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Nunca en Navidad

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Llegó Isabelita muy azorada con una sola frase, con una sola sentencia. Con dos: vivimos en un gueto, en varios guetos. El único es epistemológico, los varios son declinaciones del mal siguiendo la apariencia de las cosas: la ideología, la democracia, la justicia, la igualdad, la distribución de la riqueza, el bien común y el servicio público, y hay más. Isabelita trabaja de camarera en un bar en el que sirven tapas muy ricas incluidas con la bebida: “Esto solo pasa en Madrid” Le contesto que no es así, que en Coruña también se hace, de siempre. “El afán y el consumo desaforado de energía acabarán con la humanidad. Por eso no soporto esa broma tuya de que volveremos a la edad de piedra, con un gran apagón.” “Bueno, a la edad de piedra , no, pero a lo mejor nos viene bien una suerte de segundo renacimiento, a ver si se enteran de que la tierra no es plana.”

Isabelita está convencida de que todo nos iba mejor cuando leíamos con ilusión a Isaac Asimov y a Carl Sagan, los últimos seres humanos esperanzados y esperanzadores. Puede. Le cito sobre los guetos a Spinoza, la proposición LII de su “Ética”: “El objeto que hemos visto antes al mismo tiempo que otros o que imaginamos que no tiene sino lo que es común a muchos no lo consideramos tanto tiempo como el que imaginamos que tiene algo singular.”

El pincho moruno les queda muy bien, y el de calamar, pero el otro día se destaparon con una empanada de masa fina y relleno de chipirones en su tinta. “Dos raciones, por favor.” Al no considerarlo singular, olvidamos que la tinta del calamar no es de marca. “Nada debería serlo” me dice todavía en su azoramiento. “Cada día que pasa y que no pasa, se cuestionan las cosas que dábamos como conquistadas. La tinta de calamar sin marca reconocible era una de ellas.” Como la democracia. Le ocurre a Isabelita lo que a todas, le espanta el ambiente prefestivo de la navidad, por eso estalla. La concentración de masas y de luces, el consumismo paroxístico y la revelación de bondades saturadas en la cena de nochebuena y en la consiguiente comida de navidad. En Catalunya son más listos y se reservan para el día 26, sant Esteve.

El abandono en los guetos, la falsedad o la ilusión, casi lo mismo. Nunca se despierta del embrujo de la caverna. “Qué te crees tú eso. Tómate estas patatas bravas y volverás a nacer en una pradera epicúrea.” Así lo hago. Nos vemos el Chelsea Hotel.

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