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Frío, desalojos y falta de baños: la vida de los migrantes que esperan cruzar de Francia a Reino Unido

Un migrante que aún espera cruzar el canal de la Mancha sentado en la comuna de Grand Synthe, cerca de Dunkerque (Francia).

Dan Sabbagh

Dunkerque (Francia) —

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Todos en el campamento a las afueras de Dunkerque —poco más que un conjunto de tiendas de campaña sin retretes ni agua corriente— han oído hablar de las 27 personas que se ahogaron este miércoles intentando cruzar el canal de la Mancha.

Todos conocen los riesgos, pero aún mantienen el mismo plan: intentar subir a un barco hacia Reino Unido, porque no creen que la muerte les llegue y porque tienen la esperanza de una vida mejor.

Mira, un kurdo iraquí, dice que dejó la ciudad de Sulaymaniyah porque allí “no hay vida”, una frase sencilla que muchos repiten en el campamento y sus alrededores. Reconoce que viajar en barco a Reino Unido “es muy peligroso” y que “habrá grandes olas”, pero está dispuesto a realizar el peligroso viaje con la esperanza de, en un futuro, ganar dinero para enviar a casa.

Al igual que Mira, muchos de los que se encuentran en el campamento dicen haber llegado allí a través de Bielorrusia. Muhammed, que parece mucho mayor de los 17 años que dice tener, dice que voló a Qatar y luego a Minsk antes de cruzar la frontera con Polonia. Después, atravesar Alemania y llegar hasta el norte de Francia resultó sencillo, pero todo se complicó en la etapa siguiente.

“La policía me encontró y me trasladó a un hotel cerca de la frontera española. Pero no quiero ir a España, quiero ir a Inglaterra. Tengo amigos en Nottingham, Londres y Birmingham”, dice. “Así que he vuelto aquí y voy a intentar cruzar y reunirme con ellos”. Busca concluir un viaje que ya le ha llevado más de un mes.

Mohammed dice que tendría que reunir 2.000 dólares (1.767 euros) para pagar a un traficante de personas por un viaje que, hecho en ferry, cuesta una fracción de ese precio. No está claro de dónde obtendrá ese dinero. Otros en el campamento cuentan que sus familiares les están financiando la deuda.

Los campamentos como el de las afueras de Dunkerque, que se encuentra junto a un canal y una línea de ferrocarril en desuso, están a merced de las autoridades francesas. Las ONG dicen que las redadas policiales tienen lugar a menudo, incluso cada dos días.

Por ello, el lugar es extremadamente precario: la protección contra el frío es mínima, y la calefacción la proveen fogatas encendidas durante el día. Hay ayuda alimentaria, y las ONG proporcionan wifi y electricidad gratuitas, lo que permite a la gente agolparse y cargar sus teléfonos móviles, pero no hay aseos.

Hace diez días, un campamento cercano a un centro comercial fue desmantelado por orden del ministro de Interior francés, Gérald Darmanin. La orden se produjo después de que el número de migrantes, en su mayoría hombres adultos jóvenes, se duplicara con creces, pasando de unos 400 a más de 1.000.

Al parecer, el cambio en las cifras se produjo después de que el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, abriera las puertas de su país a las personas que quieren entrar a Europa. Pero las ONG dicen que el número de personas en los campamentos del norte de Francia ha descendido debido al frío otoñal.

Los kurdos iraquíes predominan en el campamento cercano a Dunkerque, pero las personas procedentes de países como Sudán y Eritrea tienden a asentarse en la cercana Calais. “Solo en Calais y sus alrededores creemos que hoy el número está más cerca de los 1.000; antes, en verano, eran 2.000”, dice Álvaro Lucas, coordinador de la ONG Refugee Info Bus, que ofrece servicios de información, carga de teléfonos y wifi en los alrededores de Calais.

Lo que ha otorgado mayor relevancia a la crisis es el creciente número de personas que intentan cruzar el Canal de la Mancha en pateras, lo cual es un enorme riesgo para sus vidas. Matt Cowling, coordinador de operaciones de la ONG Care4Calais, dice: “Lo frustrante es que estamos hablando de tan solo 1.500 o 2.000 personas que quieren venir a Reino Unido; es un problema que podría resolverse fácilmente si hubiese un enfoque diferente”.

Traducción de Julián Cnochaert.

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