“A los actores negros nos obligan a poner acentos de África... ¡si soy de Móstoles!”
Yu Fu es de todo menos tímida o seria. Durante la conversación destila energía y ríe sin parar. Cuando esta joven china llegó a Madrid a estudiar turismo, sus amigos españoles se sorprendieron por su carácter extrovertido. “Tú me has cambiado la idea que tenía de los chinos”, le repitieron más de una vez. “En España la gente se piensa que los chinos somos unos sosos, no es así”, asegura.
Este fue el impulso que le llevó a comenzar su particular lucha contra los tópicos sobre su país. ¿La herramienta? El humor y un canal de YouTube, red que ya utilizaba para dar consejos para jóvenes chinos que, como ella, sueñan con venir a estudiar España. “En la vida, cuando cuentas un chiste creas cercanía. Yo no quiero echar la bronca ni hacer sentir mal a nadie, sino explicar por qué me ofenden determinados estereotipos y que se tenga más cuidado”, explica.
Los más recurrentes son, dice, que los asiáticos tienen los ojos cerrados, que “comen perros y gatos” o que son todos iguales. “Yo, para reírme de ellos, contesto que sí, que por eso puedo usar la tarjeta de transporte de mi amiga”, responde esta youtuber, que cuenta con casi 5.000 seguidores.
Yu, junto a otros trabajadores de la cultura en España, participará este martes en el debate sobre cómo combatir los estereotipos racistas desde la cultura, organizado por SOS Racismo. “El racismo existe en todos los ámbitos de la sociedad, no solo en la parte institucional”, argumentan desde la ONG. “Es importante visibilizar la discriminación en el cine, la literatura, la música o el humor para luego ser capaces de desarrollar las herramientas adecuadas para combatirlo”.
“Se busca hombre, de unos 40 años y de gran estatura. Mando a mi actor porque cumple las características. ¿Por qué solo pueden presentar negros cuando piden actores negros para papeles concretos?”, apunta Pardo, representante zaragozana también afrodescendiente. “No es tanto un problema de racismo como de que falta atreverse. La respuesta de las agencias no es 'no', es '¡ay! ¿por qué no?'. En EEUU los negros son abogados en las series, aquí no”, prosigue.
Pero la brecha racial también afecta a Hollywood, como demostró el año pasado la campaña #Oscarsowhite, desatada después de que la Academia no nominara a ningún actor que no fuera blanco a los Oscar. Este año, por segunda vez en la historia, siete actores no blancos han optado a la estatuilla.
El informe anual de la Universidad de la Universidad de California revela que mientras las “minorías” suponen el 40% de la población estadounidense, solo representan el 13,6% de los actores principales en las películas y el 10,1% de los directores en el cine de Hollywood.
Hace 17 años Justo Salas llegó a España. Este actor cubano, que lleva 40 años encima de los escenarios, insiste en que su profesión ya de por sí es difícil: la mayoría de los actores, como él, tienen que compatibilizarla con otros trabajos. Las dificultades se agravan cuando no se responde al supuesto patrón del nativo español: “A mí me ha sucedido lo mismo que a todos. Nunca me han dicho que no, sencillamente no he tenido acceso a determinados papeles, es algo tácito. La discriminación va en las posibilidades”.
“Da igual que seas buen actor porque para un médico no van a querer un perfil latino. Cuando hay un delincuente, un narcotraficante o un camarero empiezan los papeles para extranjeros”, recalca.
Lo mismo ocurre con las actrices negras, que suelen hacer de mujeres maltratadas, trabajadoras de la limpieza o prostitutas, sin que “a nadie le parezca raro que tengan ese color de piel”. Sin embargo, explica Pardo, “si el personaje va a la universidad, siempre hay un guiño al espectador que le explica por qué es mulata o negra”.
También hay detalles más sutiles, como que “muchas veces” no se sepa maquillar pieles oscuras cuando “es importante para sentir seguridad ante la cámara”, especifica la agente. Menciona también la fotografía: “Respeto a todos los profesionales pero iluminar una piel negra no es sencillo y no saben. Quedan grises, con ojeras y si hay dos pieles distintas solo se les ven los dientes”.
“¿De dónde eres?”
La presentación de The Black View el pasado miércoles se llenó de risas algo amargas cargadas de “a mí también me ha pasado”. Mientras cerca del 90% de las personas que participan en el proyecto son españolas y hablan un castellano perfecto, a muchas les han pedido interpretar papeles con el acento de algún país africano, al “dar por hecho” que lo conocen. “¡Es que soy de Móstoles! ¡O de Salamanca!”, evoca Pardo con tono burlón.
La representante recuerda que todos, sin excepción, han tenido que responder alguna vez a 'la pregunta al cubo', aquella que confirma hasta tres veces que una persona negra sea española:
–¿De dónde eres?
– De Zaragoza
– Ya, pero ¿de dónde, de dónde?
A Mohammed Azahaf, mediador cultural madrileño e hijo de inmigrantes marroquíes, también le ha sucedido: “Es un choque, puede crear una molestia e incluso un sentimiento de no pertenencia. Nunca llegas a ser de aquí”. Trabaja para la Fundación Al Fanar, cuyo objetivo es difundir las expresiones culturales del mundo árabe, aunque el crecimiento de la islamofobia les ha llevado a orientarse a “la destrucción de prejuicios y a la prevención de extremismos”.
Entre sus proyectos destaca Kifkif ('iguales'), un taller de cómic para adolescentes, una “etapa complicada en la que ser de origen árabe o de religión musulmana es un añadido”, precisa Azahaf. Los alumnos de 3º de la ESO de un instituto catalán crearon “desde su experiencia” una historieta,Las afueras, que protagoniza Nora, una chica musulmana que lleva pañuelo y defiende sus creencias ante el rechazo social.
Sus viñetas son el pretexto para reflexionar sobre la identidad, la islamofobia de género y la violencia. “Habla del bullying, de la reacción de miedo frente a lo desconocido que inoculan los medios de comunicación”, apunta Azahaf.
“Cuanto más conoces una cultura, menos prejuicios”
La cultura, para Azahaf, es una vacuna contra la islamofobia. Menciona la literatura, la música o ese cine árabe, que “pocas” salas proyectan: “Las películas sirven para desmontar cómo se cree que son los países. Por ejemplo, estoy cansado de oír que allí no hay iglesias cristianas, cuando hay un montón”.
“Cuanto más conoces una cultura, menos prejuicios hay. Muchos comentarios se basan en el desconocimiento”, coincide Yu. Salas considera que será un cambio “lento y natural” de la sociedad española, cuando la inmigración sea “algo sólido” como en otros países.
Pardo, por su parte, cree en el papel transformador del arte y reclama que sea más diverso, que represente lo que en las calles ya es una realidad: “El avance de un país no se entiende sin cultura, la sociedad está avanzando hacia la multiculturalidad y eso se tiene que reflejar en nuestras pantallas y nuestros escenarios”.