Gaza sufre una crisis aguda de falta de gas-butano en medio de una ola de frío
Las noches invernales en la Franja de Gaza son frías y húmedas y es por eso que, comúnmente, el hermano mayor o el padre prende un fuego hecho con restos de ramas de palmera o troncos de árboles frutales. Una vez se consumen y quedan las brasas, portan el ‘kanun’ (palabra árabe para referirse a un rudimentario brasero) dentro de casa y todos los miembros de la familia acuden al olor de un té caliente y reconfortante al que se le añaden hierbas como la ‘marmariya’, salvia.
Acuden a la única fuente de calor con la que cuentan en una franja bloqueada donde el gas-butano escasea y se guarda para cocinar o calentar la leche de los biberones. La electricidad también es poca. El promedio del suministro diario ha bajado hasta las cuatro horas en las últimas semanas.
Israel no tiene en cuenta el aumento del consumo
El millón ochocientos mil habitantes de la franja de Gaza se ha acostumbrado a vivir primitivamente ante este tipo de crisis. Pero poco a poco, y como cada invierno, el material para combustión escasea y solamente queda la opción de comprar carbón, aunque a largo plazo supone un gasto que no pueden permitirse.
En las estaciones de gas para uso doméstico, los dueños intentan poner orden. Todos quieren llenar sus bombonas de gas, algunos llevan esperando semanas. “¡De uno en uno, por favor!”, vocifera uno de los dueños de una estación en Jan Yunis, en el centro de la franja de Gaza, una de las áreas más pobladas.
“Tú acabas de llegar. Vuelve mañana”, le dice a un joven que ha venido, como la mayoría, con su carro y su burro para llenar las bombonas de la familia extendida. Un señor se acerca con su viejo coche Subaru: “¿Hay gas?” “No. Vuelve mañana… o pasado”, le contesta el dueño al que, a pesar del frío, le corren gotas de sudor por la cara.
Munir al-Ghalban es el director del paso de Karem Abu Salem en Gaza, Kerem Shalom para los israelíes, desde que el anterior director de pasos fronterizos renunciara de su cargo, quitándose un gran peso de encima. “La razón de todo esto es la ocupación”, afirma con total convicción al-Ghalban. “La ocupación israelí no deja entrar las cantidades suficientes de gas-butano para el consumo diario de la franja. La franja consume diariamente entre 350 y 400 toneladas, pero la ocupación israelí ha dejado entrar solo una media 200 toneladas al día en los últimos 3 meses”.
Los últimos tres meses han sido precisamente los de la entrada del invierno y la época de frío en la que más se consume gas. Esas 200 toneladas al día de gas-butano cubren solo la mitad de las necesidades diarias de la población que vive bajo bloqueo israelí desde hace más de ocho años. De hecho, según la información aportada por la COGAT, la coordinadora israelí de actividades gubernamentales en los territorios palestinos ocupados, el promedio diario de gas para uso doméstico que entró a la franja durante el 3 y el 7 de enero de 2016 fue incluso menos: 136 toneladas.
Con todo, la solución de los dueños de estaciones de gas-butano y distribuidores ha sido la de devolver las bombonas llenas a la mitad de su capacidad, seis litros en lugar de 12. “Estoy esperando el gas desde ayer. Unas veces me dan cinco litros, otras seis”, admite un palestino mientras espera su turno para llenar el gas.
“Tengo dos hijas y también están mis sobrinas pequeñas. ¿Cómo hacemos para calentarles la leche o la comida?, pregunta molesta una mujer que está también esperando. ”¡Seis litros de gas! ¿Sabes qué significa eso para nosotras? Nos gastamos más de 10 shekel en transporte buscando una estación con gas y luego, encima, tenemos menos cantidad. Y así estamos cada dos o tres semanas. Es un calvario“.
Reservas de gas a 36 km de Gaza
Desde la franja, y cuando las condiciones atmosféricas lo permiten, se divisa la plataforma de extracción de gas natural ‘Marine Gaza’. Situada a unos 36 km de la costa gazatí en aguas palestinas, esta plataforma conforma un proyecto que se inició con el descubrimiento de reservas de gas natural, un evento que el difunto Yaser Arafat calificó en septiembre de 2000 como “un regalo de Dios” que “provee una fundación sólida” para la economía palestina, “para establecer un Estado independiente con la sagrada Jerusalén como su capital”.
Se estima que esta reserva de ‘Marine Gaza I y II’ contenga más de 28 mil millones de metros cúbicos, según el PIF, Palestine Investment Fund, que en 2014 aumentó su participación en este proyecto hasta el 17,5%. A estas alturas no son pocos los que se preguntan qué está pasando con estas reservas de gas.
“Hay un gran interrogante sobre esto”, explica a eldiario.es Maher Tabba’a, economista de la Cámara de Comercio palestina en Gaza. “Se firmó un acuerdo con una duración de 15 años con British Gas (BG) pero el tiempo expiró y no sabemos nada: si BG ha extraído el gas… si se vendió el gas… o a dónde fue el dinero. No sabemos ni siquiera las cantidades que quedan”.
El economista apunta a la ocupación israelí como el mayor impedimento para que los palestinos puedan explotar este recurso. “Si los pescadores de Gaza no pueden ir más allá de seis millas náuticas, ¿cómo vamos a poder ir hasta la extracción de gas?”, critica Tabba’a. “Además, BG no ha publicado ni cifras ni informes. Tampoco la Autoridad Palestina o el resto de entes palestinas que participan en el proyecto”.
eldiario.es intentó, en repetidas ocasiones, entrevistar a un cargo del PIF, pero el silencio más rotundo se ha impuesto sobre el tema de ‘Marine Gaza’.
El gas de Gaza, ¿casus belli?
El 31 de diciembre de 2014 el presidente palestino Mahmud Abbas firmó, junto al Estatuto de Roma y otros convenios internacionales, la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, cuyo Artículo 77 (Derechos del Estado ribereño sobre la plataforma continental) señala que el Estado ribereño “ejerce derechos de soberanía sobre la plataforma continental a los efectos de su exploración y de la explotación de sus recursos naturales”.
Si estos derechos se ejercieran, el Marine Gaza sería de potestad palestina. Para el economista Tabba’a está claro que la explotación de dicho gas sería “de grandísima utilidad”. “Como mínimo, resolvería la crisis de electricidad y de gas que tenemos”, asegura.
“También es una inversión estratégica, un renacimiento para nuestra economía. Tendríamos nuestra energía y, consecuentemente, tendríamos megaproyectos, trabajo para los desempleados, etc. Si tuviéramos acceso al gas, el precio de 1 KW de electricidad bajaría de 0,5 NIS a 0,1, sin olvidar el ingreso que supondría la venta de dicha producción”, añade.
Mas la actual situación del conflicto palestino-israelí no deja mucho margen para tales esperanzas. “Israel tiene un gran interés económico, regional y estratégico en la explotación de gas”, apunta Tabba’a. “En los últimos cinco años se ha convertido en exportador de gas, antes lo importaba de Egipto”.
Dicho interés, compartido por palestinos e israelíes, ha hecho que en los procesos de negociaciones el gas haya sido uno de los temas a discutir. De hecho, estas reservas son consideradas por los palestinos como elemento justificante de nuevas campañas militares israelíes.
A este respecto el periódico británico The Guardian publicó el 9 de julio de 2014, un día después de lanzarse la Operación Margen Protector contra la Franja de Gaza, un reportaje titulado 'El ataque de las Fuerzas de Defensa Israelíes sobre Gaza es para el control del gas palestino (y) evitar la crisis energética israelí'. Destacando el informe escrito por el propio ministro israelí de Defensa, Moshe Ya’alon, en 2007 para el Centro Jerusalén de Asuntos Públicos (JCPA en sus siglas en inglés), el periódico sostenía que el gabinete israelí no está sólo preocupado por Hamás: “Le preocupa que los palestinos desarrollen sus propios recursos de gas”.