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Motín de pasajeros a bordo de un avión en Barajas para evitar la deportación de un senegalés

Iberia tiene que contribuir más al beneficio de IAG, según su presidente

EUROPA PRESS

Diez personas de nacionalidad senegalesa han sido detenidas tras un motín a bordo de un vuelo de Iberia entre Madrid y Dakar, que tenía que salir el miércoles a las 18.30 horas del aeropuerto de Adolfo Suárez-Madrid Barajas. Dos policías entraron en la aeronave comercial custodiando a un senegalés con orden de expulsión de España procedente, supuestamente, del CIE de Aluche.

Al llegar a bordo del avión de Iberia, el inmigrante comenzó a gritar y a poner al pasaje en contra de los agentes, según fuentes policiales. Posteriormente, y según las mismas fuentes, varios viajeros senegaleses se amotinaron y terminaron levantándose y agrediendo a los dos policias y a dos azafatas que pedían que depusiesen su actitud violenta.

Los agentes pidieron apoyo a la Policia Nacional y hasta el lugar se acercaron más policías, que detuvieron y trasladaron a comisaría a los diez senegales, entre los que se encontraba el expulsado. Están acusados de atentado contra agentes de autoridad, lesiones y alteración del orden público. El viernes pasarán a disposición judicial.

Fuentes de su entorno han informado de que el joven que iba a ser deportado fue trasladado a dependencias policiales dentro del mismo aeropuerto, aunque desconocen cuál será su destino ahora.   

Llevaba cinco años en el país y había pedido la residencia

El joven senegalés que iba a ser deportado se llama Elhadji, tiene 31 años y había sido trasladado a Barajas desde una comisaría de Oviedo donde fue detenido este lunes porque pesaba una orden de expulsión sobre él dictada hace cinco años, los mismos que lleva viviendo en España.

Había pedido el permiso de residencia, pero se lo denegaron, así que el pasado 3 de marzo presentó un recurso contra la administración que aún no se ha resuelto.

Según explicaron su abogada y personas de su entorno a Europa Press, el joven tenía el pasaporte retenido en comisaría y debía comparecer cada quince días ante la Policía, cosa que hacía habitualmente acompañado de su novia, ciudadana española.

El lunes, en una de estas comparecencias rutinarias, fue detenido y 24 horas después estaba viajando escoltado a Madrid para embarcar en un vuelo comercial con destino a Senegal. Iban a deportarle en lo que se conoce como 'expulsión express', es decir, aquella que ejecuta la policía durante el margen de 72 horas que una persona puede estar detenida.

Su letrada, María Luisa Menéndez, solicitó en un Juzgado de Instrucción en funciones de guardia en Oviedo que paralizase la deportación al menos, hasta que la administración resolviese el recurso sobre el permiso de residencia, pero no se lo concedieron.

También envió un escrito a la Delegación del Gobierno en Melilla solicitando que habida cuenta de que han pasado cinco años, revocase la orden de expulsión que aún pesaba sobre él, aunque como ella misma explica, estos trámites son más lentos.

“Es una tarea titánica”, declaró la abogada, para incidir en que “la vida de una persona cambia mucho en cinco años” y en su opinión es algo que la Administración debería haber tenido en cuenta en este caso, en el que además del recurso pendiente, concurre el hecho de que su orden de expulsión está en ciernes de prescribir, la existencia de una relación de pareja estable en España y de una oferta laboral en firme para un contrato indefinido.

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