“Estos últimos días están siendo los peores desde octubre. Los bombardeos son muy cercanos, todo tiembla, y no descansan”, cuenta a elDiario.es Hazem Suleiman, reportero gazatí que documenta desde el corazón del conflicto todo lo que está pasando en Gaza desde hace 9 meses.
Los periodistas son uno de los principales objetivos de la ofensiva israelí. También son los principales responsables de que se sepa en todo el mundo lo que está pasando en Gaza y en el resto de Palestina. Hasta esta fecha han muerto en la Franja 163 periodistas en ataques directos contra sus casas, vehículos o en la calle, según datos publicados por las autoridades locales.
Suleiman es consciente de la situación a la que se enfrenta. Hace solo unas semanas, después de su cuarto desplazamiento interno, se vio forzado a separarse de sus dos hijos recién nacidos. En 2018 un francotirador también le cambió la vida. Vestido con el chaleco de prensa, recibió varios disparos en la pierna y tras varias cirugías, los médicos tuvieron que amputar.
Con su cámara, su muleta –desde hace más de una semana busca un repuesto porque una de ellas se ha roto– y la bici que le lleva a todas partes, el periodista se adentra en el polvo y en la confusión para informar de los bombardeos israelíes sobre la Franja. Suleiman, además, también es activista en una ONG local que ayuda a las víctimas de la guerra.
“Lo más difícil es que pienso siempre que soy el blanco”
“Están disparando directamente contra las tiendas de campaña de seguimiento de los periodistas”, cuenta desde su refugio en Khan Younis, donde a menudo se pierde la cobertura. Son las palabras del reportero gráfico en referencia a los ataques contra la ciudad, que hace mucho tiempo dejaron de ser “zonas seguras”, tal y como las calificó Israel al inicio de su ofensiva.
“En el último momento decidí continuar con mi labor profesional y me dirigí en dirección al bombardeo a documentar todo lo que estaba pasando mientras mi familia se ponía a salvo”. Los tanques ya estaban entrando en la parte este de la ciudad, el humo, los bombardeos y los aviones no cesaron en toda la tarde, la noche y la mañana del día siguiente y todavía continúan su asedio. “Siempre se intensifican por la noche. Casi no hemos podido dormir”.
Suleiman recuerda perfectamente los distintos desplazamientos que ha sufrido: “Me mudé por primera vez desde el este de Rafah al centro de la ciudad, después del centro al oeste, luego al área de Nuseirat –campo de refugiados situado en el centro de la Franja– hasta que, finalmente, me mudé al área de Hamad Town, al oeste de Khan Yunis. Nos hemos desplazado 4 veces en sólo 36 días mi madre, mis hijos y yo junto con las tiendas de campaña. Vamos de un lugar a otro con tal de poder salvar a mi familia”. “Esta es nuestra situación en Gaza, estamos hartos de ella”, explica con tono desesperado.
“Comencé como fotógrafo y periodista en 2018 cuando estallaron las manifestaciones de la Gran Marcha del Retorno. Era muy joven, tenía sólo 19 años”, cuenta desde su refugio en Khan Younis. “Los jóvenes palestinos en Gaza se estaban reuniendo en la frontera oriental para exigir el fin del asedio. Desarmados, fueron atacados por el ejército de ocupación israelí con munición prohibida”, dice.
“Fue en la misma ciudad de Gaza, al este del barrio de Shujaiya, en la frontera oriental, donde fui atacado mientras llevaba una chaqueta de prensa y hacía mi trabajo cubriendo las protestas”, cuenta. “Un francotirador del ejército de ocupación me disparó dos veces. Este criminal disparó intencionadamente contra mi pie derecho, primero, y luego contra el izquierdo”.
Siguieron tres “agotadores años” en los que se sometió a 36 cirugías en centros hospitalarios de Gaza y Egipto, sin el éxito esperado. Finalmente, le tuvieron que amputar una pierna. “Pero mi determinación y lealtad hacia mi país para transmitir la verdad no ha cambiado”, afirma.
Suleiman ha seguido trabajando y documentando todo el conflicto desde entonces a pesar de sentirse en el centro de la diana. “Mis colegas fueron atacados directamente. Ashraf Abu Omar fue atacado antes de la guerra de octubre en el este de Gaza mientras cubría los acontecimientos de las manifestaciones y Yasser Murtaja fue asesinado por la ocupación en 2018”. El periodista sigue con otros ejemplos de colegas heridos y fallecidos.
“El periodista Ismail Abu Omar fue atacado varias veces, le amputaron el pie y mataron a su familia. El periodista Yasser Abu Daqqa, cámara del canal Al Jazeera, también fue asesinado. Wael Al-Dahdouh ha perdido a casi toda su familia y a su hijo, el periodista Hamza Al-Dahdouh… Hemos perdido mucho en este genocidio”.
“Lo más difícil es que pienso en cada momento que soy el periodista, el blanco, el objetivo por mi trabajo y por todo lo que hago para exponer los crímenes del enemigo”, puntualiza.
Del sueño olímpico al activismo
Suleiman compagina su vida como reportero y padre, con el activismo social y el deporte. Es capitán del equipo de paraciclismo Gaza Sunbirds, que espera la decisión del Comité paralímpico de París sobre la participación de la delegación palestina en la competición. Tras el inicio de la ofensiva, el equipo se ha convertido en una red de apoyo a las víctimas de la guerra.
“Primero, me uní al equipo como jugador, luego trabajé como fotógrafo del equipo y ahora soy el capitán del equipo en Gaza y los entreno. Llevo año y medio trabajando con ellos”, explica el periodista. Hay unas 20 personas en el equipo Sunbirds, todos ellos amputados.
“Antes de la guerra, nos entrenábamos para correr en bicicleta por todo el mundo y nuestro sueño era alzar la bandera palestina en foros internacionales. Pero la guerra estalló en Gaza y el grupo comenzó a tomar la iniciativa en la distribución de paquetes para brindar ayuda a las familias desplazadas en Gaza. Estos esfuerzos han continuado hasta ahora”.
Suleiman sigue siendo también el fotógrafo del equipo, cuyos miembros ahora visitan las tiendas de campaña donde viven hacinadas cientos de miles de personas cargados de alimentos, productos de aseo básico y agua.
La entidad asegura que “hasta la fecha se han distribuido más de 45.000 dólares en ayuda”, lo que se traduce en más de 86.000 comidas dentro de paquetes dietéticos, 4.900 comidas calientes y se han distribuido productos de primera necesidad a aproximadamente 500 beneficiarios. “El 80% de nuestro equipo ha perdido sus hogares. Luchamos por encontrar comida y agua para mantener a nuestras familias. No hay gas ni electricidad. Aun así, seguimos luchando contra viento y marea”, recalcan desde Sunbirds.
“Toda nuestra vida ha sido guerra”
“Ahora mismo trabajo como periodista independiente documentando todo el genocidio. Todo lo que le está pasando a mi gente”, dice. “He trabajado con Al Jazeera, la BBC y varias agencias locales. Me compran material y videos sobre la situación en Gaza”,
“Toda nuestra vida ha sido guerra desde que nacimos. Nuestra vida ha sido agotadora en Gaza, pero este genocidio es diferente. Es una clara violación de todas las normas contra la humanidad. Antes ya lo habíamos perdido todo, pero no de esta forma. Creíamos que lo más peligroso había ocurrido hace varios días, cuando varios compañeros periodistas y yo fuimos rodeados por tanques en la zona de Al Mawasi y nos dispararon directamente. Entonces nos dimos cuenta de que era el final, pero sobrevivimos, gracias a Dios. Ahora es peor todavía con estos últimos ataques”.
Suleiman insiste en que es muy importante la solidaridad con el pueblo palestino desde el exterior. “Que se solidaricen con nosotros y continúen con manifestaciones y boicot a productos que apoyan la ocupación criminal y que no dejen solo al pueblo de Gaza y lo apoyen con dinero para saciar su hambre”, solicita.
“Tengo el poder de realizar mi trabajo hasta mi último aliento, para transmitir la verdad sobre la ocupación criminal a toda persona libre y honorable que apoye nuestra causa. Mi mensaje al mundo entero es que nos protejan de los crímenes de ocupación”, dice.
En estos momentos Reporteros sin Fronteras trabaja para sacar a Suleiman de Gaza por motivos sanitarios, pero todo es lento y, además, debe contar con el visto bueno del Gobierno israelí, como casi todo lo que se mueve en los territorios palestinos ocupados.
El periodista está sufriendo las consecuencias del desgaste físico y mental que suponen casi 10 meses de huidas, bombardeos y muerte en sus condiciones físicas previas. “La necesidad más urgente que tengo es operarme el pie, que está contaminado con bacterias por el talco al que estuvo expuesto, y que me instalen una prótesis avanzada y poder volver a caminar”, explica a este diario. “Respecto a mi familia hago todo por ellos. Monto en mi bicicleta con un pie durante tres kilómetros o más para llevarles el almuerzo y que puedan seguir adelante. Cuido mucho de mi madre ya que no tengo hermanos ni padre. Mi padre estuvo en la guerra y fue asesinado por el ejército de ocupación”, dice.
Hazem ha abierto una recaudación a través de sus redes sociales: “Hoy llevo pedaleando todo el día. Tuve que conseguir comida para mi familia, soy su único sustento”, cuenta agotado. Fuera de su refugio momentáneo, donde ha aparcado la bici, hay gente deambulando, corriendo, buscando un lugar para dormir, mujeres gritando, niños pidiendo ayuda…. desesperación. En cualquier momento él también tendrá que salir corriendo. Lo hará “hasta el último aliento”, concluye.