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El MeToo de los camareros inmigrantes: “Escuché la agresión a la trabajadora de Goiko y me sentí identificado”

Casi la mitad de los afiliados extranjeros a la Seguridad Social trabaja como empleado de hogar o en hostelería

Gabriela Sánchez

Cuando Hanan Boutkabout escuchó el audio de la agresión telefónica racista y machista sufrida por una trabajadora del restaurante Goiko, se le vinieron varias imágenes a la cabeza. La primera, la de aquella clienta habitual que comenzó a insultarla cuando se enteró de su nacionalidad. También ese hombre que siempre exigía ser atendido por personal “español”; o cuando le preguntaron a su jefe que “cómo era posible que permitiese salir” del establecimiento a un compañero negro, si “de cara al público, se veía muy feo”.

Cuando oía al cliente de Goiko insultar por teléfono a una empleada, gritarle “sudaca” o “hija de puta”, Hanan Boutkabout asegura haber sufrido “esa rabia que sientes cuando te pasa a ti”. Por eso tuvo el impulso de escribir a la Plataforma 'Soy camarero' para contar algunos de los episodios racistas y machistas que ha tenido que escuchar durante sus años de trabajo como camarera. El portavoz de la iniciativa, Jesús Soriano, explica a eldiario.es que varios compañeros de profesión le han hecho llegar sus casos para “concienciar a la gente de que esto ocurre” de forma habitual, tras haber escuchado el audio de la agresión verbal surgida en la hamburguesería.

El pasado jueves, una trabajadora de la cadena Goiko respondió a una llamada de un cliente que quería formular una reclamación por una consumición realizada en otro local. Mientras la empleada intentaba explicarle los pasos que debía seguir para registrar su queja de forma correcta, el hombre comenzó a insultarla y a proferirle diversas amenazas racistas y machistas. “Me cago en tu puta cara. Eres una puta sudaca de mierda. Tu país está en la mierda”, le decía el hombre al otro lado del teléfono, según queda registrado en una grabación difundida a través de la cuenta de Facebook 'Soy Camarero'.

“Parecía que yo estaba delante de la mujer. Lo he vivido tantas veces, en mí persona o en la de otros compañeros... Pensé que si pudiera grabarlo, las grabaría como ella hizo. Pero no puedo hacerlo, te sientes atada de pies y manos, así que pensé que era buena idea contarlo ahora”, sostiene Boutkabout, nacida en Marruecos y residente en España desde hace 25 años. Algo parecido le ocurrió a Francisco Arteaga, camarero venezolano. “Escuché el audio y me sentí identificado. Cuando me pasó a mí, mi jefe no me ayudó, así que por eso he decidido que quería contarlo”, apunta Francisco Arteaga, quien reside en Barcelona desde hace seis años.

“Vete a tu país y suicídate, que están acostumbrados”

Se acuerda de un día de invierno de 2018. “Solo estábamos mi jefe y yo. Llegó un cliente que era amigo del dueño y me dijo que le diese un cenicero. En el bar no se podía fumar, se lo recordé y le comenté que además tanto el dueño como yo teníamos asma”, cuenta el venezolano. “Haber estudiado una carrera antes, dijo, cuando yo tengo una carrera universitaria. O si no, vete a tu país y suicídate, que están acostumbrados a morirse allí”, cuenta Arteaga.

Francisco miró a su superior, relata, pero no encontró el respaldo que buscaba: 'Atiéndele, haz lo que dice, me respondió“. ”Me sentí impotente porque no sabía que hacer. Ni si quiera mi jefe me quiso ayudar... Soy su empleado y me trató fatal“, se queja el entonces camarero. El venezolano fue a buscar el cenicero, se lo entregó al cliente, salió del bar, se desahogó con una amiga, y volvió unos minutos después son la sonrisa impuesta.

Reacciona con sorpresa tras conocer que la cadena de restaurantes Goiko ha dado el paso a denunciar. La trabajadora que soportó los comentarios machistas y racistas de su cliente ha tenido acceso a “apoyo legal y psicológico” por parte de la empresa, que a última hora de la tarde de este lunes anunció su decisión de denunciar al agresor. No es usual, pues la infradenuncia lastra la visibilidad de las agresiones verbales o físicas xenófobas en España, según el Ministerio del Interior.

Mientras los camareros extranjeros o racializados consultados describen haber recibido en algún momento de su vida profesional algún comentario xenófobo por parte de algún cliente, sus denuncias tampoco llegan a los sindicatos ni a la Asociación de Maitres y Camareros de España (Amyce). Desde Comisiones Obreras aseguran que los casos de racismo en el sector de la hostelería “no son habituales”. El presidente del colectivo de camareros indica que “últimamente” no le ha llegado ninguna situación xenófoba denunciada por otros compañeros.

La decena de testimonios enviados a 'Soy Camarero' evidencia que estas situaciones se producen, pero también se callan. “En el trabajo, por más que te enfades, a veces no puedes decir nada. Aquí el temor es perder el trabajo. A las personas extranjeras nos cuesta mucho encontrar empleo, más que una persona autóctona y, cuando lo consigues, el temor constante es perderlo”, sostiene Paula Guerra, presidenta de SOS Racismo Madrid. Desde la ONG recuerda que estas agresiones son parte del racismo estructural que se extiende en todos los ámbitos de la sociedad española, pero los trabajadores de cara al público pueden estar “más expuestos” a ellas.

Hanan Boutkabout trabajaba como camarera en un bar ubicado en plena Plaza Mayor de Madrid. Asume tener cierta “suerte”: “No se me nota que soy extranjera si no lo digo yo”. Ni su aspecto ni su habla empujan a pensar en su país de origen, Marruecos. Pero en alguna ocasión han surgido los problemas cuando revela el lugar del que procede. “Una señora, clienta mía, antes pedía expresamente que la atendiese yo. Hasta que, charlando, surgió contarle que soy marroquí y se lió”.

“Me dijo que no hablaba con extranjeras”

“¿Ah que no eres española?”, le contestó, según su testimonio. “Me dijo que ella no habla con extranjeras, que le parece que las mujeres vienen a robar a los maridos y las contratan en todos los sitios, porque somos facilonas”, detalla Boutkabout. En esta ocasión, la clienta fue expulsada del establecimiento. “Se fue gritando, chillaba que solo venía a robar. En plena Plaza Mayor, todo el mundo parándose... Pasé mucha vergüenza”.

Hanan también cita numerosas situaciones sufridas por compañeros racializados. “En una mesa, le preguntaron sobre un vino que no conocía y la señora le respondió: 'venís solo a chupar del bote y no sabéis ni las costumbres de aquí, no sabéis lo que nos gusta a los españoles”. También destaca aquellas ocasiones en las que solicitan de forma expresa no ser atendidos por una persona extranjera, algo repetido según el portavoz de Soy Camarero.

“Hay clientes que no molestan, pero le dicen al encargado que quiere ser atendido por un español. Tenemos a un cliente, que viene con su mujer, que lo único que pedía era eso”, rememora la camarera, quien ya no trabaja en este local. “Los encargados intentan que el turno salga lo mejor posible y no molestar al jefe, por lo que le restaban importancia: este tipo de episodios ni si quieran llegaban al dueño del bar”.

“¡Puto moro de mierda, estás aquí para servirnos!”

Un grupo de 20 clientes empezó a increpar por su color de piel a Jorge, otra de las personas que ha compartido su caso con “Soy Camarero”. “Puto moro”, “¿tú comes con cuchillos o todavía comes en el suelo y con las manos?”, menciona el hombre a través de Instagram. “Cuando entregué la cuenta, me preguntaron si '¿Sabéis escribir y hablar? ¡Puto moro de mierda, estás aquí para servirnos!”.

Otro de los testimonios acumulados por el colectivo, es el de Jesús, ciudadano latinoamericano que trabaja en Murcia desde hace tres años. Se acuerda del día en que un hombre “se cayó de lo borracho que iba” y cuando le ayudó a levantarse le empujó al grito de “quita negro”. También de su época como repartidor de kebabs: “Rechazaron aceptar las vueltas de un 'sudaca' negro”.

“Pasa”, “no merece la pena”, “no entres al trapo”, son algunas expresiones citadas por trabajadores de cara al público que han sido víctimas de xenofobia. Desde SOS Racismo Madrid critican la falta de “mecanismos de protección” ante estos casos de agresiones, verbales o físicas, en el ámbito laboral.

“Falta de mecanismos de protección”

“Las empresas deben prestar apoyo a las personas que podemos pasar por estas situaciones, se deben formar a los supervisores de este tipo de trabajos de cara al público, para que sepan cómo actuar ante sus empleados agredidos”, desarrolla Paula Guerra, quien confiesa haber tenido que aguantar reacciones racistas cuando trabajaba como encuestadora en el Aeropuerto de Barajas.

“No suele haber canales para denunciar agresiones racistas en trabajos de cara al público. Ir a tus jefes suele significar chocarse con la indiferencia. ¿Cuántas veces me habrán dicho 'estarás acostumbrada, no le des importancia, tampoco es tan grave... Escuchar eso una y otra vez es agotador”, responde la activista. Por esta razón, apunta, celebra la denuncia anunciada por Goiko: “No puede quedarse en un apoyo moral, eso ya se lo dan sus amigos, la empresa tiene que ir más allá”.

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