Son las cuatro de la tarde de un día de Navidad y Antoinette Torres acaba de llegar a su casa tras recorrer el centro de Zaragoza mirando juguetes con su hija de cinco años. “Vengo muerta de cansancio”, dice entre risas mientras responde al teléfono. Al estrés que generan las compras de estos días, se une el tener que buscar y rebuscar entre las estanterías llenas de muñecos blancos aquellos juguetes en los que su hija, afroespañola, pueda verse representada.
Pero hoy, al menos, ha sido una mañana fructífera. Después de entrar en unos grandes almacenes y una conocida juguetería, ha localizado un peluche de un niño negro tocando el violín y un set de peluquería en cuyo envoltorio hay una foto de dos niñas negras.
“Tienes que ir a los sitios, caminar un montón. Solo saliendo puedes encontrar algunas cosas, pero encuentras muy poco”, resume Torres en una conversación con eldiario.es. Uno de los motivos, a su juicio, es que estos otros juguetes a menudo no aparecen en la publicidad o en los propios catálogos de juguetes. “La gente coge la revista que llega a casa o dan en la puerta del cole. El catálogo es para vender y estos juguetes 'alternativos', que no lo deberían ser, no salen. Lo que se supone que te da un abanico de posibilidades, te los invisibiliza, se nos invisibiliza. Es como si creyeran que apenas van a venderse y, por tanto, no existen”, explica la mujer.
Aunque se dan intentos por parte algunos fabricantes de reflejar la diversidad, su experiencia y la de otros padres de menores negros y mestizos le sirven para afirmar que lo que sigue reinando en las principales jugueterías españolas es la escasa presencia de muñecos de otro color que no sea blanco.
Así lo denunció también la plataforma Es Racismo tras visitar un almacén de juguetes en 2016. “Ir por el pasillo de muñecos y que las estanterías estén repletas de muñecos blancos, excepto algún que otro muñeco negro que pasa desapercibido es algo de lo más habitual. Cuatro estantes seguidos saturados de blanco y rosa (este es otro tema) que dan cuenta de la poca diversidad en el panorama de juguetes en España”, escribieron.
“No obstante también hemos encontrado otros juguetes, muy pocos, en los que se hace el esfuerzo de ofertar muñecos que representen a distintas razas. Eso sí, en su mayoría las casas de juguetes son estadounidenses”, explicaron. Este esfuerzo ha ido encaminado, sobre todo, a incluir negros y latinos, pero “sigue existiendo un gran vacío de muñecos asiáticos”, asevera la plataforma.
Muñecas contra la falta de diversidad y los estereotipos
Esta “falta de diversidad” empujó a Torres, fundadora de la revista Afroféminas, a poner en marcha el pasado verano un proyecto de confección de muñecas negras. Las fabricaba ella misma, con goma eva, una por una. Y las representó en vaqueros, comiendo un helado, saliendo de la piscina... “Los niños negros tienen que verse representados en situaciones que viven día a día, no con ropas con las que no se visten, por ejemplo”, dice esta mujer cubana y española.
Aquí, dice Torres, está una de las cuestiones por las que se lanzó a fabricar muñecas: visibilizar a estos menores en sus espacios habituales. “Hay una tendencia a exotizar a los niños negros, a relacionarlos con lo de fuera, por ejemplo, que aparezcan en la selva, rodeados con animales de África como leones y jirafas, cuando muchas veces ni siquiera los propios niños africanos los han visto”, recalca. “No es así, los niños negros están en las aulas de los colegios españoles con absoluta normalidad”, agrega.
En este sentido, Es Racismo asegura que algunos juguetes siguen reproduciendo estereotipos racistas y clasistas en las propias actividades que representan, y para ello pone como ejemplo la imagen en una caja de figuras de plástico donde el muñeco negro aparece trabajando mientras los muñecos blancos disfrutan de un safari en África. Este asunto despertó controversia en 2015, cuando una madre californiana acusó a la compañía Playmobil de vender un juguete “racista” en sus barcos piratas. Se trataba de un muñeco de piel oscura que portaba un grillete en el cuello similar al de los esclavos, según informó The Guardian.
Muñecos negros blanqueados
Otro de los aspectos por los que Torres puso en marcha su proyecto fue, dice, la tendencia a aclarar la piel de los propios muñecos negros, lo que termina conduciendo a la “imposición de un canon hegemónico” de belleza. “Me di cuenta de cómo se blanquean. Hay maneras de poner a la niña la piel marrón, si no lo hacen es por algo”.
Así, sus muñecas, ahora de trapo, son de piel marrón y pelo afro. “Más adelante, esta niña negra que juega con muñecas se convierte en una mujer y le dicen cómo vestirse y peinarse para estar presentable. Son cosas que se ven muy ingenuas, pero luego crecen y hay que enseñarles a sentirse bien”, esgrime.
“La etapa infantil es la mejor para atajar los prejuicios”
Su objetivo, dice la impulsora de la iniciativa, es, ante todo, educar en la diversidad desde edades tempranas. Que los menores negros se sientan orgullosos de lo que son y, al mismo tiempo, que cualquier niño, también los niños blancos, “naturalice, normalice la negritud, la piel negra”. Y evitar, así, escenas como las vividas en el programa La vida secreta de los niños, de Movistar+, en el que un menor blanco, cuando una niña negra trata de agarrarle la mano, le dice: “Que me vas a manchar”.
“A ningún niño negro se le ocurre decirle a un niño blanco que le va a manchar de blanco. Esto es clave y es un síntoma de la poca normalidad, de la idea que se transmite de que la negritud está relacionada con lo negativo, con la suciedad”, opina Torres.
Un estudio del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) en México demostró en 2011 cómo los más pequeños, si no reciben una educación basada en la diversidad, pueden reproducir prejuicios racistas. En un experimento, los investigadores les dieron a elegir entre un muñeco blanco y otro negro. Casi todos se quedaban con el blanco, y asociaron características negativas, como la maldad o la fealdad, con el negro. “¿Por qué?”, preguntaron a uno de los participantes. “Porque es moreno”, respondió.
“Si no lo atajamos desde la etapa infantil, la mejor para trabajar estas cosas, vienen estos problemas. Pero también nos encontramos con mucha resistencia de los centros educativos y profesores”, critica Torres, docente de profesión. “Los niños sí ven el color, lo que hay que enseñarles es que no es malo. Es una semilla para plantar la tolerancia, que entiendan que hay muchas personas diferentes y que no hay que parecerse a nadie para ser”, prosigue.
Por ahora, dice, la mayoría de sus clientes son madres y padres relacionados con el mundo de la afrodescendencia, aunque también hay mujeres adultas negras que las compran para ellas. “Dicen '¡Ay!, yo nunca he tenido una muñeca que se parezca a mí, siempre han tenido el pelo lacio”, afirma Torres. “Es muy gratificante, es una manera de reivindicarse sosegadamente porque esta lucha es muy dura”, añade.
Así, hace hincapié en los padres, en el empeño que, como ella, han de poner para que sus hijos cuenten con juguetes que reflejen la diversidad. “Somos las 'mamás pesadas', nos ven así. Una vez me preguntaron que por qué le compraba tantos muñecos negros a mi hija. Yo contesté: 'Seguramente los tuyos son todos blancos y nadie te lo ha preguntado”.
Por lo pronto, sus esfuerzos se centran en educar a su hija, mestiza, para que se relacione por igual con su parte negra y su parte blanca. Y ya ve los frutos. “¡Mira mamá, un violinista!”, le dijo durante el paseo de esta mañana navideña. “Para ella ya es un violinista, ya no es un niño negro con violín, porque está muy acostumbrada y lo ve normal”, sentencia.