Seis meses antes de que lo encontraran muerto en el buque Bibby Stockholm, la “prisión-flotante” para migrantes creada por Reino Unido, Leonard Farruku tenía esperanzas de construir una nueva vida en Inglaterra. En un mensaje de Instagram que envió a un antiguo alumno de su escuela de primaria en Tirana, la capital de su país, el joven albanés le explicó que había llegado al Reino Unido en agosto de 2022 y que esperaba conseguir el permiso de residencia. “Llegué en un bote inflable”, le explicó.
Su madre murió cuando él tenía 17 años y su padre, unos años después. “Perder a mi madre y a mi padre de forma muy repentina me traumatizó. No sabía dónde estaba ni qué estaba pasando. Ahora busco asilo. Vivo en un hotel. Espero que Dios nos proteja”, le contó a su compañero de estudios.
Al parecer, Farruku, de 27 años, se suicidó el 12 de diciembre del año pasado en las duchas del polémico buque convertido en centro de detención, que alberga a cientos de solicitantes de asilo frente a la costa sur de Gran Bretaña. Poco antes de ser hallado muerto, el joven presentaba síntomas de ansiedad. Su familia y sus amigos siguen preguntándose qué llevó a Farruku, que había sido un acordeonista ambicioso y dotado con un futuro aparentemente prometedor, a quitarse la vida.
“Echaremos mucho de menos a Leonard. Siempre tendremos el corazón roto por la forma en que acabó con su vida”, explica su hermana Jola Dushku, de 33 años, que vive en Lombardía (Italia). “Era un joven encantador, se fue al Reino Unido para construir una nueva vida llena de esperanza. Hizo lo que le pidió el Ministerio del Interior, se embarcó en el Bibby Stockholm. No podremos estar tranquilos hasta que sepamos la verdad sobre las circunstancias que concurrieron en el interior de esa barcaza para que nuestro hermano se suicidara”.
The Guardian ha hablado con familiares, amigos, vecinos, colegas y profesores de Albania, en un intento de comprender mejor los antecedentes de Farruku y las experiencias que le llevaron a la muerte. Lo describen como un joven amable y trabajador que soñaba con ser músico, pero que se vio sacudido por la repentina muerte de su madre. Ella sufrió un infarto mientras dormía en mayo de 2013, cuando Farruku era un adolescente alumno del Liceu Artistik Jordan Misja, una respetada escuela de arte de Tirana. Su padre falleció también de un infarto cinco años más tarde.
Fue entonces cuando Farruku, al que llamaban cariñosamente Nardi, empezó a soñar con conseguir trabajo y construir una nueva vida en Reino Unido. Hizo la peligrosa travesía del Canal de la Mancha en 2022, año en el que se alcanzó la cifra récord de 12.301 albaneses llegados en patera a través de esa ruta, y solicitó asilo.
12 horas sin descubrir
Ahora se ha convertido en el rostro de la polémica que rodea el buque de alojamiento desde que atracó en Portland, Dorset, en julio. El dolor de su familia se ha agudizado por los informes que indican que Farruku nunca llegó a saber que se le había concedido un permiso de trabajo en los días previos a su muerte, y que su cuerpo permaneció sin descubrir hasta 12 horas.
Desde una cafetería de Allias, un barrio pobre de Tirana donde Farruku vivió durante más de una década, Agron Farruku, su tío, nos habla de la desolación de la familia. “Leonard quería residir legalmente en el Reino Unido para trabajar en el país. Tenía grandes planes. Quería trabajar, ganar dinero, comprar una casa, formar una familia, tener una vida normal. Si hubiera tenido la documentación para trabajar, habría podido conseguir un empleo”, afirma.
El cantante, de 57 años, señala que Farruku no tenía, que ellos supieran, problemas de salud mental, y añade: “Su muerte nos ha destrozado. Pero lo peor es que no sabemos por qué ocurrió ni qué pudo pasar. No sabemos la verdad. ¿Cómo pudo estar su cuerpo 12 horas en unas duchas en un centro gestionado por el Estado?”. “Le dijo a su hermana que aunque las condiciones en el buque eran buenas, les trataban muy mal. Decía que quería más libertad, que quería salir un poco más, pero los funcionarios no se lo permitían. Se quejaba de que les trataban como a delincuentes”, lamenta su tío.
Nacido el 29 de enero de 1996, Farruku creció en Vorë, una ciudad a las afueras de Tirana. Su madre, Shkëndije, era ama de casa, y su padre, Petrit, un clarinetista muy conocido en la zona por sus actuaciones en bodas. Sus dos hermanas mayores, Marsida y Jola, viven en Italia.
Su infancia
Su primo Andi, que prefiere no dar su apellido, recuerda una infancia feliz en Vorë, en la que ambos jugaban al fútbol y viajaban juntos en autobús a Tirana tres veces por semana para recibir clases particulares de acordeón. “Fue una época muy bonita”, afirma este fotógrafo de 29 años. “Su padre quería que fuera músico, y Nardi tenía mucho talento y oído para la música. La música era su vida, estudiaba tres o cuatro horas al día. Teníamos 13 y 14 años cuando empezamos a tocar en bodas con nuestros padres”.
En 2009 la familia se mudó a Tirana y tuvo muchas dificultades económicas. Farruku asistió durante dos años a la escuela primaria Bajram Curri de la capital. La familia vivía a la vuelta de la esquina de la escuela, en un piso con goteras de un edificio prefabricado.
Lindita Fejzo, profesora de literatura y lengua de Farruku, dijo que Petrit se interesaba mucho por la educación de su hijo y asistía a las reuniones de padres. “Leonard era un alumno amable y auténtico. Le apasionaban la música y el deporte. En las demás asignaturas no pasaba de la media, pero era muy ambicioso y un poco soñador”, afirma.
Farruku se presentó a una audición para la escuela de arte Jordan Misja y fue admitido. Estudió en el centro de 2011 a 2015. Sus profesores lo describen como un estudiante educado que destaca en el acordeón. En toda Albania, los alumnos se califican del cuatro al diez, y Farruku solía obtener nueves y dieces en el acordeón. Su profesor, Dritan Baftjari, afirma que “nunca nos dio problemas. Era tranquilo y no buscaba llamar la atención”. Valbona Kotepano, jefa de departamento, añade: “Leonard tenía mucho talento y era un buen estudiante. Pero en su último año bajó el ritmo y parecía distraído, esto fue después de la muerte de su madre. Sus notas bajaron y empezó a sacar 6. No estudiaba, ya no estaba concentrado. Se ausentaba a menudo”.
Dos de sus compañeros, Ervin Telo y Ariel Koka, ambos de 28 años, recuerdan las dificultades de Farruku. “Estaba desmotivado. Tras la muerte de su madre, estaba muy triste: 'Ya no tengo nada'. Era como si hubiera perdido el sentido de la vida”, explica Koka, que trabaja en el Ministerio de Cultura de Albania. Los dos fueron quedando con Farruku en Tirana en los últimos años y este les contó que tenía problemas económicos y también les contó su sueño de irse a vivir a otro país. Farruku, que había empezado a trabajar como repartidor en la escuela, se había convertido en mensajero para una empresa farmacéutica. Más tarde entró en la cadena de pizzerías Proper Pizza, ganando el salario mínimo.
El viaje
Telo, guitarrista, cuenta que le dijo que “estaba planeando irse al extranjero debido a las dificultades económicas que atravesaba”. Les dijo que quizás se iría al Reino Unido, ya que chapurreaba inglés. también le dijo que no tenía dinero: “Le pregunté qué estaba haciendo con su vida y me contestó: 'Mi vida es una mierda'”. Koka se cruzó con Farruku en 2020, y este le explicó que estaba pagando a una empresa de préstamos para el día a día.
Urim Aliaj, uno de los mejores amigos de Farruku, que fue a la escuela primaria con él, dijo que Farruku terminó vendiendo su querido acordeón y su teléfono móvil después de graduarse para llegar a fin de mes. El actor, de 27 años, explica que “la relación con su padre se deterioró tras la muerte de su madre y él necesitaba desesperadamente dinero y un trabajo. Me contó que su padre había empezado a tener problemas con el alcohol”.
Bardhyl Rapo, de 70 años, vivía en el mismo edificio que la familia. “Nardi era maravilloso. Cuando murió su madre, Petrit [su padre] empezó a beber porque estaba muy triste y tenía algunas peleas con su hijo”, cuenta. Aliaj indica que Farruku veía a sus amigos con menos frecuencia después de la muerte de su padre en 2018. “La vida le resultaba dura. Parecía muy desilusionado”, sostiene. “Había sido un musulmán practicante, rezando y yendo a la mezquita, pero me di cuenta de que se había hecho tatuajes que están prohibidos en el Islam”. Uno de ellos estaba dedicado a su madre, con la que Farruku compartía cumpleaños.
Tras la muerte de su padre, Farruku pasó un tiempo con sus hermanas en Italia e intentó conseguir un trabajo en el país, pero no funcionó. Tanto Aliaj como Andi afirman que Farruku parecía decidido a trasladarse al Reino Unido, donde vivían algunos de sus primos. “Quería ir a Reino Unido y tener permiso para trabajar, pero como es muy difícil, creía que la mejor forma era pidiendo asilo, pero no conozco ninguna razón real para que pidiera pedirlo”, explica Andi. Se desconoce el fundamento de la petición de asilo de Farruku, cuya solicitud estaba siendo estudiada por el Ministerio del Interior en el momento de su muerte.
Aliaj no sabía si Farruku lo había conseguido hasta que, el 17 de junio del año pasado, Farruku le envió un mensaje desde una nueva cuenta de Instagram para decirle que llevaba en el Reino Unido desde agosto de 2022, habiendo llegado en un “gomone”, la palabra albanesa para referirse a una barca neumática.
“Nardi lo tuvo muy difícil en la vida, pero siempre buscaba la luz, algo más brillante. Por eso me cuesta creer que se suicidara. Nuestro principal deseo es saber la verdad”, señala Aliaj. Los familiares y amigos de Farruku tendrán que esperar a las conclusiones de la investigación sobre la muerte del joven para tener algunas respuestas.
Traducido por Emma Reverter.