La otra pesadilla de Trump: el río que separa México y Guatemala
Cae la noche y los migrantes que han llegado a Tecún Umán (Guatemala) comienzan a descender a la orilla del Río Suchiate para cruzar a México, situado a escasos 50 metros. Por solo 10 quetzales (1,30 euros) se puede pasar de un país a otro a través de alguna de las decenas de balsas inflables, conocidas como 'cámaras', que esperan a quienes sueñan con llegar a EEUU.
La mayoría de ellos proceden de El Salvador, Honduras y Guatemala, así como de Cuba, Haití y países africanos. En menos de cinco minutos habrán alcanzado la orilla de Ciudad Hidalgo, entrando en México de manera irregular. Este río se ha convertido en un paso obligado para toda la migración centroamericana y de los citados países, que aprovecha la oscuridad de la madrugada para atravesarlo y evitar así un control policial, aunque en esta zona suele ser inexistente incluso de día.
Chanel Waldorf, sin avisar a ningún familiar y con solo 100 dólares en el bolsillo, decidió huir de El Salvador para salvar la vida. “Soy una persona transgénero y en El Salvador nos tenían prohibido dar a conocer nuestro género y nos obligaban a vestirnos de chicos”, revela la joven de 25 años.
Señala que varias personas transgénero fueron asesinadas y desaparecidas, de forma que decidió abandonar su país el día en que recibió una llamada telefónica en la que se le advertía de que sería la “próxima víctima”.
Waldorf, que ha solicitado la visa de refugiado para poder vivir en la capital de México, afirma que tampoco pudo ejercer su trabajo tras estudiar estética y belleza. “La madre de un pandillero tenía un salón de belleza y hasta me prohibieron ejercer mi profesión”. Se dedicaba a vender chicharrones –plato típico–, por lo que las pandillas le extorsionaban, exigiéndole seis de los 15 dólares diarios que ganaba.
Más de 700 puntos ciegos entre Guatemala y México
Después de recorrer Guatemala en autobús, cruzar a México por el río Suchiate fue lo más sencillo, reconoce Waldorf. Este lugar es uno de los 704 puntos ciegos detectados por el Consejo Nacional de Atención al Migrante de Guatemala, que son aprovechados por los emigrantes para penetrar en el país vecino.
Además, este río es un auténtico centro de contrabando de mercancías entre Guatemala y México. Ningún agente fronterizo ni policial controla las balsas que van de un país a otro transportando desde alimentos hasta todo tipo de productos ilícitos.
El río Suchiate es, por tanto, la pesadilla del presidente de EEUU, Donald Trump, por el que acceden a México miles de migrantes con el objetivo de alcanzar EEUU de forma clandestina.
Este viaje al sueño americano se tornará más complicado en el caso de que Trump cumpla su promesa de construir un nuevo muro en la frontera con México. Con este objetivo, el presidente estadounidense firmó el 25 de enero la orden de destinar fondos para la construcción de una barrera física con la que, a su juicio, EEUU “recuperará sus fronteras” y se pondrá freno al “aumento sin precedentes de la inmigración ilegal procedente de Centroamérica”.
Mientras la promesa de Trump se hace realidad, los migrantes que huyen de la violencia y la miseria en sus respectivos países siguen llegando cada noche al río Suchiate. Entre ellos se encuentra Ana María Romero, una hondureña de 22 años que viaja con su hijo de solo cinco años. En ambas piernas tiene las marcas de un balazo que le disparó su pareja, quien, según describe, la maltrataba a ella y a su hijo.
“Me escapé por la noche, porque me andaba buscando para matarme y me vine como pude sin dinero”, recuerda. La joven lamenta que dejó a sus otras dos hijas gemelas de ocho años con la familia del padre debido a la rapidez con la que tuvo que huir. Su intención es vivir en la ciudad mexicana de Monterrey, para lo que ya ha solicitado la visa de refugiada ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR).
Una vez en México, muchos migrantes optan por ponerse en manos de los 'coyotes' o 'poyeros' [traficantes de personas] que les esperan en la orilla para conducirles hasta EEUU. Para ello, deberán desembolsar grandes cantidades económicas, que pueden superar los 8.000 dólares, aunque en ocasiones son estafados y abandonados en medio del camino.
Incluso el paso peatonal que conduce al río en Ciudad Hidalgo se denomina 'Paso del Coyote'. A su llegada a México, se chocan con un mensaje inscrito en una de las paredes que rodea la orilla: 'Amigo migrante. En tu camino por Chiapas tienes derechos. No toleramos delitos. Denuncia'. Otro grafiti pintado junto a un enorme leopardo reza: 'Que en la tierra nada nos detenga'.
Trump aumentará la peticiones de asilo en México
Pese a la llegada de Trump, muchos migrantes siguen intentando llegar a EEUU por tierra, ya sea en autobús o en el denominado tren 'La Bestia' que recorre todo México hasta la frontera. No obstante, cada vez son más los migrantes que borran de su mente el sueño de llegar a EEUU.
El número de las personas que piden asilo para poder vivir y trabajar en México aumenta: en 2016 lo solicitaron unos 8.000 migrantes centroamericanos, frente a los 3.500 que lo pidieron el año anterior ante la COMAR.
Precisamente, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ya ha avisado de que con la elección de Trump, las peticiones de asilo en México van a aumentar, hasta el punto de que este año podrían alcanzar la cifra de 22.500.
Solo durante el pasado año –entre el 1 de octubre de 2015 y 30 de septiembre de 2016– EEUU detuvo a cerca de 410.000 personas en su frontera suroeste con México. Esta cifra supone un aumento del 25% en relación al ejercicio anterior, la mayoría procedentes de El Salvador, Honduras y Guatemala.
La primera parada de los migrantes que llegan a México es la ciudad de Tapachula (Chiapas). En el parque Miguel Hidalgo convergen familias de Centroamérica, África, Cuba y Haití buscando un albergue gratuito o un hotel económico donde pasar la noche antes de continuar con su viaje para lograr una vida mejor en México o en EEUU.
El camino por México
“Tapachula se ha caracterizado por ser un municipio con los brazos abiertos para aquellos bienaventurados que quieran un respaldo”, comenta la directora de Migración y Política Internacional de la Municipalidad de Tapachula, Yadira de los Santos.
La Casa del Migrante Albergue Belén es uno de los más concurridos, pese a estar situado a las afueras de la ciudad. Fundado en 1998 por el sacerdote Flor María Rigoni, recibió el pasado año un total de 6.000 migrantes. “EEUU ya no es un sueño, sino que la gente viene para quedarse en México”, recalca.
Pero no todos. Para algunos, ese sueño es difícil de borrar. Uno de ellos es Daniel Legardo Martínez, de 20 años y procedente de Honduras, reconoce que no puede regresar a su país en su huida de las pandillas.
“Me amenazaron que si no entraba en una mara me mataban y, por ello, decidí abandonar Honduras”. Mientras atraviesa la ruta entre Centroamérica y México, en su cabeza mantiene el objetivo a pesar de las promesas de Trump.