para promover su discurso, con un “uso táctico de las redes” y una “estrategia coordinada” para lograr buenos resultados electorales y presencia en las instituciones.
Es el engranaje de lo que la Fundación porCausa ha denominado, en un informe presentado este martes, la “franquicia antimigración”, para explicar el modelo de expansión del “populismo xenófobo” en los últimos años. El producto de este “negocio” que se diseña y se adapta para “comercializarse” en distintos puntos del planeta es uno: la ideología. Algunas de sus “marcas de la casa” o señas de identidad, el rechazo a la inmigración, la islamofobia o la retórica nacionalista.
“Aunque se permiten ciertas 'adaptaciones', se repiten estrategias, objetivos, y discursos casi copiados en un mensaje que está calando”, sostiene la organización, que considera que se trata de un movimiento “organizado y totalmente estructurado”. La estrategia la explicó recientemente uno de sus principales ideólogos, Steve Bannon. “Los detalles cambian en cada país, pero la filosofía es la misma: llevar la toma de decisiones cerca de la gente, soberanismo, seguridad y economía. (….) A eso lo llamo colocar el producto”, dijo en una entrevista en El País.
“El alcance de este movimiento no tiene precedentes”, apuntan los investigadores de porCausa en el documento, que ponen como ejemplo las elecciones que llevaron al poder a Donald Trump o el referéndum del Brexit. “Sin caer en conspiraciones: existe un plan, una lógica bien diseñada, con estrategia de comunicación a su servicio y va a tener su éxito. Es importante tratar de diseccionarlo para combatirlo”, ha asegurado uno de los autores, Gonzalo Fanjul, durante la presentación del informe este martes.
El discurso de este movimiento, detallan, tiene un elemento central, que es a la vez su reclamo electoral: la narrativa antimigratoria. Por un lado, “explota argumentos económicos -'nos roban empleos y servicios públicos'-, identitarios -la diversidad destruye nuestra forma de ser'- y de seguridad -'amenaza que llega del exterior en forma de delincuencia y el terrorismo-”.
Por otro lado, magnifica el rechazo al extranjero que reserva a algunos perfiles de migrantes, utilizando tres recursos: “la islamofobia, la aporofobia -el odio al pobre- y la crimigración -el migrante, sobre todo el irregular, como sospechoso”. Asimismo, prosiguen los autores en el texto, el nacionalismo se convierte en “el medio electoral para recuperar la soberanía y el control de los Estados”. De fondo se encuentra el cuestionamiento de “los valores de las democracias liberales” y un modelo de globalización “que consideran una amenaza para su identidad e intereses”.
¿Y cómo se logra “colocar” este discurso? La llamada “franquicia” recurre a una serie de canales y “herramientas de comercialización”, desgrana el informe. Principalmente, la desinformación. “Mentir, contar una parte de la historia o magnificar posiciones académicas marginales se ha convertido en una seña de identidad del movimiento”, que amplifica sus mensajes a través de, por ejemplo, las redes sociales, sostiene la investigación.
“También es habitual el uso de narrativas disruptivas que trascienden lo políticamente correcto para atraer el eje del debate público, establecer el marco de discusión y contradecir los hechos con teorías conspirativas. En ocasiones, estas narrativas se transforman de manera abierta en discursos de odio”, añaden.
Para Lucila Rodríguez-Alarcón, directora de la fundación, la forma de neutralizar este tipo de mensajes es “dejar de ser piezas que se mueven al antojo de otros, salir del marco reactivo”. “No podemos caer en el populismo que nos están imponiendo. Los asuntos complejos tienen soluciones complejas. No podemos ser los promotores para difundir sus mensajes. Tenemos que difundir los nuestros, crear una narrativa que la suplante”, ha apuntalado durante la presentación del estudio.
Las elecciones europeas, “su puesta de largo”
El documento se centra en analizar en el avance de “los movimientos nacional populistas” en la UE y ha identificado más de 20 grupos políticos con representación parlamentaria y/o europea que operando en una veintena de países miembros y encajan en el perfil de 'franquicia'. Según su análisis, solo hay tres países que “se libran” de esta presencia: Luxemburgo, Irlanda y Portugal.
Este tipo de formaciones políticas han logrado establecerse con fuerza en gobiernos y Parlamentos de casi una docena de Estados miembros, destaca el documento. “En 2017, había dos países gobernados por partidos antimigración: Hungría y Polonia. Ahora hay 11 países con gobiernos en solitario o apoyados y sustentados por estas formaciones. La idea de franquicia se hacía obvia porque claramente no podía ser de otra manera, es un avance casi militar”, ha apuntado otra de las autoras, Ana González-Páramo.
La investigadora insiste en que estos partidos se han marcado como “objetivo prioritario” las elecciones al Parlamento Europeo del próximo 26 de mayo, donde se calcula que pueden lograr uno de cada cuatro escaños en juego. “Va a ser su puesta de largo. Han pasado de ser euroescépticos a querer tratar de controlar la UE”, ha indicado González-Páramo.
“La Franquicia no quiere acabar con la Unión Europea, sino dirigirla. Su éxito y expectativas para el mes de mayo, han cambiado su objetivo de acabar con el establishment de Bruselas. Ahora la meta es entrar en las instituciones, obstruir, influir y controlar. En definitiva, convertirse en el nuevo establishment”, recalca el informe.
Estudios de caso: Italia, Holanda y España
En este avance, resaltan el liderazgo de Matteo Salvini, ministro italiano del Interior y líder de la ultraderechista liga. Italia es precisamente uno de los tres casos analizados en detalle por la Fundación porCausa, junto a los Países Bajos y España. En Italia, “la Franquicia ya está en el poder. La condición de Frontera Sur y la presión migratoria de los últimos años han aupado al gobierno italiano a ideologías netamente populistas cuyo representante más xenófobo ha convertido la antimigración en política pública y bandera electoral”, recuerda el texto.
Holanda cuenta con dos partidos con destacada presencia en las cámaras legislativas que “coinciden en sus posiciones antimigración, su islamofobia, la defensa del discurso identitario y una visión más liberal en debates sociales y morales”. “Ambos compiten por el mismo electorado y han conseguido romper la tradición tolerante de un país de profunda convicción democrática y tolerancia religiosa”, agregan.
El último caso analizado es España que, esgrimen, “fue durante años parte de la llamada 'excepción ibérica”, donde a pesar de que la crisis económica “dejó tasas insoportables de paro, pobreza y corrupción, el discurso antimigratorio se había mantenido hasta ahora en la marginalidad institucional”. No obstante, la sociedad española “no demanda antiinmigración”, ha reiterado González-Paramo, basándose en las encuestas del CIS, donde la preocupación por la inmigración cae por debajo de otros asuntos como el paro o la corrupción.
Sin embargo, subrayan, “la polarización política, la crisis territorial, el incremento de la llegada de inmigrantes por la Frontera Sur y el tratamiento abiertamente populista de estos factores han conseguido introducirla en la pugna electoral”. En la actualidad, dicen, “Vox es un alumno ejemplar de una Franquicia que ha logrado contagiar en unos meses a partidos tradicionales y que determina parte del debate público”.
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