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Un niño de siete años nacido en Melilla, expulsado de su club de fútbol por no tener papeles: “Quiero volver a jugar”

Wassim, de nueve años, fue expulsado de un club de fútbol federado hace dos

Gabriela Sánchez

26 de mayo de 2023 23:21 h

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Parecía un entrenamiento más cuando Wassim Rhalmi, de siete años, supo que no podría volver al equipo donde había aprendido a jugar al fútbol en las últimas temporadas. Su entrenador en el Rusadir CF de Melilla le pidió que se acercara: “Me dijo que no puedo jugar porque no tengo papeles”, dice el pequeño, nacido en España pero sin tarjeta de residencia por la situación administrativa heredada de sus padres marroquíes y las trabas derivadas de la ubicación fronteriza de su ciudad. “Cuando terminamos el ejercicio, me dijo ‘No puedes jugar más’ y me fui a casa”. 

En su hogar, su madre, Nadia, no entendía por qué su niño, que llevaba dos años jugando en el equipo y había crecido detrás de la pelota, no podía seguir en el club con el resto de compañeros de su edad. “Fue de repente. Nunca me habían dicho nada antes”, añade el pequeño melillense, de nacionalidad marroquí. Su madre habló con el entrenador, para entender qué pasaba: “Dijo lo mismo: ‘No tiene papeles y no puede jugar’”. 

Dos años después de la expulsión, el menor sigue sin lograr acceder a un club federado de Melilla, a pesar de sus constantes intentos. Rhalmi no es del Real Madrid, sino del Barça, y no se ha enterado de los insultos contra Vinícius Junior que han colocado el racismo en España en el debate público durante la última semana. Pero él, como otros niños en su situación, sufre otro tipo de discriminación: la nacida desde las propias instituciones y de las normas que parten de ellas.

Un reglamento de la FIFA, ideado para proteger a la infancia de los abusos ligados a fichajes de menores extranjeros, ha obstaculizado durante años el registro de niños extranjeros en los clubes. A ello se suma otra traba administrativa, surgida de una interpretación de la nueva Ley de Deportes, que permite federar a menores inmigrantes en “situación residencia legal”. En la práctica, esta normativa también está favoreciendo la exclusión de otros menores sin papeles del fútbol federado y que niños como Wassim no logren inscribirse en un equipo, según han denunciado recientemente la asociación Extranjeristas en Red y la ONG Prodein.

“Ahora ya no compito, ni juego con mi equipo. Ahora solo juego con mis amigos aquí en el parque”, lamenta el niño, recordando los tiempos en los que entrenaba como defensa y delantero en un club. “Quiero volver a jugar de verdad para marcar goles”.

Carta al defensor del pueblo

El caso de Wassim no es anecdótico. Este año, M. J., de 14 años ha denunciado su expulsión del mismo club, el Rusadir, después de haber estado entrenando durante la anterior temporada, según un texto enviado por el adolescente al Defensor del Pueblo, con el apoyo de la Asociación Prodein y Extranjeristas en Red. “Jugué en el equipo el primer año y este año me expulsaron porque no tenía papeles y no estaba federado”, dice la carta escrita a mano por el chaval. 

“Por eso les escribo a ustedes, para que me metan en la Federación y en el equipo que se llama Huracán, Torreblanca o otro [sic]”, ruega en su misiva el menor, también nacido en Melilla pero sin nacionalidad española ni tarjeta de residencia. 

La particular situación de ambos chavales, nacidos en España pero sin papeles, se repite en las ciudades autónomas, debido a su posición fronteriza con Marruecos. Los perfiles pueden ser variados, pero en su mayoría son hijos de los llamados “trabajadores transfronterizos”, cuyo régimen ha cambiado tras la pandemia. Antes del cierre de frontera derivado de la COVID-19 y las modificaciones en el comercio atípico aplicadas posteriormente, miles de hombres y mujeres marroquíes, aunque no tenían permiso de residencia, podían cruzar la frontera cada día para trabajar en Ceuta y Melilla pero no podían dormir en suelo español. Debido a diferentes motivos, algunas de estas personas acababan viviendo en la ciudad autónoma de forma irregular y tenían hijos, como el pequeño Wassim. 

El origen de la discriminación

“Los niños que no tienen papeles no pueden federarse en Melilla”, confirma el secretario general de la Real Federación de Fútbol Melillense, Ángel Robina. Según justifica, el origen de las trabas para poder registrarlos y crear su ficha en el sistema federativo es la misma normativa de la FIFA ideada para luchar contra el tráfico de menores promesas del fútbol, que durante años ha acabado excluyendo a miles de niños inmigrantes, especialmente a los menores extranjeros no acompañados, debido a los muchos requisitos impuestos para permitir su acceso.

“Este reglamento, que es de obligado cumplimiento, solicita una serie de documentación que debemos introducir en un sistema –Novantet–, que debe de ser validada. No podemos arreglar la licencia por nuestra cuenta. Si no se introduce toda la documentación, sino se cumplen todos requisitos, no nos la validan”, detalla. 

Sin embargo, el abogado experto en Extranjería José Luis Rodríguez Candela alerta a elDiario.es de que se trataría de una incorrecta interpretación de la normativa de la FIFA. “Incluso esas medidas de protección del menor [...] establecidas por la FIFA, FIBA y otras federaciones Internacionales no alcanzan a los menores que emigran con sus padres, con independencia de su situación administrativas o a los que son solicitantes de asilo o estudiantes”, defiende un informe redactado por la organización a la que pertenece, Extranjeristas en Red.

Tras los años de denuncias y peticiones a la FIFA para reformar el reglamento, la Federación Internacional modificó la normativa en 2022 para flexibilizar la inscripción de los niños migrantes afectados. En la práctica, el cambio se está aplicando sobre los menores extranjeros no acompañados, pero en las ciudades autónomas mantiene unos requisitos muy difíciles de cumplir para los niños sin papeles de Melilla. El año pasado, el Ministerio de Deportes aprobó otra normativa que tampoco acaba con el problema: la Ley del Deporte. Aunque el texto permite que los niños extranjeros puedan federarse, su redacción establece que pueden hacerlo todos los que tengan “residencia legal”.

La Asociación de Extranjeristas en Red asegura que ya ha documentado dos casos de menores afectados por esta nueva legislación: uno es M.J y el otro es otro niño residente en Málaga. La organización de juristas ha instado al Defensor del Pueblo a interponer un recurso de inconstitucionalidad contra la nueva Ley del Deporte que, a su juicio, ahonda en la discriminación sufrida por estos chavales. Ángel Gabilondo, sin embargo, ha rechazado recurrir la normativa.

Los requisitos impuestos en Melilla

El secretario general de la Federación de Fútbol Melillense explica que los clubs exigen a los menores extranjeros justificar cinco años de a través de los siguientes trámites: “El padrón, pasaporte y certificado escolar de los últimos cinco años”. Estos requisitos, sin embargo, son imposibles de cumplir para muchos de los niños de origen marroquí, hijos de las que fueron trabajadoras transfronterizas: estos menores y sus familias también se chocan con trabas para empadronarse en las ciudades autónomas y, durante décadas, no podían ni ir al colegio, debido a la montaña de trámites burocráticos exigida. 

Después de años de lucha, cientos de chavales sin escolarizar fueron escuchados por el Ministerio de Educación, que flexibilizó los requisitos para dejar de vulnerar el derecho a la educación garantizado por la legislación nacional e internacional para todos los menores, sea cual sea su estatus administrativo. Wassim es uno de ellos: “No me dejaban ir a la escuela por no tener papeles”, dice el niño. “Ahora ya voy a un cole normal, como todos. Es mucho más guay, me gustan más las actividades”. Pero, cuando logró ser escolarizado, después de una lucha de décadas junto a la organización Prodein, le llegó la noticia de su expulsión del equipo.

Para la pasada temporada, cuenta Wassim, volvió a intentar federarse. Esta vez en otro club: el Jóvenes Promesas FC. Recibió la respuesta de siempre. “Quiero volver a jugar, pero no puedo, me han dicho no por lo mismo, por los papeles”, repite una y otra vez el menor, aunque no debería preocuparse por ello con solo nueve años: la Convención de los Derechos del Niño establece que un menor siempre es un menor antes que migrante, por lo que debe tener garantizados los mismos derechos que cualquier niño.

—¿Qué le dirías a todos aquellos que podrían hacer algo para que volvieses a jugar en un club federado –la Federación Española de Fútbol, la FIFA y al Ministerio de Deportes–?

—Que, por favor, si puedo jugar. Quiero volver a mi equipo.

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