- La Policía había anunciado que no permitiría entrar a la prensa para, dicen, “velar por la intimidad” de los internos
Unas instalaciones “tremendamente precarias”. Esa es la impresión que se llevó el grupo, encabezado por el eurodiputado de Izquierda Unida Javier Couso, que el pasado viernes pudo entrar en el CIE de Aluche. Una visita que, finalmente, tuvieron que hacer sin la compañía de la prensa después de que la Dirección General de la Policía prohibiera el acceso alegando su obligación de “velar por la intimidad” de los internos. Bajo esta misma justificación, prohibieron la realización de fotografías a los componentes del grupo en el interior de las instalaciones. Sin embargo, los lugares que les mostraron durante el recorrido estaban deshabitados en ese momento. En la reunión con el director del CIE, Jesús Mateos se desvinculó de esa decisión porque, según afirman desde Izquierda Unida, recordó que son funcionarios, con lo cual están obligados a cumplir órdenes.
El grupo, encabezado por Javier Couso y su asistente, estuvo compuesto además por Lluc Sánchez de SOS Racismo, Alivia Diez de CEAR y Begoña Santos de Médicos del Mundo. Estas impresiones y otras se incluirán en un informe que Izquierda Unida presentará en el Parlamento Europeo para denunciar la realidad del CIE de Aluche.
Dado que la Dirección General de Policía no permitió la entrada a eldiario.es, el relato del recorrido y de las condiciones del CIE expuesto a continuación está basado en la versión de fuentes de Izquierda Unida presentes en la visita:
La visita empezó en un módulo donde actualmente no hay nadie alojado. Primero les mostraron una habitación que, según relatan, tenía ocho camas con somier metálico (no provistos de colchones en ese momento) y un solo baño armado con un retrete y un lavabo. Les llamó la atención que el grifo estuviera averiado. Una situación que, según dicen, se volvió a repetir en los servicios de las otras dos habitaciones mostradas. Preguntado al respecto, el director del CIE les contestó, siempre según su versión, que probablemente alguien habría cogido el grifo para llevarlo a otro sitio donde se necesitaba.
Otro aspecto que les sorprendió dentro de las habitaciones es que las ventanas son blancas, sin posibilidad de ver el exterior a través de ellas, a lo que se une una avanzada oxidación que dificulta su apertura. Cuando ésta se abre, afirman, el interno se topa con dos verjas y una valla metálica ovalada de color azul –como se puede ver en la imagen que encabeza esta noticia- que “molesta mucho”, según la versión de esta fuente para eldiario.es. Tras dejar las habitaciones, afirman que observaron una gran cantidad de humedades y coincidieron en señalar que la pintura “se cae a trozos” –les contaron que es la misma capa de pintura de cuando se inauguró en 2005-.
Posteriormente, pasaron a las celdas de aislamiento. Se trata de dos reducidos habitáculos en los que se encierra durante un máximo de 24 horas a los internos que han infringido las normas, según las palabras que les transmitió el director del CIE. Las veces de cama las hace un escalón con baldosas, que no tiene colchón, y que se completa con un minúsculo baño (con retrete y aseo), aseguran las mismas fuentes.
Tras abandonar las celdas de aislamiento, alcanzaron los dos comedores, uno para las mujeres y el otro para los hombres. A un palmo de distancia se encuentran las salas comunes o de ocio integradas por tres o cuatro mesas y la televisión, según aseguran desde Izquierda Unida.
Los baños de estos salones carecían de puertas, afirman. Según les contó el director, los internos arrancaron partes de la puerta para arrojárselos el día en el que un interno fue trasladado al hospital como posible caso de ébola, que finalmente resultó ser negativo. Según la versión policial, algunos de los internos de ese móulo se rebelaron fruto del pánico. Días después, tras las denuncias recibidas por parte del juzgado de instrucción que controla el CIE de Aluche culminaron en un auto histórico. Aquel día, según concluyó el magistrado, se vulneró el derecho a la dignidad de los internos y se les discriminó. Estuvieron encerrados en sus celdas durante cerca de ocho horas, sin recibir comida, y nadie les entregó mascarillas, mientras que los funcionarios del centro sí las portaban, sentenció.
Pedir “raciones” de papel higiénico
Según dicen, en esos aseos no había rollo de papel higiénico. Según detalla, el director del centro les explicó que hay que seguir un protocolo cuando uno quiere hacer uso del papel: no se puede pedir un rollo entero, sino las cantidades exactas que el interno crea que va a necesitar.
Por último, antes de reunirse con el servicio médico, pasaron por un hall donde se ubica la sala de los policías destinados a ese lugar, apartados y aislados del resto de las instalaciones y de los internos por una verja. En ese mismo instante, según las mismas fuentes, un grupo se agolpó ante las verjas al verlos pasar e interpelaron al grupo para saber quiénes eran. Según narran desde Izquierda Unida, el eurodiputado Javier Couso se acercó a hablar con ellos.
La última parada fue en la consulta médica, un servicio, que como el resto, está privatizado. Los visitantes preguntaron al médico acerca de la presencia de embarazadas en el CIE madrileño a pesar de que el reglamento recomienda que se intente evitar. Según coincide desde Izquierda Unida, éste explicó que es responsabilidad de los jueces o también fruto del déficit en el intercambio de información en los traslados entre centros de internamiento de extranjeros. Las ONG denuncian que la falta de comunicación fue un factor determinante en la muerte de Samba Martine.
Los Centros de Internamiento para Extranjeros son dependencias no penitenciarias cuya finalidad es la privación de libertad durante un máximo de 60 días a personas en situación irregular que tienen pendiente la ejecución de su expulsión a su país de origen. En la práctica, sin embargo, el porcentaje de personas que son deportadas tras su internamiento no alcanza el 50% de los inmigrantes encerrados en los CIE.
Las ONG, que tras años de lucha sí pueden acceder a los CIE, denuncian las malas condiciones de estos y las vulneraciones constantes de los derechos de las personas internadas, destacando las “deficiencias” de la asistencia sanitaria. Los periodistas, salvo en contadas ocasiones, no pueden acceder a estos lugares, del mismo modo que tampoco está permitido la realización de fotografías por parte de las organizaciones o los familiares de los inmigrantes que acceden al interior de estos centros.