Mohamed, su mujer, sus hermanos y dos de sus hijos (de cinco y cuatro años) son sirios y después de más de cuatro años de guerra en su país decidieron migrar a Europa para buscar refugio. Fue en suelo europeo donde pasaron su primera noche a la intemperie, en medio de una gran tormenta. “Bajo la lluvia. Había truenos y relámpagos y los niños temblaban de frío y de miedo”, contó a los equipos de Médicos Sin Fronteras en la frontera serbocroata, donde estos días miles de personas sufren la misma situación, sin asistencia de las autoridades. En la organización humanitaria son tajantes: el frío se acerca y las condiciones que soportan los refugiados y migrantes se tornarán en “potencialmente mortales” en poco tiempo.
Mohamed y su familia ya está en Suecia. Pasó con su familia por el centro de Europa el pasado septiembre y advertía de la situación límite que se vive en las fronteras de los Balcanes. “Tienen que montar aquí un campamento o algún tipo de refugio, o al menos agilizar sus procedimientos. Tenemos que terminar nuestro viaje lo antes posible y no quedarnos atrapados en cada punto. Sufrimos en todos los países que atravesamos”. Esa noche, la primera vez que que durmieron al raso, sus hijos y otros cientos de personas que compartieron su muerte enfermaron.
Estas condiciones se repiten a diario. Los equipos de Médicos Sin Fronteras advierten de que los bloqueos en las fronteras de Hungría, Croacia, Serbia y Eslovenia están empujando a los refugiados y migrantes a situaciones muy duras, en un momento en el que los viandantes están agotados de su travesía. Muchos, como Mohamed, cruzaron el Mediterráneo y llevan numerosos días andando a sus espaldas.
Las autoridades croatas, acusadas por Eslovenia de limitarse a transportar a los refugiados a la frontera común, indican que a su país llegan unos 6.000 refugiados cada día, según la agencia EFE, pese a los bloqueos para regular las entradas. Los que no consiguen entrar quedan bloqueados a sus puertas en condiciones miserables, “en tiendas hacinadas, entre mucha basura, sin médicos ni atenciones mínimas. Hay más policías que médicos o gente repartiendo comida”, explica el eurodiputado de Podemos Miguel Urbán, que se ha trasladado a la frontera entre Serbia y Croacia.
“¿Qué supone entonces el cierre de fronteras? Supone que hoy muchos niños y niñas, mujeres embarazas y enfermos van a dormir al raso aquí en Serbia. En el otro lado de la frontera, en Croacia, sí que hay campamentos con instalaciones pero no pueden llegar hasta ellos. Esto es lo que supone este cierre de las fronteras, no estamos hablando sólo de números, sino de personas, de más de 500 niños, y miles de mujeres que tienen que dormir al raso sin instalaciones esta noche”, denuncia Urbán.
Eslovenia, por su parte, ha enviado al Ejército a vigilar a los refugiados. El Gobierno esloveno modificó este martes la normativa de defensa para permitir a los soldados que apoyen a la policía en la vigilancia de la frontera de 670 kilómetros con Croacia. Los soldados eslovenos podrán a partir de hoy ayudar a la vigilancia fronteriza, detener a personas y entregarlas a la policía, así como dar órdenes a los civiles en la zona fronteriza.
Condiciones “potencialmente mortales”
Una de las zonas con más llegadas, según los equipos de Médicos Sin Fronteras sobre el terreno, es la localidad serbia de Presevo, cerca de la frontera con la Antigua República Yugoslava de Macedonia. “Un promedio de 5.000 personas cruzan por la zona cada día”, indican en la organización humanitaria, con datos del pasado viernes. Las condiciones de recepción están lejos de prestar un mínimo auxilio a los refugiados y migrantes: “La mayoría de las personas permanecían haciendo cola, incluso bajo fuertes aguaceros, durante días enteros sin el mínimo acceso a alimentación, agua, refugio o aseo”.
La mayoría necesita atención para problemas como la tos, resfriados, gripe, afecciones gastrointestinales y enfermedades cutáneas, que a menudo se dan como resultado de las condiciones a las que se enfrentan durante el viaje.
“La semana pasada también atendimos a pacientes por desmayos, algo que nunca antes habíamos visto en Presevo”, explica el doctor Alberto Martínez Polis, coordinador médico de MSF en Serbia. Según cuentan los refugiados, a veces, la presión de no perder un sitio en la cola y pasar una noche más a la intemperie, de tener que soportar una jornada más estas condiciones, provoca que no se muevan durante horas y, por lo tanto, no coman. “Estas personas han llegado al límite de su resistencia”, afirma Martínez Polis.
El frío se acerca y los refugiados y migrantes se apresuran para llegar a Alemania y Suecia, los destinos más solicitados. No quieren quedar atrapados entre las fronteras del centro de Europa, donde los inviernos pueden ser terriblemente fríos, con temperaturas que pueden llegar a los -15 °C en el caso de Serbia.
“Durante las últimas semanas hemos atendido a niños muy pequeños con síntomas de hipotermia”, afirma Martínez Polis, coordinador médico de MSF en Serbia. Stephane Moissaing, coordinador general de MSF en Serbia, es rotundo: “A menos que veamos un incremento de los servicios, existe la amenaza real de que miles de personas se expongan a condiciones potencialmente mortales durante este invierno”.
En la organización afirman que “no podemos esperar a que ocurra una tragedia. Se deben garantizar ya unas condiciones de tránsito seguras y apropiadas y buscar soluciones que estén adaptadas al frío que se aproxima”, exige Aurelie Ponthieu, asesora humanitaria de MSF.
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha convocado una reunión de urgencia para el próximo domingo de líderes de países de la Unión Europea (UE) y de los Balcanes para abordar la situación de los refugiados en estos países. El Ejecutivo comunitario explica que el objetivo de este encuentro es acordar medidas operacionales que puedan ser “inmediatamente implementadas”, informa la agencia Efe.